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Renault Mégane Zen dCi 110 CV. La gran apuesta

En un segmento como este de los compactos en el que se prioriza más la practicidad que el diseño, siempre hay que agradecer la llegada de un competidor que procura desmarcase del resto, que hace una gran apuesta. Y en este caso el nuevo Mégane no solo se limita a romper la rutina a nivel estético adoptando una imagen imponente, sino que camina un paso por delante de sus rivales en otros aspectos.

El Mégane ha pasado de ser un compacto más a convertirse, en esta nueva generación, en todo un concentrado de tecnología que seduce a la primera de cambio con una firma luminosa muy llamativa, un gran despliegue de infoentretenimiento, un sistema de dirección a las cuatro ruedas exclusivo y eficaz, aunque limitado a la versión GT, y unas mecánicas probadas, fiables y eficientes.

El nuevo compacto hereda la llamativa imagen de familia exterior y la moderna presentación interior del Talisman, la nueva berlina de la marca francesa. Esas similitudes aprovechando unas sinergias necesarias para abaratar costes que incluyen incluso la misma plataforma, sin duda benefician al recién llegado aunque imaginamos que por razones obvias no debe gustar mucho a los compradores de la berlina.

Tecnológico pero fácil de usar

Lo cierto es que incluso con la pantalla táctil en color de 7 pulgadas que lleva de serie y no la más grande de 8,7 de 300 euros, el nuevo Mégane consigue mantener el interés de un comprador que ha accedido al interior tras dejarse seducir por sus nuevos y exclusivos rasgos exteriores.

Sí que es cierto y siguiendo con el análisis del salpicadero, que a menor superficie táctil, mayor utilización de un plástico negro liso que rodea la pantalla y que afea un poco la imagen del tablero, pero a nivel práctico damos por buena la solución híbrida entre la concentración total de funciones tras la pantalla que utilizan algunos modelos pero que requiere la máxima atención para regular casi cualquier cosa y los ya un poco anticuados mandos para todo sin sofisticación alguna. Así, se agradece que la climatización se regule a la vieja usanza, que el modo ECO, que permite reducir el consumo considerablemente, tenga un botón directo de activación independiente y que para ajustar el modo de conducción que apetezca, también haya un acceso directo junto a la palanca de cambios. El resto y tras un breve periodo de entrenamiento con la pantalla, resulta intuitivo y fácil de utilizar y ahorra un buen número de mandos.

Motor16

El puesto de conducción es bueno tirando a muy bueno ya que la pierna derecha descansa en uno de los soportes redondeados y poco intrusivos de la consola central y el volante se regula en altura y profundidad. Echamos de menos mayor regulación lumbar pero lateralmente los asientos, que por cierto también heredan la estructura de Espace y Talisman, sujetan de maravilla y la visibilidad perimetral desde el puesto de conducción es casi perfecta. Renault no hace experimentos en este sentido.

Más amplio y habitable

El nuevo Mégane ha crecido 64 mm en longitud y recurre a la mayor distancia entre ejes de entre sus rivales más vendidos. Eso se traduce en 20 mm extra para las piernas detrás respecto al anterior Mégane y también unos litros más de maletero. Es verdad que esos dos centímetros más no sitúan al Mégane en el grupo de cabeza en cuanto a espacio, que no sobra, pero lo cierto es que tampoco se puede hablar de apreturas. Digamos que en espacio longitudinal está solo por delante del Peugeot 308 y lejos del Seat León que arrasa. Mientras que en anchura a la altura de las caderas en las plazas traseras, se encuentra en el grupo de cabeza solo por detrás del nuevo Opel Astra. En cuanto a equipaje, los 384 litros cubren las necesidades habituales de una familia. El maletero ofrece una luz de cortesía, cuatro ganchos y dos perchas además de un respaldo partido en una proporción 60:40 que aunque resulta fácil abatir y práctico a la hora de ampliar espacio, deja un escalón de 12 centímetros respecto al maletero e impide conformar una superficie plana que sería más práctica.

Haciendo un alarde de puesta a punto y trabajando duro para optimizar un esquema de suspensiones muy sencillo que curiosamente en ningún caso recurre a un eje trasero multibrazo, los ingenieros de Renault han definido una evolución que pretende garantizar el mejor compromiso entre agarre y agrado, un equilibrio que raramente se consigue sin comprometer una de las dos cosas. Con motivo de la presentación por carreteras portuguesas tuvimos oportunidad de probar el Mégane dCi de 130 caballos y el GT de gasolina y 205 caballos y en ambos modelos creímos ver alcanzado el objetivo, un mérito sobre todo para la versión más deportiva que a pesar de la suspensión específica Sport no castiga excesivamente los riñones de los ocupantes.

