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Land Rover Discovery Sport. Con 7 plazas al fin del mundo

Mientras la mayoría de los fabricantes invierten grandes sumas de dinero en diseñar, desarrollar y comercializar modelos todocamino con aspecto de todoterreno sacrificando prestaciones y no siempre consiguiendo los objetivos, Land Rover le ha dado la vuelta a la tortilla y ha creado un todoterreno con aspecto de todocamino, sin dejarse casi nada en el empeño. Y han hecho tan bien los deberes que incluso han conseguido objetivos extra como ofrecer siete asientos con el tamaño exterior más compacto del segmento o una versatilidad casi de monovolumen. La estrategia, desestimada por muchas marcas por carecer de tecnología adecuada o apoyándose en unas estadisticas que parecen dejar claro que el comprador de uno de estos modelos no pisa un camino ni equivocándose, está justificada.

Primero, porque Land Rover ha conseguido simplificar el manejo de la tecnología 'off road' manteniendo la eficacia. Y segundo, porque quizá los usuarios de esos modelos que no son ni lo uno ni lo otro, no pisan una pista lejos del asfalto por miedo a que su coche se quede por el camino, algo decididamente improbable en el Discovey Sport. Y no será porque no lo hayamos puesto en situaciones comprometidas. Sin ir más lejos en Islandia este invierno, donde pudimos comprobar que en plena tormenta de nieve y con la carretera delicada tirando a peligrosa el nuevo Land Rover se movía como un oso polar en el mismísimo polo. Y ahora, sin nieve pero con mucha tierra, trialeras y barro, el Discovery Sport nos ha demostrado lo que la nieve del país nórdico y las cotas todoterreno anunciadas ya nos habían dejado entrever.

Mucha capacidad 'off road'

Unas cotas 'off road' extraordinarias que superan holgadamente no sólo las ofrecidas por sus rivales más directos sino también, aunque esta vez sólo en datos puntuales, por modelos de pura raza. Es el caso de la altura libre al suelo que con 212 mm resulta mayor que las ofrecidas por Montero o Land Cruiser. O la profundidad de vadeo de 600 mm, que se queda a solo 100 mm de las de estos dos grandes del campo. En cualquier caso, datos que facilitan enormemente la utilización de este modelo mucho más allá de lo que puede suponer la subida de un puerto nevado hasta una estación de esquí, el complicado acceso a un paraje junto al mar o el interminable camino de cabras de una finca.

Todas las versiones del Discovery Sport incluida nuestra unidad, utilizan el sistema Efficient Driveline de tracción a las cuatro ruedas con el sistema Haldex y el Terrain Response y sus 4 modos de conducción. Pero el sistema Active Driveline, que puede alternar la tracción delantera o total en función de las necesidades para reducir el consumo, sólo se puede montar en las versiones de 5 plazas. Ocurre lo mismo con el sensor de profundidad de vadeo o la suspensión de dureza regulable 'Adaptive Dynamics' con amortiguadores Magneride, una opción que añadiría un botón más denominado 'Dynamic' a continuación de los correspondientes del Terrain Response. Son sistemas de los que podríamos prescindir si disponer de una tercera fila (1.861 euros ya incluidos en los 61.907) se vuelve imprescindible. Dos asientos adicionales cuyo tamaño y espaciosidad sorprenden partiendo de la comedida longitud total del vehículo (4,59 metros).

Siete auténticas plazas

Y es que gracias a un aprovechamiento milimétrico del espacio, a un trabajo concienzudo de ingeniería y a un interior configurable y flexible, pueden acomodarse un conductor de 1,86, un pasajero de 1,80 justo detrás de él y un ocupante de 1,77 a continuación, sentado en la tercera fila, sin que ninguno de ellos tenga que hacer contorsionismos. Claro que esa tercera fila tiene una altura del borde del asiento al suelo de tan sólo 10 cm (40 en la 2ª fila) y eso obliga a llevar las piernas más dobladas. Pero la banqueta central es reclinable y se puede desplazar 16 cm para ganar espacio para equipaje o para los ocupantes de esa 3ª fila.

La versión más cara de la gama derrocha equipamiento, calidad y presencia. Hay que reconocer que la dotación de serie es espectacular aunque chirríen cosas como que cambiar sélo el color de los asientos de piel, del negro de serie al beige por ejemplo, cueste la friolera de 2.569 euros, o que la rueda de repuesto (que a diferencia del 5 plazas va inclinada por fuera y no plana por dentro) sea opcional por 302 euros. Afortunadamente la lista de serie incluye portón eléctrico, asientos de piel, cámara de visión trasera, navegador con pantalla táctil, 5 USB y 3 tomas de 12 voltios, Park Assist o un buen número de asistentes de seguridad (ver recuadro), entre otras muchas cosas.

Robusto y eficaz en marcha

Desde los primeros compases al volante del Discovery Sport el coche transmite robustez y eficacia. La postura de conducción es muy buena y su considerable altura y la óptima visibilidad permite anticiparse y controlar bien los coches que nos rodean. La calidad se deja notar en cada metro recorrido o en cada gesto realizado, ya sea con un sonido a diésel totalmente amortiguado como accionando cualquiera de los mandos interiores.

El Discovery Sport también ofrece una pisada de calidad que no compromete el confort. El coche balancea un poco, pero una vez apoyado mantiene la trayectoria sin inmutarse y mostrando si acaso una leve tendencia a subvirar al límite. Parte de la responsabilidad es de un chasis que utiliza la parte delantera del Evoque pero sobre todo a un nuevo eje trasero multibrazo integral realizado en aluminio con un diseño especialmente compacto que ayuda a que los amortiguadores no invadan demasiado el habitáculo. En carretera tiene aplomo de berlina grande, en el campo maneras de todoterreno de raza, y en ciudad el coche se conduce con una gran facilidad gracias a una dirección cómoda pero a su vez firme y a sus compactas medidas.

En todos los casos el conocido motor 2.2 SD4 de 190 caballos asociado a un cambio automático de 9 velocidades con levas en el volante y un modo S más reactivo se encarga de que el Discovery Sport se mueva con soltura e incluso transmitiendo que se conduce un coche más ligero de lo que es en realidad. Las prestaciones son muy solventes y desde luego más que suficientes para los límites actuales. Incluso con las siete plazas al completo los 190 caballos no se quedan cortos. Y los consumos son correctos pero no sorprendentes. Con un sólo ocupante y sin equipaje el nuevo Land Rover gasta entre 6 y 9 litros reales en función de tipo de vía y velocidad. Y aunque el cambio de 9 marchas se muestra algo lento de respuesta en salidas rápidas desde parado o cuando se recurre al 'kick down' (cuando es capaz de reducir 3 ó 4 marchas de golpe) si no se lleva activada la posición S, lo cierto es que ayuda a reducir el consumo y permite salir al campo con unos desarrollos mejor adaptados y una primera corta adecuada para ello.

En definitiva, todo lo necesario para llegar con la familia al fin del mundo.