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Seat Arona 1.0 TSI 110 DSG7 frente a Peugeot 2008 1.2 Puretach 130 EAT8. Las caras del éxito

El éxito de los denominados B-SUV ha sido tan espectacular como inesperado. Es cierto que han calado hondo entre los usuarios porque al final tienen un formato bien parecido con un tamaño contenido, ideal para moverse por la ciudad, incluso con la familia a cuestas.

Y dentro de este formato hay dos modelos que han triunfado a lo grande, hasta el punto de que dejan en entredicho a los dos utilitarios desde los que se derivan. Y hablamos de modelos del calado del Seat Ibiza y del Peugeot 208. En estas páginas enfrentamos al Seat Arona y al Peugeot 2008, es decir, a los dos modelos que dominan con autoridad las ventas en ese segmento en nuestro mercado. Y no sólo eso, el modelo español es, incluso, el más vendido en valores absolutos, con gran ventaja sobre el resto. Y parece que tendrá cuerda para rato, ya que acaba de someterse a una ligera actualización que le dará alas.

Y con esta puesta al día trae consigo el aparente acabado Xperience, de aspecto más poderoso y campero. Su diseño más robusto y moderno 'choca' con las líneas más agresivas y dinámicas del 2008, pero para gustos los colores.

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Lo cierto es que el francés es bastante más grande, aunque como veremos luego esa generosidad en centímetros no es directamente proporcional en aspectos como la habitabilidad. Y con la gasolina lanzada, apostamos por sus respectivos bloques tricilíndricos, en este caso de 110 CV en el Arona y de 130 en su rival. Podríamos haber elegido el PureTech de 100 CV en el Peugeot, pero nos privaba del cambio automático, o un TSI de 150 CV en el Seat, pero tiene menos tirón y obliga al acabado FR.

Con las dos versiones más equilibradas comenzamos el pulso. Muchas son las coincidencias, pero cada uno las afronta con su propia personalidad.

MOTORES. Bloques tricilíndricos

El 'downsizing' trajo consigo el recorte de las cilindradas para ganar en eficiencia. Y, en líneas generales, no defrauda en este tándem. Ambos apuestan por bloques tricilíndricos, pero el Arona apura más, con una cilindrada de un litro (1.2 en el 2008).

En ambos casos los 110 CV del primero y los 130 del galo mueven con soltura unos conjuntos que no llegan a los 1.400 kilos. Su naturaleza impar es evidente en ambos, sobre todo a ralentí, con alguna vibración extra y un sonido menos armonioso, que no molesto. Simplemente suenan diferente, y se hace más evidente en fuertes aceleraciones.

Dicho esto, la mayor potencia, par maximo y la entrega a más bajo régimen permite al 2008 gozar de unas mejores prestaciones. Sin embargo, las diferencias son mínimas, algo que nos ha sorprendido. Nunca superan el segundo en cualquiera de las mediciones realizadas en aceleraciones o recuperaciones, y no parece achacable simplemente a los 50 kilos de diferencia de pesos entre los dos vehículos.

CAMBIO AUTOMÁTICO. Convertidor de par o doble embrague

Por eso encontramos parte de la explicación en la transmisión automática con doble embrague del Arona, que se muestra más rápida en su funcionamiento que el más confortable convertidor de par de su rival, que además tiene una relación más (ocho) y firma unos desarrollos finales bastante más largos. Por eso la reacción al pisar el acelerador del 1.0 TSI es más rápida que en el 1.2 PureTech.

Todo esto no tiene mayor importancia en ciudad, donde ambos se mueven de maravilla por su formato contenido y su altura, pero en carretera el rendimiento sí que es un plus en seguridad, por ejemplo, al realizar un adelantamiento. Pues en este sentido no habrá que obsesionarse porque los dos firman dígitos muy similares. Por ejemplo pasar de 70 a 110 km/h en una maniobra de adelantamiento se traduce en 6,1 segundos y 152 metros en el Peugeot, mientras que el español apenas lo cubre con dos décimas de segundo y 10 metros más.

A LA CARTA. Modos de conducción

El conductor gana protagonismo en ambos vehículos porque puede cambiar de manera secuencial en las levas del volante, activar el modo más deportivo en el cambio o seleccionar los perfiles Eco, Normal y Sport en el asistente de conducción. El Arona también añade un modo Individual que permite gestionar parámetros del acelerador, el cambio o la dirección al gusto.

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Si analizamos sus respectivos chasis, nada nuevo o inesperado. Su vocación es urbana, pero ya tienen potencia más que suficiente para afrontar largos desplazamientos. La mayor pisada, refinamiento del cambio y mejor insonorización del interior hacen más agradable y confortable el uso del 2008 en autopista o carretera.

