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Skoda Superb 2.0 TDI. Se mire como se mire, 'cochazo'

No hemos pasado tantas horas en el nuevo Superb como el director de La Vuelta o el del pasado Tour de Francia -a muchos les sonará la estampa de la berlina checa, precisamente de color rojo, siguiendo a los ciclistas-,pero sí las suficientes para verificar que cuando Skoda hablaba del inicio de una nueva era no se trataba de una frase hecha, sino de algo tangible. Desde que la firma pertenece a Volkswagen sus productos han progresado mucho, ganándose una merecida fama de practicidad, economía y robustez, al tiempo que se beneficiaban de gran parte de las tecnologías del 'banco de órganos' del consorcio alemán. Pero, como reconocían en la propia Skoda, faltaba algo para cerrar el círculo: una imagen más moderna y personal. Hace seis años, durante una cena con Walter de Silva, máximo responsable de Diseño del grupo Volkswagen, nos confesaba que su gran reto era dar otro aire a la gama checa. Con el tercer Octavia, presentado a finales de 2012, vimos los primeros frutos, pero este nuevo Superb, buque insignia del fabricante, expone más claramente por dónde quiere ir la marca.

No entraremos en valorar la estética, porque es un capítulo muy personal y para eso están las fotos, pero al Superb III no se le puede negar empaque -mide 486 centímetros de largo por 186 de ancho, cuando las cotas de todo un BMW Serie 5 son, respectivamente, 491 por 186- y presenta una carrocería mejor 'trabajada' que las de sus antecesores, como demuestra su aerodinámica, que en la versión probada presume de un Cx ligeramente superior al 0,27.

Un maletero inmenso

Frente al Superb II, el nuevo modelo pierde el sistema TwinDoor de acceso al maletero -permitía que se abriera como portón o como tapa pequeña-, pues se opta ahora por un portón convencional, menos complicado y que garantiza la máxima practicidad. Lo mejor de todo es que al alzarlo se abre ante nosotros un área de carga inmenso, con 625 litros que podemos ampliar a 1.760 si abatimos por completo el respaldo trasero divisible en secciones asimétricas. En eso, nuestro protagonista no tiene rival, porque con dos plazas en uso la 'bodega' de equipaje mide 207 centímetros de largo por 101 de ancho. Pero llama la atención que los gatillos que sueltan y tumban los respaldos se paguen aparte -85 euros-, y la práctica opción 'carga larga', que permite abatir el respaldo del pasajero delantero, no se ofrece para el acabado L&K. En los otros tres niveles disponibles con el motor 2.0 TDI 150 -Active, Ambition y Style- sí, y por otros 85 euros.

Esa es una de las peculiaridades del nuevo Superb: ofrece mucho equipamiento, y en general la dotación de serie es completa, pero deja al usuario la responsabilidad principal de personalizar su coche mediante una extensísima lista de opciones -con precios bastante razonables- que recuerda las de modelos 'premium'. Aunque si queremos dejar boquiabierto al vecino -debemos contar que el nuevo Superb causaba sensación y una especie de 'incredulidad' allá por donde pasábamos- lo mejor será inclinarse por el nivel Laurin & Klement analizado, que frente al ya lujoso Style añade llantas de 18 pulgadas, cristales oscurecidos, tapicería de cuero, inserciones interiores en Negro Piano, iluminación ambiental más cuidada, alfombrillas gruesas, navegador, pantalla de 8 pulgadas -de 5 o de 6,5 en el resto-, equipo de sonido Canton, sistema de telefonía bluetooth con WLAN, reglaje de chasis con varios programas de conducción, techo solar eléctrico, apertura y cierre del maletero eléctricos con función 'sin manos' -el portón se levanta al pasar el pie bajo el paragolpes-, redes de sujeción de carga, luz-linterna en el maletero, cortina parasol trasera… Entre la talla del coche y semejante dotación, los 39.510 euros de la factura parecen más que justificados. Y no digamos los 34.370 que cuesta tras aplicar el generoso descuento comercial de 5.140 euros, rebaja que se aplica a los otros acabados, de modo que el Superb 2.0 TDI 150 DSG con acabado Active se queda en 25.855 euros; y el Ambition, que parece la alternativa más lógica, ronda los 26.800.

