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Probamos el SsangYong Rexton D22 DTR 4×4. Clásicos modernos

En un mercado donde las palabras 'SUV', 'todocamino' y 'crossover' lo inundan todo se agradece que algunas marcas conserven la filosofía todoterreno tradicional en ciertos modelos. Sería el caso de Toyota, con su Land Cruiser permanentemente evolucionado, o del SsangYong Rexton, cuya cuarta generación -la primera nació en 2001- nos llega ahora cargada de novedades, empezando por su chasis de largueros Quad Frame, más rígido y que optimiza la calidad de rodadura y la estabilidad direccional. De ahí que el Rexton transmita más sensación de solidez, ya que la rigidez extra se traduce en confort, reducción de vibraciones… En autovía, por ejemplo, avanza con aplomo y filtrando bien la calzada, aunque las irregularidades del asfalto siguen notándose de forma más marcada que en los SUV 'de verdad', pues baches o juntas de dilatación generan un retemblor que recuerda a los todoterreno de siempre.

No obstante, al entrar en el Rexton sorprende la calidad de ejecución general, con materiales de estupenda calidad -plásticos mullidos, apliques de madera…- y una esmerada terminación que, sin exagerar, emula a algunos SUV premium. Además, los asientos son buenos, y el nivel Limited probado -disponible sólo con caja automática- apareja un equipo de serie soberbio, que frente al Premium -ligado exclusivamente al cambio manual- añade airbag laterales traseros y de rodilla para el conductor, control de climatización en las plazas posteriores, dirección con asistencia variable, volante calefactado, llantas de 18″, llave inteligente, portón eléctrico, tapicería de cuero, asientos delanteros eléctricos y ventilados, calefacción en la banqueta de cuatro plazas o techo eléctrico. Pero no entendemos por qué no hay un Premium de transmisión automática; o un Limited manual. Sí nos gusta, en cambio, que SsangYong descuente 2.000 euros en toda la gama, dejando a nuestro protagonista en 44.900 euros.

Amplio, cómodo, bien hecho y mejor equipado, el Rexton se mueve con un diésel 2.2 de cuatro cilindros que ha sido renovado a fondo y gana 3 caballos, hasta anunciar 181. Eso, más un par máximo alto -42,8 mkg desde 1.600 rpm- y un resolutivo cambio de origen Mercedes -siete marchas y modo de uso manual- da como resultado unas prestaciones correctas, y haremos los adelantamientos con suficiente solvencia. Lo malo es que el gasto es alto -difícil bajar de 10 litros de media-, o que el Rexton, pese al avance general en comportamiento -suspensión trasera multibrazo-, sigue prefiriendo los ritmos tranquilos, pues la dirección es lenta y mejorable en precisión, la frenada sólo cumple -60,3 metros desde 120 km/h- y sus neumáticos, pese a una medida generosa, ayudan poco. De hecho, no nos han enamorado ni en asfalto -con lluvia, mejor conectar 4H si afrontamos tramos de curvas- ni en campo, donde el Rexton no presume de unas aptitudes especialmente brillantes, aunque sí de una práctica reductora.

La clave

Me gusta el Rexton porque asocia virtudes de todoterreno clásico -robusto chasis de vigas y reductora- a un nivel de confort, tecnología y equipamiento que iguala, cuando no supera, al de muchos SUV menos 'profesionales'. Y con una garantía de hasta 5 años. Pero por consumo y dinamismo no brilla tanto.