Ágil y cómodo, pero no deportivo

Pero nuestro protagonista no alcanza ese equilibrio aunque se queda muy cerca. Y es que en esta versión, a la que se presupone que no accederán clientes con muchas ganas de 'echar carreras', la marca francesa ha optado por priorizar la comodidad y aunque el coche admite una conducción ágil sin perder demasiado la compostura, lo cierto es que llevando al límite el compacto francés muestra cierta tendencia a tirar de morro en un tímido subviraje que en ningún caso compromete la seguridad. Nuestro protagonista balancea un poco a la entrada de la curva pero mantiene la trayectoria de forma impecable y su mullida suspensión trabaja a fondo para que el asfalto deteriorado no le afecte. En cualquier caso nos habría gustado que la marca ampliase la oferta del sistema 4Control de dirección a las cuatro ruedas a más modelos además del GT.

Renault quiere esperar a ver cómo responde la gente ante un sistema exclusivo que no ofrece ningún otro modelo del segmento, pero por experiencia y a falta de una opción de suspensión más firme, el 4Control ayudaría mucho a 'dibujar' las curvas y mejorar las trazadas. No obstante, el conjunto de cambio, dirección y frenos trabaja de maravilla en equipo. El primero es preciso y rápido, la segunda siempre ofrece el tacto adecuado gracias a los diferentes programas de personalización, y el equipo de frenos detiene el coche en distancias correctas aunque el día que efectuamos el correvit el suelo húmedo alargó ligeramente la frenada.

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Un consumo sorprendente

Pero si hay algo que destaca sobre el resto en el Mégane dCi de 110 caballos es su consumo. Ya de por sí el motor es muy eficiente (incluso habrá más adelante un dCi 110 ECO2 con un consumo mixto de 3,3 l/100 km), a ello se le suma un peso total del conjunto reducido a la mínima expresión y unos desarrollos de cambio largos que propician que normalmente esta versión se mueva con el motor muy desahogado. Todo ello permite hablar de unos consumos muy bajos medidos en tráfico real que rondan los 5 ó 6 l/100 km con una autonomía de casi 1.000 kilómetros.

El motor, que sube de vueltas en un suspiro hasta las 4.500 rpm, tiene una elasticidad suficiente para mover esos desarrollos y permite engranar 4ª a 50 km/h y 1.300 rpm, 5ª a 65 km/h y 6ª a 80 km/h con una respuesta a partir de ahí más que solvente. Y sólo en situaciones puntuales de alta ocupación y mucha carga puede echarse de menos una respuesta más contundente. En cualquier caso por 1.300 euros más hay un Mégane dCi de 130 caballos en el que no se echará de menos ni un solo caballo.

Equpamiento muy completo en el ZEN

El acabado ZEN será el más solicitado pues cuesta 1.500 euros más que el Intens y ofrece un equipamiento mucho más completo que incluye por ejemplo el sistema Multi-Sense con cinco modos de conducción, el sistema R-Link2 con navegación, el cuadro de instrumentos de 7 pulgadas configurable (además de la pantalla central también de 7 pulgadas) y algunos sistemas de seguridad tan interesantes como la alerta por cambio involuntario de carril, la alerta por exceso de velocidad con reconocimiento de señales de tráfico o el cambio automático entre luces de carretera y cruce.

Además, aunque el coche está por precio a caballo entre el más barato y el más caro, los equipamientos opcionales se ofrecen a precios muy competitivos, sin embargo echamos en falta el techo panorámico practicable que de momento no aparece en la lista de opciones. Y si tuviésemos que elegir no dudaríamos en equipar al Mégane con los faros Full LED y con una rueda de repuesto de tamaño normal, en total 900 euros más.

La clave

Si lo que busca un conductor pendiente de la compra de un compacto es imagen, un coche agradable de conducir y un consumo realmente bajo, el nuevo Mégane dCi 110 CV se ajusta a la perfección a ese pliego de condiciones. El cliente de la marca de toda la vida comprobará que el nuevo Mégane es otro Renault hecho a su medida. Con un tacto amable y un andar seguro y fiable. Un valor seguro en un segmento muy competitivo.