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Skoda Spaceback 1.6 TDI DSG: Con ideas claras

La familia Skoda sigue creciendo, y desde hace poco ya cuenta con un militante en el segmento de los modelos compactos: el Spaceback. Al haber nacido casi a la vez que sus 'primos' del grupo Volkswagen -los nuevos Audi A3, Seat León y VW Golf- podría pensarse en una base común, pero el Spaceback no equipa la innovadora plataforma modular MQB que sí llevan los tres coches citados, sino que emplea la llamada A05+, que es la de Ibiza, Polo y A1 con dimensiones ampliadas, y con el tren trasero de las generaciones anteriores de León y Golf. O sea, como el Skoda Rapid y el nuevo Seat Toledo.

De hecho, el Spacebak se llama Rapid Spaceback en otros países, lo que deja claro el 'parentesco'. Es por ello que el Spaceback no goza del tacto exquisito de los compactos de Audi, Seat y Volkswagen -perfecto filtrado de la carretera, aplomo total en recta, pisada sólida en curva…- sino que tiene, por así decirlo, un rodar más normal. Eso podría ser una pega si hablásemos de una versión deportiva, pero los Spaceback apuestan por la practicidad, la economía y una sencillez que muchos valoran positivamente. Sobre todo cuando el conjunto funciona y satisface en el día a día a quien busca un 'coche-herramienta' y desea aquilatar la inversión. 

Buen comportamiento

Además, que el tacto no sea 'exquisito' no significa que no sea bueno, pues el modelo checo se comporta bien en general y presume de un chasis al nivel de lo exigido por un motor con menos de cien caballos: la suspensión cumple su tarea con nota y presume de compromiso entre eficacia y confort, la dirección es precisa y rápida -2,6 vueltas entre topes-, y los frenos, con discos ventilados delante y discos detrás, son enérgicos y resistentes ante los tratos intensos.

Los 39,2 metros para detenernos desde 100 km/h o los 51 exactos que ha necesitado para pararse desde 120 km/h son distancias cortas, virtud en la que han influido los neumáticos opcionales 215/45 R16 de nuestra unidad -son de serie en el nivel Elegance-, que ponen mucha más goma en contacto con el firme que los 185/60 R15 que vienen de serie las versiones Active y Ambition. Extraña, en cualquier caso, que de 185 haya que pasar a 215, pues una talla intermedia sería idónea.

Pero, todo sea dicho, estamos ante un modelo de enfoque tranquilo, dirigido a quienes buscan la economía de un motor diésel y el confort o la sencillez de manejo que procura un cambio automático. Gente dispuesta a pagar los 1.650 euros que cuesta este tipo de transmisión y con una alta proporción de kilometraje urbano. Y para ellos, las prestaciones de nuestro protagonista resultarán suficientes, pues le hemos medido 11,6 segundos para pasar de 0 a 100 km/h -la marca anuncia 12,1-, y eso se traduce en ágiles salidas desde los semáforos o al acceder a una rotonda con tráfico intenso. Las marchas entran con rapidez y suavidad, y al haber siete marchas se aprovecha mejor cada caballo de potencia.

Sólo 5,4 l/100 km de consumo medio

Pero hay dos cosas a matizar. La primera, que a bajísima velocidad -por ejemplo, en un atasco morrocotudo con constantes parones y arrancadas- aparece cierto traqueteo, como si el coche quisiera avanzar más deprisa de lo debido. Y, curiosamente, se nota más en 'D' que en 'S'. La segunda, que no hay levas de cambio en el volante ni en opción. Y no estaría mal que, como ocurre en A3, León y Golf, también se ofreciera el cambio DSG con el motor 1.6 TDI de 105 CV, más resolutivo en carretera y a plena carga. No obstante, las prestaciones de la versión probada nos han convencido en vías interurbanas, pues tiene una velocidad punta de 182 km/h, recupera de 80 a 120 km/h en 8,8 segundos -10,3 requirió el Renault Captur 1.5 dCi 90 con caja EDC de doble embrague- y hay cierta sensación de brío. Y el gasto real es realmente moderado.

En cuanto a la carrocería, bien por amplitud –415 litros de maletero y 76,5 centímetros para las piernas en la segunda fila con un conductor de 1,75 al volante- y por funcionalidad. El diseño interior es sobrio, y la terminación no es mala en cuestión de ajustes, aunque no hay materiales de gran calidad y priman los plásticos duros. En eso, el Spaceback dista del León, y no digamos del Golf. Los asientos son cómodos, pero si queremos que sujeten más podemos pedir las butacas Sport -245 euros-, una de la muchas opciones que ofrece Skoda a buenos precios. Además, nos permiten elegir entre tres acabados: el Ambition aquí presente; el Active, 1.080 euros más barato, y el Elegance, 1.250 euros más caro.