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Skoda Spaceback 1.4 TSI DSG7. Ejercicio razonable

La distribución de 'funciones' entre las diferentes marcas del grupo Volkswagen parece especialmente bien definida en su oferta de coches compactos, con un Audi A3 cien por cien 'premium', un Volkswagen Golf tecnológicamente avanzado y más equilibrado en el apartado calidad/precio, un Seat León con muchos de los ingredientes del A3 y el Golf pero más barato y con cierto toque deportivo, y un Skoda Spaceback más sencillo y asequible que sus tres 'parientes'.

Porque, para empezar, la firma checa no recurre a la moderna plataforma MQB que sí usan Audi, VW y Seat, lo que tiene consecuencias en dos apartados: a nivel tecnológico, pues no encontramos asistentes de seguridad tan innovadores como en los otros tres compactos; y en cuestión de tacto de conducción, pues el rodar del Spaceback transmite sensaciones menos refinadas. Hay estabilidad y confort, pero la pisada del modelo de Skoda recuerda más a las anteriores generaciones de León y Golf -de las que toma componentes que asocia a otros provenientes de Audi A1, Seat Ibiza y VW Polo- que a las actuales. No está a la última y comparte base con Skoda Rapid y Seat Toledo, pero eso no debe entenderse como demérito, pues el Spaceback da buen resultado una vez puesto sobre el asfalto, lo que tiene una especial relevancia en la versión que nos ocupa, que es la más potente en una gama que apuesta más por la economía que por el dinamismo.

La transmisión realza las prestaciones

Y aunque no puede hablarse de deportividad, hay agrado de uso y prestaciones más que suficientes para disfrutar al volante, toda vez que los órganos esenciales del vehículo son de eficacia probada. Así, bajo el capó encontramos el 1.4 TSI de gasolina en su versión de 125 CV, que gracias a la inyección directa y al turbo combina empuje a cualquier régimen -la potencia máxima llega a sólo 5.000 rpm y el par máximo es constante de 1.500 a 4.000 vueltas- y consumo moderado. Se anuncia una media de 5,8 l/100 km casi imposible de alcanzar en la práctica, pero los 7,5 litros medidos en el recorrido mixto con ciudad, carretera y autovía a buen ritmo están bien. Y en el depósito caben 55 litros, sinónimo de una generosa autonomía.

Además, la transmisión DSG de doble embrague y siete marchas realza las prestaciones, como demuestran esos 9,6 segundos medidos para alcanzar 100 km/h o los 6,6 que tarda en recuperar de 80 a 120 km/h, lo que da seguridad al afrontar adelantamientos. Y el comportamiento, aunque menos 'redondo' que el de un León o un Peugeot 308, es bueno, destacando una estabilidad estupenda -mejor con los 215/40 R17 que montaba nuestra unidad-, una dirección muy rápida y frenos potentes: 51,9 metros para detenernos desde 120 km/h.