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Suzuki Ignis 1.2 Allgrip Auto GLX. Billete de ida y vuelta

No estaríamos contando aquí nuestro viaje de ida y vuelta entre Madrid y Zaragoza si no hubiese sido un tanto 'especial'. Sobre la primera parte de la ruta no hay tanto que decir, salvo que sorprende el confort de marcha y la seguridad rutera que se aprecia al volante del Ignis, vehículo que conserva un nombre largamente usado por la firma japonesa pero que innova en todo lo demás: plataforma, suspensión, asistentes de conducción, mecánica… Los 90 CV y 12,2 mkg de par del motor 1.2 DualJet de gasolina dan bastante de sí, y los 323 kilómetros entre la capital del país y la Catedral-Basílica del Pilar, en Zaragoza, suponen casi un paseo. El Ignis, con sus 3,70 metros de largo y 1,69 de ancho, es un urbanita perfecto, pero se adapta bien a los viajes por autovía o carretera, donde presume de buena 'pisada' y un consumo moderado. Los 5,7 l/100 km medidos en nuestro recorrido 'asfáltico', con crucero sostenido de 120 km/h por la A-2, son un buen ejemplo de ello. Convirtiéndolo en dinero, hablamos de 22,50 euros de gasolina, no mucho más de lo que cuesta un billete de autobús entre ambas ciudades. Y si dividimos esa cantidad entre cuatro, cada ocupante del Ignis habría viajado de Madrid a Zaragoza por unos 6 euros.

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En cualquier caso, creemos aún más interesante la segunda parte de esta historia. Hay más que contar porque debíamos regresar por caminos y no teníamos un todoterreno 'puro' para hacerlo, sino un racional y compacto 'crossover' dotado, eso sí, de la tracción integral AllGrip Auto que Suzuki emplea en varios de sus modelos. De hecho, creimos que sería buena idea disponer de un segundo vehículo… por si las moscas. Eran cientos de kilómetros 'off road' -una ruta, por cierto, desconocida para nosotros-, y preferíamos prepararnos ante lo que pudiera ocurrir. Pero, podemos adelantarlo ya, el Vitara 'de apoyo' no tuvo que intervenir jamás.

Así las cosas, tras recorrer la capital aragonesa ponemos rumbo de nuevo a Madrid, y en la salida 298 abandonamos la autovía, una remozada A-2 que ya no volveríamos a pisar hasta el límite provincial entre Guadalajara y Madrid, cuando descubriríamos asombrados que el gasto medio en uso 'campero' se había quedado en sólo 6,8 l/100 km. Casi increible.

Es otoño, y en un año normal nuestro itinerario mostraría ya un paisaje reverdecido por las primeras lluvias tras el estío, pero este 2017 ha sido seco como pocos y la falta de precipitaciones parece haberse cebado de forma especial en estas comarcas a caballo entre tierras del Ebro y del Tajo. Nos lo confirma un paisano, todavía en suelo zaragozano, cuyo impoluto Fendt bloquea el camino junto a un campo de almendros: «mala cosecha este año, porque heló muy tarde en primavera y luego no ha llovido nada». Después, sorprendido por nuestra presencia en una zona por la que «no pasa nadie», se interesa por la ruta en cuestión y se ofrece a apartar su vehículo. Pero no es necesario, porque el Ignis sale de la pista, recorre unos metros del rastrojo y retorna al camino salvando la pequeña cuneta y evitando al tractor.

Pasan los kilómetros, y la aridez del entorno -quien quiera saber lo que es la desertificación tiene en esta región del centro peninsular un buen espacio para aprender- se traduce en densas nubes blanquecinas que se elevan tras nuestros pasos. Los dos coches se van cubriendo más de arena que de polvo con el transcurrir de las horas, y en ocasiones más parece que recorremos el norte de África que las inmediaciones del Jalón, afluente del Ebro.

Salvo pequeños trechos de carretera, coincidentes normalmente con las travesías de apacibles pueblos donde las huellas de la emigración y el abandono son evidentes, más del 90 por ciento de nuestra ruta desde Zaragoza iba a transcurrir lejos del asfalto, y casi siempre por buenos caminos de tierra donde la velocidad media no es baja. Pero también hay lugar para los pedregales, para suelos agrestes que ponen a prueba los neumáticos -ni un pinchazo, y eso que rodábamos a ritmo 'alegre'- y la resistencia del conjunto. Golpeteos, vibraciones, piedras que saltan contra los bajos… Podría parecer una tortura inapropiada para nuestro Ignis, pero Suzuki siempre se ha distinguido por la robustez de sus productos y este nuevo modelo no es una excepción. De hecho, al final del test bastará con un túnel de lavado para dejar el vehículo en el mismo estado en que nos fue cedido.

