Nunca nos cansamos de repetir que una de las claves que ha mantenido vivo al Clase G (e incluso ha incrementado su atractivo) es su constante evolución y adaptación a los tiempos. En junio de 2006, Mercedes lanzaba una nueva actualización de su Clase G que incluía el reemplazo de sus dos diésel (270 CDI y 400 CDI) por el nuevo 320 CDI, el cual erogaba 224 CV y 540 Nm.
Este nuevo salto tecnológico permitía a la casa alemana ofrecer un nivel de potencia equiparable al del diésel V8 con el consumo del popular modelo de cinco cilindros en línea, todo ello a pesar de equipar el restrictivo filtro de partículas diésel sin mantenimiento ni aditivos con el que cumplía con “los estrictos valores límite de emisiones de la norma EU4”, según comunicaba la compañía el 23 de junio de aquel año.
Con la versión 320 CDI, el Clase G estrenaba un motor prodigioso
El nuevo motor OM 642 de seis cilindros en V a 72º estaba fabricado íntegramente en aleación ligera. A pesar de que su nomenclatura sugería un cubicaje de 3,2 litros, lo cierto es que su cilindrada se limitaba a 2.987 cm3, algo que no le impedía ofrecer un elevado rendimiento.
Para lograrlo, recurría a un sistema de inyección directa common rail de tercera generación con inyectores piezoeléctricos, distribución mediante cuatro válvulas por cilindro y un turbocompresor de geometría variable regulado eléctricamente.
Solidario con su cigüeñal, el convertidor de par acoplaba una caja de cambios automática 7G-TRONIC de siete relaciones que suponía un importante avance respecto a los anteriores cambios de cinco marchas de cara no sólo a extraer más prestaciones de cada caballo, sino también para reducir los consumos y las emisiones. Por supuesto, no faltaban la caja tránsfer con reductora ni los tres diferenciales bloqueables.
El nuevo motor se ofrecía en combinación con las tres versiones de carrocería disponibles entonces: los dos Station Wagon, con batalla corta y larga, y el Cabriolet con capota de accionamiento electrohidráulico

Todas las versiones tenían en común un elevado nivel de equipamiento, que incluía de serie los faros bi-xenón, faros antiniebla con función de iluminación en curvas, anclajes Isofix para colocar sillas infantiles en las plazas traseras de forma cómoda y segura, una nueva gama de pinturas para la carrocería resistente a los arañazos en colores blanco calcita, verde periclase metalizado y azul teallite metalizado.
El resistente paquete interior Artico (que incluía asientos y revestimientos de puertas tapizados en cuero sintético resistente y transpirable, así como un revestimiento para el piso fabricado en plástico robusto de fácil limpieza) estaba disponible como equipamiento opcional.
El Clase G 320 CDI gastaba como un diésel y andaba como un gasolina… o mejor
Con todo ello, el Clase G 320 CDI llegaba a los concesionarios entre septiembre y octubre de aquel año, y pronto demostraba sus cualidades, conformándose con un consumo de 11 l/100 km, acelerando de cero a 100 km/h en 8,8 segundos y alcanzando los 177 km/h. Su gama se completaba con los ya conocidos G 500, con motor V8 atmosférico de 296 CV, y G 55 AMG V8 KOMPRESSOR, con sus 476 CV, que en 2008 crecían hasta alcanzar la cifra de 500 CV.
Pero, volviendo a 1986, muchas más cosas ocurrían en torno al siempre activo Clase G. A mediados de año, Mercedes comunicaba que el volumen total de producción de su todoterreno desde sus inicios (1979) hasta la fecha ascendía ya a 186.000 unidades. Paralelamente, los Clase G profesionales W461 adoptaban el nuevo V6 diésel como única mecánica de la gama, dando lugar a las versiones G 280 CDI, con un rendimiento rebajado a 184 CV y 400 Nm, disponibles entre 1.600 y 2.600 rpm.