comscore

Probamos el Opel Insignia Grand Sport 1.6 Turbo D 136. Otro 'grand' Insignia

Antes de que debutase el primer Insignia en 2008, negros nubarrones se cernían sobre Opel, que parecía haber perdido la confianza de su casa matriz, General Motors, acuciada también en aquella época por la crisis. Y muchos vieron al sucesor del Vectra como el 'ultimo cartucho' para salvar la marca alemana. El nuevo modelo no falló a sus creadores, y con su empaque de berlina seria, su imagen moderna y su arsenal tecnológico -estrenó la plataforma Epsilon II y fue el primer coche de la casa equipado con el conjunto de sistemas de seguridad Opel Eye- se ganó el favor del público, y también el de la prensa especializada, que eligió al Insignia 'Car of the Year 2009'. Se convirtió en una de las berlinas más vendidas de su clase a nivel europeo -en España fue líder varios años-, manteniéndose entre los preferidos hasta el final de su vida comercial: en 2016 aún ocupó el cuarto puesto en nuestro país, tras VW Passat, BMW Serie 3 y Audi A4.

Y ahora llega esta segunda generación, que no rompe radicalmente en términos estéticos pero sí en casi todo lo demás. Para empezar, se reduce de tres a dos el número de carrocerías de la gama, pues no habrá sedán de cuatro puertas. Puestos a eliminar una, la decisión de Opel es lógica, pues así las dos variantes presumen de portón y de practicidad. Lo que ya es menos entendible es que se pierdan 40 litros de maletero -baja de 530 a unos sólo correctos 490- cuando el nuevo Insignia es más largo: mide casi 4,90 metros, talla que ya puede plantear problemas para encontrar aparcamiento. Y está de moda hacer berlinas medias tan aparatosas -un Audi A6, perteneciente al segmento superior, mide 4,93 metros-, pero eso no significa que debamos aplaudir el 'gigantismo'.

Estilo más deportivo

Además de crecer 55 milímetros, el nuevo Insignia cambia un poco de forma y se hace más deportivo, pues la distancia entre ejes se estira 92 milímetros -lo que reduce los voladizos- para maximizar el habitáculo, y baja la altura del techo 29 milímetros, de modo que el perfil se afila y la aerodinámica presume de Cx: 0,26. Como también vamos sentados más bajos que en el anterior modelo -el conductor, tres centímetros- todo apunta hacia una 'deportivización' del Insignia, lo que ha llevado a Opel a bautizar al Insignia de cinco puertas como Grand Sport, aunque al menos en esta versión probada, con un diésel de 136 CV y gomas Michelin Primacy 3 de enfoque ecológico, vemos más de 'grand' que de 'sport'. Vayamos por partes.

Lo de agrandar el interior da resultado, pues cinco adultos pueden acomodarse sin problemas, ya que todas las cotas son generosas: anchura, altura y longitud. Con un conductor de 1,75 al volante, detrás hay 76 centímetros entre respaldos, que está muy bien. Señalar sólo dos detalles: hay túnel central, lo que molestará un poco al quinto pasajero, y no sobra mucho espacio bajo las banquetas delanteras para meter los pies. Pero el confort de marcha es elevado y se respira una atmósfera de 'coche bueno', pues se emplean materiales aparentes, la terminación es estupenda, hay una baja sonoridad… Si acaso habría que referirse a la suspensión, pues el equilibrio entre muelle y amortiguador nos parece mejorable, y cuando rebasamos 'jorobas' ?podríamos llamar así a los ralentizadores de velocidad porque 'joroban' los vehículos? el Insignia tiende a dar un saltito y, a la vez, una sacudida.

