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Probamos el Nissan X-Trail 2.0 DCI Xtronic. Parecía obligado

En cuanto a motores diésel, las gamas Qashqai y X-Trail terminaban por arriba hasta ahora con el 1.6 dCi de 130 CV que también usa Renault en muchos modelos, pero el X-Trail, de talla generosa -4,64 metros de largo- y disponible hasta con tres filas de asientos -las siete plazas suponen un extra de 800 euros-, echaba en falta un motor más enérgico. Y aunque la Alianza Nissan Renault ofrece un 1.6 dCi 'gordo' -con 160 ó 163 CV, según el modelo- para Espace, Talisman, Mégane y Grand Scénic, en el caso del SUV de Nissan se ha optado por el más veterano -pero actualizado- 2.0 dCi.

En la casa japonesa lo justifican por su cilindrada, que cuadra mejor en un vehículo de las características del X-Trail, con una interesante faceta 'campera', y su incorporación al X-Trail reporta otra ventaja: por fin puede asociarse la tracción total al cambio automático. Ese era, de hecho, el cóctel mecánico de nuestra unidad, combinando la caja automática de variador Xtronic -con un funcionamiento muy mejorado en su última evolución- y la eficaz tracción All Mode 4x4i, que mediante una rueda permite elegir entre los programas 2WD -tracción sólo delantera-, Auto -reparte automáticamente el par entre ejes según las necesidades de motricidad, aunque da prioridad al delantero- y Lock -reparte el par al 50 por ciento entre ejes, pero sólo hasta 40 km/h-. Sumemos a ello una generosa altura al suelo -21 centímetros-, unos ángulos de ataque y salida correctos, y unos neumáticos de uso mixto que van bien fuera del asfalto, y tendremos como resultado un SUV que se atreve con más aventuras que la mayoría de sus rivales.

Mejores prestaciones que las anunciadas

No obstante, el nuevo 2.0 dCi da lugar a más combinaciones, pues si nos conformamos con el cambio manual -de tacto poco deportivo- ahorramos 1.700 euros, y si queremos caja Xtronic pero nos basta la tracción delantera, la factura -hablamos siempre de acabados Tekna- baja 3.000 euros frente a nuestro protagonista. Lo que no hay, eso sí, es un X-Trail 2.0 dCi de tracción delantera con cambio manual.

Centrándonos en la versión probada, nos gusta el progreso en prestaciones -son mejores incluso que las anunciadas-, que se traduce en más agrado circulando a plena carga por carretera, virtud en la que colabora el cambio automático, que es de variador pero 'simula' -y muy bien- tener siete marchas para minimizar el resbalamiento o la sensación de 'acelerar en vacío'. En el lado negativo de la balanza, una sonoriodad mecánica demasiado presente y, sobre todo, un consumo real excesivo, pues será difícil bajar de 7 u 8 litros de media incluso conduciendo de paseo.

Y sobre asfalto, los neumáticos mixtos no ayudan, pues alargan las frenadas de emergencia y, a fuerte ritmo, restan agarre en curva. O sea, más confort o nobleza de reacciones que eficacia o precisión.

La clave

No estoy muy seguro de que sea más razonable un X-Trail 2.0 dCi de 177 CV que el de motor 1.6 dCi de 130 CV, y puede que a una gran parte del público le valga el segundo, que es más barato y encima consume menos. Pero si solemos viajar con bastante carga o nos gusta disfrutar de potencia extra en carretera, la elección pasa por el dCi más brioso, único que nos deja asociar 4×4 y caja automática.