El Arona presume de un rodar que engancha porque resulta muy preciso y tiene un mejor equilibrio de suspensiones y chasis que lo convierten en un vehículo tremendamente ágil pese a su formato SUV. La dirección es más comunicativa, que no directa (ambos firman 2,7 vueltas de volante entre topes) y frena dentro de lo esperado, pero lejos de las distancias registradas por su rival, sencillamente fantásticas (34,8 metros para detenerse por completo desde 100 km/h, cuatro metros menos). Y eso que es algo más pesado y los neumáticos del Arona son más deportivos.

En cualquier caso son dos de las opciones dinámicas más solventes y agradables del segmento.

CONSUMO. También muy similar

Sus modestas cilindradas le permiten firmar unos consumos ajustados, pese a no tener aliados en forma de hibridación ligera, impulso a vela… Pero el gasto es un tanto bipolar. Si nos tomamos las cosas con calma las cifras son sumamente atractivas, sobre todo en la gran urbe o en carretera a velocidad constante.

La cosa cambia cuando se fuerza la marcha porque cuando se ponen a trabajar a destajo el consumo se dispara. Ya, pero eso les pasa a todos, te preguntarás. Pues sí, pero el incremento es más evidente en un bloque de un litro que en otro que duplique esa cilindrada.

Dicho esto tampoco las diferencias son como para decantarse por un modelo sin más: 6,4 litros de media en el 2008 por 6,1 del Arona. Y esto dice mucho a favor del Peugeot, más pesado y potente sobre a mesa (estamos seguros que el español da algún CV extra en un banco de potencia). También la mayor delicadeza del cambio, su mayor desarrollo entre marchas y las 8 relaciones que evitan que el régimen de giro apenas caiga al 'saltar' tienen algo que ver.

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Seguridad. Vidas paralelas

Los asistentes de conducción enfocados a incrementar la seguridad son suficientes con los acabados Xperience y el Allure Pack que brindan nuestros protagonistas. Hay más si apostáramos por el FR en el Seat o el GT en el Peugeot, respectivamente, aunque mucho de ellos están disponibles en la carta de opciones. En cualquier caso contemplan en su dotación de serie sistemas sumamente avanzados.

Sí que hay un elemento que pasa un tanto de puntillas en el 2008, como es el denominado Grip Control. No lo lleva nuestra unidad pero consta de un control de tracción inteligente que adapta la motricidad al tipo de superficie, como nieve, arena, hierba, barro… No son modelos enfocados a salir de asfalto, pero con este aliado el 2008 cobra cierta ventaja porque es más eficaz de lo que parece. Eso sí, obliga a montar neumáticos de uso mixto M+S.

INTERIOR. Más vistoso en el 2008

Si accedemos al interior del Seat Arona encontramos lo de siempre: rotundidad en los acabados, buena ergonomía e intuición para manejar los diversos mandos y algún guiño extra como la iluminación en las salidas de aire laterales o un cuadro de mandos digital de serie.

El 2008 apuesta por una puesta en escena interior más espectacular y arriesgada. El cuadro es más vistoso porque ofrece un efecto tridimensional, pero la información no llega tan nítida hasta el conductor.

El peculiar puesto de conducción i-Cockpit, que consta de un volante pequeño y achatado en la parte superior e inferior, además de estar situado en un plano muy bajo, es un tanto particular. Aquí las opiniones son dispares. Personalmente me siento 'cómodo' y me gusta, pero conductores altos no opinan lo mismo porque el volante se queda literalmente entre las piernas. Conviene probarlo antes…

Además es menos intuitivo el manejo de la pantalla táctil del salpicadero, que incluye la climatización, o de la batería de mandos tipo teclas de piano ubicados bajo las salidas de aire centrales. Eso sí la sensación de calidad es superior

Todo eso delante. Detrás es curioso que, con prácticamente 15 centímetros menos de longitud, el Seat Arona ofrezca casi el mismo espacio para las piernas que el Peugeot 2008. Incluso resulta algo más holgado en cotas de anchura a altura de hombros y de altura, si bien tres adultos en esas plazas son un trámite para una pequeña escapada en ambos.

Y finalmente, pero no menos importante en este caso, la batalla de la capacidad de maletero cae del lado del Peugeot 2008, aunque no por una capacidad mucho mayor. En cualquier caso sus 434 litros lo sitúan en la media alta del segmento SUV-B. Eso sí, su mayor altura respecto al suelo provoca que el umbral de carga quede en un plano ligeramente más elevado.

LA CLAVE

Son los dos modelos más vendidos de su segmento, y los son por algo. El Seat Arona basa su éxito en un equilibrio casi perfecto en todos los frentes, mientras que el 2008 también ofrece suculentos argumentos, pero buena parte de su gran acogida se debe a su llamativa estética, exterior e interior.