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Volkswagen Golf R. Bólido de diario

A día de hoy Volkswagen tiene una completa 'familia R', denominación que usan para nombrar a las versiones más emocionantes. Pero originalmente esa 'R' tenía un sentido mucho más purista, pues proviene de la palabra 'Reihenmotor' o motor transversal en alemán. La estrenó el Golf R32 allá por 2002, una versión cuyo corazón 3.2 V6 ofrecía 241 CV. Una pieza de colección realmente cotizada hoy día, pero que sería incapaz de seguir el ritmo a esta auténtica maravilla, que con dos cilindros y 1.205 centímetros cúbicos menos, es 79 CV más potente.

Y es que nuestro protagonista corre que se las pela, tanto como que en 4,6 segundos acelera de 0 a 100 km/h -anuncia 4,7-. Eso es lo que en su día necesitaba un Audi R8 4.2 V8 FSI con 420 CV. No contento con ello, sale del kilómetro desde parado a 222 km/h y en menos de un minuto alcanza su velocidad máxima; en este caso, 270 km/h.

Todo gracias a sumar el peaje de 2.275 euros que cuesta el paquete R Performance, que eleva su velocidad punta en 20 km/h, añade un alerón trasero específico y la nueva 'chuchería' de este Golf R, que no es otra cosa que el programa 'Drift'.

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Dejemos la teoría a un lado y metámonos en harina

Si te has cruzado por la calle con un Golf R Line deberás mirar este R 'a secas' un par de veces para cerciorarte de que no tienes nada que hacer contra él. Discreto podría ser su segundo apellido, porque pasa muy desapercibido, y detalles como los acentos en azul o sus cuatro terminales de escape lo delatan. Precisamente estos se pueden reemplazar por unos firmados por el especialista Akrapovic. Fabricados en titanio, prometen ofrecer una nueva melodía a precio de Stradivarius: 3.815 euros. Y si vas al configurador verás que Volkswagen los señala como 'Nuestra recomendación'… Y la mía, no te digo.

Dentro pasa un poco lo mismo, porque esos maravillosos asientos, el agradable volante o las molduras son las que tiene cualquier otro Golf con el acabado R Line. O un GTI. Y no pule los detalles de ergonomía, ni los mandos sin iluminar que hemos criticado en otros modelos del Grupo Volkswagen nacidos sobre la nueva plataforma MQB. A pesar de ello su postura de conducción es perfecta, transmite solidez, es tan espacioso como cualquier otro Golf y ofrece un amplio nivel de personalización de su Digital Cockpit Pro, que como el sistema Discover Media con pantalla de 10 pulgadas es de serie.

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Para tratarse de un deportivo sorprende la suavidad que transmite, sin ser incómodo en ningún momento. Algo seco sí cuando el firme no es perfecto por el perfil de sus neumáticos, pero ya está. Habría que dar un tirón de orejas a la firma alemana por cobrarnos 870 euros por la suspensión adaptativa DCC, que suaviza las mismas al seleccionar el modo 'Comfort', en el que también actúa la función 'inercia', que engrana punto muerto al dejar de acelerar.

Gracias a todo ello sorprende el ajustado consumo de este Golf R, que no volatilizará tu nómina en gasolina. Y es que los 7,8 l/100 km obtenidos, son los que homologa. Y bien quemados están.

Pero además del modo 'Comfort' está el 'Sport', el que conecta por defecto nada más ponerlo en marcha. Con él este Golf R comienza a mostrar su talante deportivo, que se multiplica en 'Race'. En este ya funciona su programa 'Launch Control' que puedes activar directamente desde un botón específico en su volante.

Es la opción perfecta para negociar curvas y más curvas, ayudado por una dirección rapidísima, como la de un Fórmula 1 con 1,9 vueltas entre topes. No estaría de más poder controlar el modo secuencial del cambio DSG7 desde el selector central, pero sólo se puede hacer desde sus levas, que no se pierden en las curvas al ser bastante más grandes de lo habitual, cosa que se agradece. Este Golf R tiene una capacidad para ganar velocidad que no es normal, al igual que frena de maravilla y ofrece un paso por curva extremadamente rápido y preciso. El sistema 4Motion y su diferencial XDS facilitan las cosas, tanto que te llegas a creer el mejor piloto del mundo.

Como un Ferrari 599 GTB en Nürburgring

Pero cuando de verdad te lo crees es en el modo 'Drift', en el que sus diferenciales se bloquean para incluso llegar a enviar el cien por cien de la potencia a una única rueda trasera… Y entonces comienza la fiesta. Cruzar este Golf R a la mínima de cambio es un juego de niños, y sin necesidad de tener que forzar la situación a base de dirección, pues basta con dar gas a fondo para que la electrónica y sus 320 CV obren el milagro de viajar de costado. Conviene no animarse, porque es tan sencillo de controlar que acaba causando adicción. Adicción que intenta frenar Volkswagen con la frase: 'solo usar en circuito'.

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Por si no fuera suficiente también hay un modo 'Individual' para configurar a tu gusto motor, cambio, dirección, suspensión… Y si has pagado el DCC te propone nada menos que 15 reglajes diferentes para elegir. Y mejor aún. Si tienes tiempo para cubrir los 1.789 kilómetros que separan Madrid de Nürburgring podrás deleitarte con su programa 'Special', ideado en exclusiva para sacar el mejor tiempo en el Infierno Verde, donde esta maravilla gira en 7 minutos y 51 segundos, a solo cuatro segundos de un Ferrari 599 GTB Fiorano. ¡Como para que te siga un Golf R32!

LA CLAVE

Pocos deportivos tienen la capacidad de esconder un Dr Jekyll y un Mr Hyde bajo una misma carrocería como lo hace este Golf R. Una criatura realmente rápida y efectiva para poder disfrutar como un niño, pero a la vez segura y sencilla de controlar gracias a la electrónica. El modo Drift tenía que estar prohibido.