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Seat León Sportstourer 1.4 e-Hybrid FR. A muchas bandas

Solemos decir que un vehículo es mejor cuantos más problemas resuelva a su dueño y más posibles aplicaciones tenga; y si seguimos esa máxima, nuestro protagonista es un coche realmente ejemplar, pues cubre múltiples usos 'de los de verdad'. Es decir, no sirve para hacer excursiones por campo porque no es un SUV… ¿pero quién las hace habitualmente? En cambio, se enfrentará sin problemas a la gran ciudad con su etiqueta 0 y su batería de 13 kWh -la capacidad útil está en tono a 10- con la que rondaremos los 50 kilómetros reales de alcance eléctrico -el único 'pero' puede estar en sus 4,64 metros de largo, que dificultarán algo el estacionamiento en línea en zonas céntricas-; mientras que en los fines de semana o en vacaciones dispondremos de un infatigable rutero donde acomodar a la familia -impresionante el hueco para las piernas en la segunda fila- y a su equipaje, por más que la electrificación de la mecánica haya menguado 150 litros el volumen del maletero, que pasa de 620 a 470 litros con las cinco plazas en uso. Pero sus formas regulares y el respaldo abatible por secciones asimétricas -tumbándolo por completo dispondremos de 1.450 litros hasta el techo- garantizan la versatilidad.

Y se nos ocurre un tercer uso en el que el León Sportstourer e-Hybrid de acabado deportivo FR -también lo hay en nivel Xcellence- brilla: el disfrute al volante. De acuerdo, es un coche ecológico y un familiar, pero tiene un lado dinámico que acaba tornando más gratos los traslados de un punto A a un punto B. Sobre todo si nos gusta conducir. Y más que sus 204 CV totales o su cambio DSG -aquí de seis marchas- con programa deportivo S y posibilidad de uso secuencial mediante levas, lo que inyecta dinamismo es la puesta a punto general. En Martorell son maestros a la hora de lograr un 'set up' que anime la conducción, y sin necesidad de llegar a los extremos de los modelos de Cupra -que también contempla el León e-Hybrid, aunque en ese caso en versiones de 204 y 245 CV-, sí disfrutamos de un tacto general bastante 'alegre'.

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La dirección progresiva con solo 2,1 vueltas entre topes ya es un puntazo -tanto callejeando por un casco antiguo como afrontando un puerto de montaña retorcido-, y los frenos se muestran a la altura de lo que exige un conjunto con más de 200 'jacos' y 1.658 kilos: 52,2 metros desde 120 km/h a 0. Además, la suspensión es firme y goza de serie de la amortiguación regulable DCC, que se reajusta según el modo de conducción elegido -Eco, Confort, Normal y Sport-, e incluso podemos reglar manualmente a través de un quinto modo, el Individual, con el que escogeremos -nos parece excesivo, pero a caballo regalado…- entre 15 grados de dureza. Y también nos gustaría que los modos pudieran seleccionarse más fácilmente, pues hay que acudir a la pantalla central, por la que pasaremos sí o sí para muchas cosas y con muchos pasos. Es decir, habrá periodo de aclimatación y casi siempre tardaremos más de lo debido.

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En este sentido, el diseño más digital del nuevo León tiene luces y sombras. Luces, por ejemplo, por la excelente instrumentación configurable que podemos diseñarnos prácticamente a la carta; o por los gráficos de alta calidad que tiene ese cuadro Digital Cockpit o la citada pantalla central táctil de 10 pulgadas. Sombras por el nuevo mando táctil de luces -echamos de menos la rueda tradicional-, por la ausencia de iluminación en ciertos mandos de la consola central o por el tiempo que dedicaremos a cosas que deberían ser más intuitivas, como resetear el ordenador de viaje o escoger entre los modos de conducción e-Mode -eléctrico puro- e Hybrid -el sistema decide qué motor o motores usar en cada caso-.

Y es una lástima, pues el interior en general merece una alta calificación, con materiales de bastante calidad y mejor remate, asientos estupendos, muchos espacios para guardar cosas… Y cuando nos ponemos en marcha todo sigue irradiando agrado, como la pisada aplomada, el silencio general -sobre todo al circular en e-Mode, que se selecciona de partida- o ese eficacísimo comportamiento que antes avanzábamos, ya que el León Sportstourer vira muy plano y va como por raíles. Y aunque está feo comparar, pese a que comparte prácticamente todo con el nuevo Skoda Octavia, el León va aún más 'redondo'.

Alcanza los 220 km/h

Hemos dejado para el final la mecánica, que asocia el 1.4 TSI de gasolina y sus 150 CV a un motor eléctrico con 85 kW -115 CV-, lo que da como resultado una aceleración de 0 a 100 km/h en 7,76 segundos reales: ¿alguien necesita salir más deprisa del semáforo o de la barrera del peaje? Y ojo, porque alcanza 220 km/h, que es más de lo que anuncia el Cupra Formentor VZ e-Hybrid de 245 CV. Asimismo, los adelantamientos son un visto y no visto, con 4,5 segundos para recuperar de 80 a 120 km/h; de manera que pocos echarán de menos un Seat León e-Hybrid de 245 CV.

Porque hay sensación de empuje hasta en e-Mode, en el que podremos movernos al ritmo del tráfico tanto por la correcta aceleración como por la velocidad punta eléctrica que alcanza: 140 km/h.

Será difícil que tirando de batería hagamos los 63,8 kilómetros homologados en ciclo WLTP, y mejor contar con los 48 que medimos nosotros. Pero eso a muchos ya les da para un día en la ciudad, escenario donde gasta 19,7 kWh/100 km reales, que a 18 céntimos por kilovatio cargado en casa -tarifa normal- son 3,55 euros cada 100 kilómetros. Además, cuando agotamos la batería -la potencia máxima de carga es de 3,6 kW- el León e-Hybrid seguirá gastando de forma racional: 6,5 l/100 km en autovía a 120 km/h. Asimismo, en el modo Hybrid podemos reservar carga de la batería para usarla más tarde, e incluso recargarla en marcha.

LA CLAVE

Me gustan los híbridos enchufables. Y tras probar un coche como el León e-Hybrid, más. Porque, por un lado, tenemos un vehículo 'normal' con el que viajar con la familia y toda su impedimenta. Pero, a la vez, disfrutamos de un eléctrico que anuncia 64 kilómetros -unos 50 reales- sin emisiones. Y ojo, con 204 CV.