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miércoles, 16 julio 2025

GM Electrovan, el vehículo de hidrógeno que nació en plena guerra fría

En una era dominada por la carrera espacial, cuando la innovación tecnológica se medía en avances hacia la Luna, General Motors (GM) decidió apuntar hacia otro horizonte: el futuro de la movilidad terrestre. Corría la década de 1960 y, mientras la NASA confiaba en las pilas de combustible para alimentar sus misiones Apolo, GM emprendía una aventura propia, menos conocida pero igualmente audaz: poner en marcha el primer vehículo del mundo impulsado por hidrógeno y celdas de combustible, el Electrovan.

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GM Electrovan
Foto: GM.

Este experimento pionero no nació como respuesta a una demanda de mercado ni con fines comerciales. Fue, esencialmente, una prueba de concepto. Y como tal, el Electrovan no fue bonito ni eficiente, pero sí fue histórico.

El proyecto se gestó en una época en que las baterías eléctricas no eran lo suficientemente potentes como para competir con los motores de combustión interna. GM ya había coqueteado con la electrificación mediante los Electrovair I y II, prototipos basados en el Chevrolet Corvair, pero el equipo de ingenieros pronto se topó con un obstáculo físico: la pila de combustible que estaban desarrollando junto a Union Carbide era demasiado grande para caber en un automóvil convencional. La solución llegó en forma de una furgoneta: la Handi-Bus, una variante de pasajeros del Handi-Van de GM, rival del icónico VW Tipo 2.

GM Electrovan, del laboratorio a la calle

Así nació el Electrovan, un prototipo único que representó el primer intento serio de llevar la energía de hidrógeno desde el laboratorio hasta las calles. O al menos, hasta el estacionamiento de pruebas.

La tecnología era innovadora: una celda de combustible que combinaba hidrógeno y oxígeno para generar electricidad, agua y calor a través de una reacción electroquímica. Pero la magnitud del sistema era abrumadora. Con grandes tanques de hidrógeno y oxígeno comprimido, el peso total del vehículo alcanzaba los 3.220 kilos, de los cuales más de la mitad —1.770 kg— correspondían únicamente al sistema de propulsión.

GM Electrovan
Foto: GM.

Como resultado, el interior del vehículo debió adaptarse: el Electrovan solo podía transportar a dos personas. Todo el espacio restante lo ocupaban el hardware y los depósitos de gas.

GM Electrovan, números algo pobres…

En cuanto al rendimiento, era limitado incluso para los estándares de la época. Aceleraba de 0 a 100 km/h en aproximadamente 30 segundos. Y aunque GM estimaba una autonomía de unos 240 km, el vehículo jamás fue probado en la vía pública. Las razones eran comprensibles: durante una de las pruebas, un tanque de combustible explotó violentamente, arrojando fragmentos a más de 400 metros de distancia. El experimento, aunque visionario, era también peligroso.

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GM Electrovan
Foto: GM.

El Electrovan nunca estuvo destinado a la producción. Para la marca norteamericana, su valor estaba en lo que podía enseñar, no en lo que podía vender. Y en ese sentido, fue un éxito. Demostró que un sistema de celdas de combustible podía propulsar un vehículo y sentó un precedente técnico que influiría en el desarrollo de futuras generaciones de tecnología de hidrógeno.

Se vuelve a apostar por el hidrógeno

Con el paso del tiempo, GM abandonó momentáneamente este enfoque, en parte por los desafíos técnicos, en parte por la falta de infraestructura y de una demanda clara. Pero no lo olvidó. Décadas más tarde, el fabricante volvió a apostar por el hidrógeno, esta vez en colaboración con Honda.

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Juntos desarrollaron tecnologías más compactas, más seguras y más eficientes, aprovechando que las nuevas celdas podían tomar el oxígeno directamente del aire, eliminando la necesidad de tanques adicionales.

GM Electrovan
Foto: GM.

Hoy, casi 60 años después de aquel atrevido experimento, GM sigue mirando hacia el hidrógeno como una pieza clave de su estrategia energética. No ya para vehículos de pasajeros, donde las baterías han demostrado ser más viables, sino para aplicaciones comerciales pesadas.

Su tecnología Hydrotec, por ejemplo, se presenta como una solución ideal para grandes camiones, autobuses y maquinaria minera, donde la densidad energética del hidrógeno puede marcar una diferencia crucial frente al peso de las baterías.

El Electrovan permanece como una pieza de museo, un gigante torpe pero adelantado a su tiempo. Su existencia nos recuerda que el progreso tecnológico rara vez sigue una línea recta. A veces, los caminos más extravagantes son los que, décadas después, terminan definiendo el futuro.

Fotos GM.

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