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Renault Kadjar dCi 130. La gran evasión

Después de comprobar con el Koleos que por mucho que se tenga un buen producto, un diseño discutible te puede arruinar la trayectoria de un modelo, esta vez Renault no ha querido arriesgar en un segmento con poco margen para dar la sorpresa, al menos en el asunto estético, y en el que ya está casi todo inventado. A decir verdad lo único verdaderamente arriesgado del Kadjar es su nombre, y los gurús de Nissan ya se encargaron hace tiempo de demostrar con el Qashqai, que una denominación difícil de leer y de pronunciar no está reñida con un éxito abrumador. 

Imagen agradable y cautivadora, imponente presencia, nombre exótico donde los haya… el Kadjar tiene asegurada desde el principio la atención del público, pero ahora falta que el todocamino francés fabricado en Palencia para todo el mundo convenza al comprador indeciso que es mejor que cualquiera de los 23 rivales de un segmento que ha pasado del 10 al 25 por ciento de penetración en muy poco tiempo. 

Plataforma Qashqai, Espace, Laguna…

Una legión de contrincantes preparados concienzudamente que obliga a hacer muy bien las cosas a los recien llegados. Pero el Kadjar también cumple la segunda parte del plan con nota. Y lo hace porque hereda virtudes habituales en los Renault más recientes, que tienen que ver con el agrado de conducción, la sensación de solidez y durabilidad y la garantía de que el comprador va a tener a su alcance lo último en tecnología de seguridad e infoentretenimiento

El Kadjar, que comparte la nueva arquitectura común CMF/CD con el Qashqai, con el nuevo Espace, con el inminente Laguna, con el X-Trail y con el futuro Mégane entre otros es, con sus 4,45 metros de longitud, 33 centímetros más largo que un Captur pero 19 centímetros más corto que un X-Trail. Y llaman la atención sus 7 centímetros extra respecto a su primo el Qashqai (ver recuadro). Esto le permite distanciarse ligeramente del Nissan en cuanto a capacidad de maletero y en alguna cota puntual del interior, pero además se le ve más musculoso porque también es tres centímetros más ancho y dos más alto. 

Espacio interior

Y para los que todavía no se hacen a la idea, podemos decir que su interior es bastante más espacioso que el de un Mégane de 5 puertas y su maletero 100 litros más generoso. Tres adultos detrás se acomodarán algo apretados, pero dispondrán de mayor espacio para las piernas, más altura al techo y más hueco para sus equipajes respecto al compacto. Son en total 472 litros repartidos entre la zona habitual para la rueda de repuesto, sustituida en este caso por un kit de reparación, y el maletero propiamente dicho, con dos alturas separadas por dos piezas desmontables que encajan a la perfección y permiten compartimentarlo de una forma muy práctica y simple.

La zona de carga, que mide un máximo de 1.430 mm de ancho y 850 mm de profundidad con las 5 plazas ocupadas, va equipada con cuatro argollas de sujección, dos perchas en una posición demasiado elevada si se pretende colgar mucho peso y, en este nivel de acabado, dos tiradores que permiten abatir a distancia los respaldos traseros ampliando hasta los 1.536 litros el volumen disponible. A este sistema denominado por Renault 'Easy break' hay que sumarle el respaldo del copiloto abatible y una bandeja tipo estor enrrollable y con una guía que evita fallos al tapar o destapar la zona de carga, y que en caso necesario se puede guardar bajo el maletero una vez desmontada. Hay que valorar positivamente el esfuerzo por aumentar la versatilidad, sin embargo y con la referencia del Tiguan, un asiento trasero desplazable con respaldos reclinables habrían rematado este aspecto y habría permitido el nuevo Renault desmarcarse de sus rivales y plantar cara a un nuevo Tiguan inminente que echará el resto en este sentido. 