Calidad y refinamiento

Pero la nueva berlina grande de la casa checa no es sólo un gran maletero y un generoso equipamiento. Nada más entrar al coche quedaremos gratamente impresionados, pues hay sensación de calidad y refinamiento en un interior nada recargado y donde priman el orden o la funcionalidad: muchos huecos para colocar cosas, mandos a mano, correcta visibilidad… Materiales y ajustes están a buen nivel, y aunque dista del acabado de un Audi A4 y se queda ligeramente por debajo del exhibido por el VW Passat, a la terminación del Superb debemos darle un notable alto. Y en esta versión L&K, más exclusiva, un sobresaliente.

Contribuye a optimizar nuestra percepción la impresionante amplitud, pues si el modelo anterior ya era habitable, el nuevo incrementa la cota de anchura casi cuatro centímetros, y le hemos medido 138 en la segunda fila -137,5 tiene el Serie 5 antes citado- al nivel de las caderas. Altura hay de sobra, y no digamos espacio para las piernas en la zona posterior, donde disfrutaremos de un hueco digno de una berlina de lujo en versión alargada. Con un conductor de 1,75 al volante, en la plaza trasera correspondiente quedan 83 centímetros de distancia entre respaldos, cuando al Audi A8L le medimos 85. El túnel central de transmisión -Skoda también ofrece variantes 4×4 del Superb- es un poco voluminoso, pero detrás hay tanto espacio que apenas incordia al hipotético quinto ocupante, que viajará muy cómodo también.

Además, el coche está bien insonorizado -el motor se deja oír con cierta claridad en frío, pero sólo desde fuera- y filtra las irregularidades del firme, aunque en el modo Sport la amortiguación se endurece y transmite más los defectos del asfalto. Sobre todo con los 235/40 R19 opcionales montados en la unidad de prueba, excesivos a nuestro juicio, pues ya los 235/45 R18 de serie en el acabado L&K se nos antojan exagerados cuando bajo el capó hay un motor de 150 CV. Si hablásemos del 2.0 TDI de 190 CV -2.000 euros de sobrecoste- justificaríamos más tanta goma por las mejores prestaciones de esa versión.

Perfecto equilibrio entre comodidad y comportamiento

Y más que el confort en sí, lo que convence es el equilibrio entre comodidad y comportamiento, que se traduce en agrado. Puede que haya berlinas más eficaces al límite desde un punto de vista deportivo, pero el Superb frena bien -es otra de las ventajas de la ligereza-, tiene una dirección precisa y presenta un buen aplomo pese a que los tarados de suspensión -en modo Normal, por ejemplo- tienden a suaves.

Un chasis a la altura de lo requerido por un motor 2.0 TDI de 150 CV y generoso par -34,7 mkg de 1.750 a 3.000 rpm- que se combina con un cambio automático -tiene modo manual secuencial y levas en el volante- de seis marchas al que debemos alabar por su inmediatez, pero no tanto por suavidad, pues en frío se notan algunos tirones. En modo Eco adopta la función 'circulación a vela' -pone el motor al ralentí cuando dejamos de acelerar en plena marcha-, lo que ayuda a bajar aún más el gasto real, que en nuestro test por recorrido mixto fue de sólo 6,2 l/100 km. Un valor contenido para una berlina tan grande y cuyas prestaciones, sin ser de 'GTI', satisfarán a casi todos, pues le hemos medido 9,5 segundos para acelerar hasta 100 km/h -bien es cierto que anuncia 8,9- y 7,5 para recuperar de 80 a 120 km/h, lo que garantiza adelantamientos rápidos y seguros.