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Skoda Kamiq 1.6 TDI 115 Style. Carretera y manta

Hace unas semanas pasaba por nuestras páginas el Kamiq con motor 1.5 TSI de gasolina, que por prestaciones -150 caballos-, agrado de uso y gasto -la desconexión activa de cilindros obra el milagro- se convierte en nuestra versión ideal. Pero 'ideal' no es lo mismo que 'razonable', y a la hora de recomendar un Kamiq, valorando también el precio de compra, apuntaríamos hacia otros dos motores: en gasolina, el 1.0 TSI de 115 CV, un eficaz tricilíndrico que se ajusta probablemente al 80 por ciento de los usuarios; y en diésel, el 1.6 TDI de idéntica potencia, quizás la 'compra maestra' para los más ruteros porque empuja realmente bien en carretera y consume muy poco. Y cuando se hacen 15.000, 20.000 o 25.000 kilómetros al año, eso tiene su relevancia; sobre todo si los hacemos en un SUV, que siempre pesa algo más y tiene peor aerodinámica por su tamaño, lo que tiende a elevar los promedios de gasto al viajar.

En el caso que nos ocupa, la homologación NEDC habla de 4,2 l/100 km de media, mientras que la nueva WLTP, más realista, fija el consumo medio en 5,0 l/100 km. Y esa será seguramente la media que logremos a poco que conduzcamos con tranquilidad y respetemos radicalmente los límites de velocidad. En nuestro recorrido mixto, bajo condiciones más exigentes para simular ritmos algo más 'vivos', perfiles orográficos complicados o viajes a plena carga, la media se ha ido a 5,9 l/100 km, que nos sigue pareciendo un valor excelente al que calificamos con nuestras cinco estrellas. De hecho, ha gastado menos que el Toyota C-HR de 122 CV, pese a la mecánica híbrida ECO del japonés. Y como el depósito del Kamiq admite 50 litros -sólo 40 en los Seat Arona y Volkswagen T-Cross, con los que comparte la plataforma MQB-A0-, las paradas para repostar se espacian mucho en los desplazamientos más largos. Y eso, es confort.

En cuanto a las prestaciones

Nuestro protagonista cumple con lo que exige la mayoría en este segmento, y con buen criterio se ha optado por este 1.6 TDI 115 como única alternativa diésel. Quizás el par máximo, de 25,5 mkg, no bata récords, pero está presente desde sólo 1.500 rpm y no decae hasta las 3.250, de manera que hay empuje a lo largo del régimen de giro donde más se mueve un conductor. Y los 115 CV -116 en realidad- aparecen a 3.250 rpm y se mantienen constantes hasta las 4.000, de modo que siempre encontramos 'chicha' bajo el pie derecho al acelerar. No es un bólido, pero mueve bien un conjunto relativamente ligero: 1.336 kilos en orden de marcha. Los 8,4 segundos para pasar de 80 a 120 km/h en cuarta no te pegan contra el respaldo al realizar adelantamientos, pero transmiten el ímpetu suficiente para sentirse seguro. Y en quinta son 11,8 segundos, todavía dentro de lo razonable. Por contra, los 16,1 segundos del '80-120' en sexta ya son algo excesivos -al tener un desarrollo final de 56,3 km/h por cada 1.000 rpm la maniobra se inicia a 1.420 vueltas-, lo que anima a jugar con el cambio -cómodo por suavidad y recorridos- si queremos sacar el máximo provecho del cuatro cilindros turbodiésel.

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Aunque hay otra solución: pedir el Kamiq 1.6 TDI con cambio DSG7, 1.690 euros extra bien empleados pues aumenta el agrado en ciudad y carretera, y sentiremos mayor sensación de empuje al acelerar con ganas.

Y en materia de dinamismo, el resto del conjunto acompaña

Como no es una versión deportiva, la puesta a punto 'turística' que trae el Kamiq de serie le sienta como un guante, pues la firma checa prima el equilibrio entre comodidad y seguridad. No obstante, y pensando en conductores que valoren mucho la agilidad al volante y quieran minimizar los balanceos en curva o en rotondas, opciones como el Sport Chasis Control -420 euros- o el Drive Mode Select -105 euros- no parecen mala idea, pues aumentan el aplomo del coche si se retuerce el trayecto. ¿Y cambiar los 205/55 R17 de serie por unos 215/45 R18 que cuestan 350 euros? Puede que la estética mejore, pero ya no somos tan partidarios porque perderemos confort sobre mal firme o en caminos -los 188 milímetros de altura libre al suelo permiten afrontar pistas con garantías- y tampoco ganaremos mucho agarre. Por ejemplo, nuestra unidad de prueba conservaba las gomas de serie y se movía con soltura, a lo que contribuye el buen rendimiento de los frenos -51,8 metros para parar desde 120 km/h- y una dirección precisa con 2,7 vueltas de volante.

Y aunque, pensando en ese público rutero, nos hemos centrado en aspectos dinámicos, el SUV urbano de Skoda brilla también en otras muchas facetas. Una es la amplitud del habitáculo, con una segunda fila donde viajarán a sus anchas hasta los pasajeros más altos, y otra es el maletero, con 400 litros muy aprovechables por sus formas regulares. Lástima que el Kamiq no ofrezca una banqueta trasera corredera que permitiese elegir entre mucho hueco para piernas o mucho espacio para maletas.

En acabado despunta también por la calidad de materiales -más zonas mullidas que en los Seat y Volkswagen comparables-, la precisión de ensamblaje y la ausencia de rebabas plásticas o 'grillos' al rodar por carreteras rotas. Y todo eso deriva en un notable confort, apartado donde sólo desentona la vibración que transmite el motor -un molesto retemblor al acelerar- cuando gira entre 1.000 y 1.400 revoluciones por minuto.

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La guinda son detalles tecnológicos como la instrumentación digital configurable o la pantalla de 8 pulgadas, y un equipo de serie completo en este nivel Style probado: alerta de cambio involuntario de carril con asistente de corrección de trayectoria, Front Assist con frenado de emergencia, cámara trasera, detector de fatiga, faros Full LED, climatizador bizona… Además, la lista de opciones, larga y con buenos precios, permite personalizar el coche a voluntad.

LA CLAVE

Con productos como éste… quién puede, en su sano juicio, tratar de acabar con los vehículos diésel. Porque en modelos compactos de tipo SUV, que cumplen igual de bien en la ciudad como moviendo a la familia en sus vacaciones y aventuras de fin de semana, tener un motor que rinde así y gasta tan poco resulta una bendición. Versión llena de lógica para un Kamiq que acaba convenciendo a todos los niveles.