Calidad interior

El ambiente que se respira en el interior del Kadjar es muy agradable y ordenado. Y hasta el último recoveco destila calidad. La posición al volante más elevada permite dominar el perímetro del coche y anticiparse mejor en la conducción diaria. Y llaman la atención detalles prácticos o sofisticados como las luces led de cortesía, el asidero de diseño del copiloto, el freno de estacionamiento eléctrico, los numerosos huecos portaobjetos, las generosas guanteras y una pantalla táctil de 7 pulgadas con sistema multimedia y de navegación R-Link 2 cuya única pega es que cuesta 780 euros. Aunque se antoja una cantidad razonable por lo que se consigue a cambio. 

El Kadjar está a la altura de las exigencias impuestas por las nuevas generaciones en cuanto a conectividad y personalización, de hecho entre las numerosas posibilidades, se pueden configurar diferentes cuadros de instrumentos digitales, varios colores y hasta el volumen de los intermitentes, aunque como ocurre en el Qashqai, el claxon es casi de de motocarro.

Peso contenido

El propulsor 1.6 dCi de 130 caballos del Kadjar es una de las joyas de la corona de la alianza Nissan-Renault. En el caso de nuestra unidad de pruebas adolecía de falta de rodaje y se echaba en falta algo más de chispa en su respuesta por debajo de 1.800 rpm, una pereza reflejada claramente en los datos de prestaciones pero que debería desaparecer en pocos kilómetros. Sin embargo se trata de un motor agradable, silencioso y solvente que estira sin vacilaciones hasta las 5.000 rpm y que se lleva especialmente bien con un cambio suave, preciso y rápido cuyos desarrollos se han elegido con buen criterio y con una dirección eléctrica con tan buen tacto que no lo parece. 

Pero el Kadjar también ha hecho los deberes cumpliendo una estricta dieta para reducir su peso total en vacío, que se planta en 1.536 kilos, es decir 74 menos que su primo de Nissan y 140 menos que un Volkswagen Tiguan de las mismas características.

Poco gasto

Además es un motor caracterizado por sus bajos consumos, lo que unido a la ligereza del nuevo SUV, al sistema 'Start/Stop' de serie y al modo ECO disponible, ha permitido firmar una cifra de gasto medio ponderado de 5,6 l/100 km, muy cercana a los siempre optimistas datos oficiales. Y como la versión 4×4 del 1.6 dCi de 130 caballos es la única que monta un depósito de combustible de 65 litros (55 en el resto), nuestro protagonista ofrece una autonomía de nada menos que 1.110 kilómetros con un sólo depósito.

Pero tan gratificante como hacer más kilómetros con un depósito, poder estirar un motor diésel hasta las 5.000 vueltas o transportar un objeto de 2,65 metros sin que asome peligrosamente por la ventanilla, es conducir el Kadjar por asfalto o por caminos lejos de la circulación. En el primer escenario se desenvuelve con maestría, con una amortiguación que sujeta el coche en las curvas más cerradas y transmite tanta seguridad como para acelerar el ritmo hasta niveles casi de compacto.

El compromiso entre agarre y flexibilidad o comodidad es casi perfecto y no se echa de menos ni más firmeza de la suspensión, ni un habitáculo más mullido. Un agrado y eficacia que se traslada igualmente al campo cuando el Kadjar se aventura por un recorrido 'off road'. El SUV de Renault puede circular por caminos de cabras a notable velocidad porque las suspensiones trabajan con el objetivo de que los agujeros no lo parezcan. Y si la cosa se complica un poco (conviene que no se complique mucho) el Kadjar 4×4 llegará todavía más lejos que muchos de sus rivales gracias a una altura libre al suelo de 200 mm y a un sistema de tracción total que el conductor puede controlar desde la consola central. Este mando permite ir sólo con tracción delantera si las condiciones lo permiten, en modo automático para que la tracción total se active cuando sea necesario o en modo 'Lock' para repartir el par al 50 por ciento entre los ejes y salir de situaciones comprometidas. Y lo mejor es que, a diferencia de otros modelos incluso 4×4 de raza, ese reparto de par entre ejes se indica en porcentaje en el cuadro de instrumentos, otro detalle diferencial que el comprador no pasará por alto.