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Skoda Kodiaq RS 2.0 TDi DSG 4×4 7 plazas. Se hace querer

Visto que la fecha inicial de 2040 para el final del diésel pasa a ser un «horizonte negociable» y que ahora la responsable política que daba por muerto este combustible dice que los propulsores de combustión «todavía tienen mucho que decir», nos hemos 'atrevido' a probar un todocamino diésel. Para más señas, un superdiésel con doble turbo, dos litros de cilindrada y 239 caballos que homologa un consumo medio de 6,4 l/100 km. Y esta joya va escondida dentro del vano motor de un Skoda Kodiaq RS; o, lo que es lo mismo, un todocamino de siete plazas que el verano pasado una rapidísima dama llamada Sabine Schmitz se empeñó en convertir en el SUV de siete plazas más rápido del mundo en el trazado Nordschleife del circuito de Nurburgring.

Las iniciales RS corresponden a 'Rally Sport', y se utilizaron por primera vez en 1974, en dos prototipos para rallies. Sin embargo, es la primera vez que Skoda utiliza estas míticas siglas en un todocamino. Y el resultado en el Kodiaq no puede ser más seductor. Porque este modelo se convierte en un todocamino que lo tiene prácticamente todo: es versátil, tiene espacio para siete ocupantes -o para cinco con un maletero gigante-, corre mucho y gasta poco, está hecho a conciencia, su equipamiento está al nivel de la mejor alternativa premium del segmento, en dinámica merece un notable alto, no suena a diésel y su aspecto es imponente. Una lista de argumentos difícil de igualar.

De 0 a 100 km/h en 7 segundos

Pero comencemos hablando de un propulsor que consigue situar a la versión RS en un escalón superior por prestaciones o refinamiento. Porque el Kodiaq más deportivo acelera de 0 a 100 km/h en 7,0 segundos -7,3 en nuestras pruebas-, un dato que no puede pasar desapercibido porque hablamos de un vehículo de dos toneladas y 1,68 metros de alto, con unos 'zapatos' de medida 235/45 R20. Para hacernos una idea más clara, diremos que el Kodiaq RS acelera de 0 a 100 km/h en menos tiempo que un Golf GTD de cinco puertas y 184 CV… pesando el checo 450 kilogramos más.

El propulsor diésel biturbo, que para los más quisquillosos hay que decir que pasa todas y cada una de las exigentes normas anticontaminación, se combina con un cambio automático de doble embrague DSG de 7 velocidades que, salvo en algunas arrancadas desde parado en las que acusa un ligero retardo, funciona como un reloj cuando se trata de sacarle todo el jugo a la potencia y el par. Por ejemplo, en modo manual, y recurriendo a las levas de cambio del volante, en tercera velocidad la aguja del cuentavueltas del Kodiaq RS roza las 5.000 rpm, cambiando a una marcha superior cuando el velocímetro marca 100 km/h. Y a esas alturas, este diésel comienza a enamorar como un buen gasolina, porque unas excelentes prestaciones no llevan aparejado en este caso un consumo descomunal. Porque no es descomunal hablar de 8,4 l/100 km de media real, y tampoco lo es que ni en ciudad o realizando una conducción deportiva el gasto suba por encima de los 10 l/100 km. Y el remate lo pone un sonido que engancha, porque en vez de sonar a diésel suena a V8 de gasolina… un sonido simulado, claro está. Se denomina 'Dynamic Sound Boost' y es un altavoz situado junto a los escapes que simula ese sonido y que aumenta o disminuye en función del modo de conducción seleccionado. Eso sí, si uno termina cansándose se puede eliminar activando el modo ECO o apagándolo directamente en modo Individual.

El Kodiaq RS tiene un aspecto soberbio, y lo cierto es que una vez en marcha no decepciona. No decepciona por prestaciones, pero tampoco lo hace en ningún otro aspecto. Suavidad y genio se complementan a la perfección para combinar un uso familiar y el andar que requiere transportar a una familia completa de viaje o al colegio en el día a día, con una utilización más ágil gracias, entre otras cosas, a un comportamiento sobresaliente apoyado por un sistema de suspensión regulable. Esta se ajusta desde un mando que permite seleccionar hasta seis modos de conducción. Y en modo 'Sport' el Kodiaq RS se transforma y pasa de ser un pacífico todocamino a un auténtico RS con genio y marcas de deportivo, que dejan bien alto el pabellón de la sección deportiva de Skoda. Claro que no se puede comparar la agilidad de un corpulento y pesado SUV con la de un compacto GTI; sin embargo, llama la atención la solvencia y decisión con que el Kodiaq RS se despacha una carretera de montaña repleta de 'paellas', el elevado ritmo que se puede mantener en estos escenarios y la sensación de seguridad que transmite su aplomo, su eficaz sistema de frenos y su magnífico tacto de la dirección. Hay inercias, y muchas veces hay que levantar el pie más que porque el coche no vaya a pasar por su sitio -que termina pasando-, porque cuesta asimilar que algo así de grande y pesado sea capaz de hacerlo.

¿Están justificados los 47.000 euros que cuesta el modelo más caro de la marca checa? Pues la verdad es que por potencia, equipamiento, prestaciones y número de plazas el coche está en precio. Otra cosa es que no haga falta gastarse tanto para tener algo parecido. Por ejemplo, un Kodiaq 2.0 TDI de 190 caballos con cambio DSG, tracción total y siete plazas cuesta 35.000 euros, que son 12.000 euros menos y eso da para mucho.

Pero la decisión es muy particular. Ambos modelos se hacen querer, aunque el protagonista de nuestra prueba, además, engancha por su buen hacer; y de nuevo pone en valor la importancia de un gran propulsor diésel en un gran todocamino.

LA CLAVE

En este tipo de coches, grandes, pesados y potentes, determinados motores diésel siguen siendo la alternativa perfecta para no dejarse el sueldo de cada mes en repostar. Pero si además no suenan a diésel y corren lo suficiente para no echar de menos ni un sólo caballo, aunque vayan cargados a tope, el resultado es brillante.