Quien se aventure en situaciones similares debe calcular medias de 25 km/h. Porque lo que se gana en los mejores caminos se pierde, con creces, en las veredas más difíciles e irregulares; esas por las que parece no haber pasado nadie desde que El Cid patrullase la zona. Y habremos de sumar las paradas, pues aquí y allá apetece detenerse para disfrutar la solitaria belleza de unos campos en los que la mano del hombre se va borrando, los rebaños de ovejas se han convertido en excepción y los pueblos resisten con sus caseríos semidespoblados: Munébrega, Ibdes, Iruecha, Luzón, Renales… Es una España que también existe y que atesora un patrimonio tan atractivo como olvidado.

El Ignis se mueve como pez en el agua por estos andurriales, y en los 300 kilómetros largos cubiertos de regreso a la capital no hay un obstáculo que le obligue a retroceder para intentarlo de nuevo. Conviene ir atentos si las roderas de la pista son profundas, pues el 'labio' inferior del frontal queda entonces más expuesto, pero hasta en situaciones extremas sorprende la agilidad del 'crossover' de Suzuki, capaz de salvar tramos descarnados con una de sus ruedas a un palmo del suelo.

Y es que la tracción AllGrip Auto nos ha parecido eficaz, al igual que la función Grip Control; aunque si tuviésemos que elegir una cualidad del pequeño Ignis nos quedaríamos, quizás, con su calidad y robustez: tras semejante excursión nada vibraba, nada sonaba y todo seguía en su sitio.

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Seguridad: La máxima dotación de serie se traduce en 5 estrellas euroncap

El Ignis 1.2 AllGrip con acabado GLX de nuestro test mereció la máxima nota posible 'cinco estrellas' en las pruebas de seguridad de EuroNCAP por su notable protección en caso de choque y su completo equipo de serie, que incluye el 'Dual Camera Brake Support'. Una de sus funciones preventivas es el Control Predictivo de Frenada, que avisa al conductor si hay riesgo de colisión para que frene. Si aumenta el riesgo, el sistema aplica una leve fuerza de frenado y sigue avisando; y si el conductor responde frenando, el sistema aumenta la fuerza de frenado. Pero si el conductor no responde y la colisión es inevitable, el sistema actúa frenando automáticamente. A ese asistente se suma la Alerta de Cambio de Carril -avisa al conductor mediante una vibración del volante y una luz en la instrumentación- y la Alerta Antifatiga, además de otros muchos elementos de seguridad, también de serie: airbag frontales y laterales delanteros, airbag de cortina en las cuatro plazas, pretensores y limitadores de esfuerzo en todos los cinturones, anclajes Isofix traseros…

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Uso invernal y 'off road': Un utilitario de capacidades sorprendentes

La tracción AllGrip Auto del Ignis garantiza una gran libertad para seguir conduciendo sin que nos afecten los cambios del clima o el tipo de superficie por el que transitamos. Se trata de un sistema de tracción 4WD de acoplamiento viscoso que distribuye par automáticamente a las ruedas traseras cuando detecta pérdidas de agarre en el tren delantero, lo que puede ocurrir sobre caminos de tierra o carreteras nevadas, pero también con lluvia y en vías asfaltadas con gravilla en sus márgenes. Esta eficaz tracción total de Suzuki se asocia en el Ignis a otras virtudes, como una mayor altura al suelo y generosos ángulos de ataque y salida, ideal si nos atrevemos con pistas bastante 'rotas'. Y con barro o nieve abundante será decisiva la función Grip Control, que aplica el freno rápidamente a la rueda que pierde agarre mientras envía par a la rueda opuesta, mejorando el rendimiento mediante el control de tracción. Asimismo, el Ignis AllGrip Auto se beneficia del Control de Descenso de Pendientes, que limita a unos 10 km/h la velocidad al bajar cuestas pronunciadas, o el Control de Retención en Pendientes, que durante dos segundos impide al coche recular mientras el pie se mueve del freno al acelerador.