Siguiendo con el interior, y centrándonos ya más en el puesto de conducción, nos gusta el panorama al volante, pues todo cae en su sitio -subiríamos un poco la rueda de luces, algo escondida- y el funcionamiento general es agradable. Además, se han conservado mandos de acceso directo para funciones clave, de modo que no hay que recurrir a la pantalla constantemente, como sí ocurre en otros modelos. Y es que donde esté un botón…

Además, la instrumentación es particularmente completa, pues a los controles habituales suma voltímetro y termómetro de lubricante. Otro ejemplo más de que los diseñadores de Opel, con buen criterio, no se dejan arrastrar por las últimas corrientes. Y la pantalla -en el nivel Excellence es de 8 pulgadas y ahora incluye navegador de regalo- goza de un funcionamiento intuitivo: por ejemplo, pides la lista de emisoras y te muestra 15 a la vez.

Motor16

Cómodo y muy equipado

Los asientos son cómodos y sujetan lo suficiente, y con el acabado Excellence tienen más posibilidades de ajuste que en los Insignia Selective, versión que presenta más lagunas de equipamiento que nuestro protagonista. No obstante, las estupendas butacas AGR son opcionales, y van ligadas a las tapicerías de símil piel o de cuero.

Y ya que hablamos del equipamiento, decir que el nivel Excellence destaca positivamente en esa faceta, dejando a un lado ausencias incomprensibles como el limpialuneta trasero -cuesta 48 euros pero debería ser de serie porque es un elemento de seguridad- o la rueda de repuesto, opcional también. Pero hay muchos elementos en la dotación de fábrica y sólo los más caprichosos, sibaritas o amantes de la tecnología deberán apuntar a la lista de opciones, donde algunos 'packs' agrupan elementos para ahorrarnos dinero. No obstante, muchos asistentes de conducción de última generación son de serie: lector de señales de tráfico, alerta por salida del carril, aviso de colisión frontal con frenada de emergencia automática a baja velocidad, teleasistencia OnStar…

Pero pongámonos en marcha para ver cómo rinde este Insignia Grand Sport dotado del motor diésel intermedio. Como la berlina de Opel ha perdido nada menos que 175 kilos -60 de ellos corresponden a la carrocería desnuda-, los 136 CV dan bastante más de sí -por agrado y sensación de empuje- que antes. Pero se trata de un coche de 4,90 metros y los milagros no existen, lo que deja el peso total en una tonelada y media. Eso, más unos desarrollos de cambio que tiran a largos -la sexta ronda los 56 km/h por cada 1.000 vueltas- y un motor de sólo 1,6 litros de cilindrada -aunque con unos generosos 32,8 mkg de par máximo desde 2.000 rpm- da como resultado unas prestaciones… poco 'sport'. La marca anuncia 10,5 segundos para alcanzar 100 km/h y le hemos medido 11,1. Y en maniobras de adelantamiento tampoco es un cohete, pues ese cierto brío que tiene en cuarta -de 80 a 120 km/h emplea unos correctos 7,7 segundos- se aletarga en quinta y, sobre todo, en sexta, una marcha planteada para largos viajes por autopista con poco ruido y mínimo consumo.

Porque de eso, de ahorrar, este Insignia sabe mucho, y el gasto medido durante nuestra prueba se aproximaba bastante al anunciado -Opel homologa 4,3 l/100 km en esta versión manual y 5,1 litros en la de cambio automático, 2.640 euros más cara- a poco que mimábamos el acelerador y respetábamos los límites de forma escrupulosa. Y los 5,8 litros de media total registrados, con una conducción más realista, nos parecen un valor excelente, sobre todo cuando disfrutamos de un depósito de 62 litros -tampoco en esto Opel se ha dejado llevar por la absurda moda de reducir los tanques de combustible- y podemos espaciar 1.000 kilómetros o más los repostajes.

En lo que respecta al chasis, la mayor ligereza, el aumento de las vías en 11 milímetros y la elaborada suspensión -equipa eje multibrazo trasero y ofrece en opción el FlexRide con varios modos de conducción- nos indujeron a pensar en un Insignia muy 'sport', aunque en la práctica hay que hablar más de nobleza, facilidad de conducción o agrado que de eficacia pura, pues los neumáticos empleados -con agarre mejorable y algo justitos de medida para un coche de esta talla- alargan la frenada unos metros y restan deportividad en zonas ratoneras. Además, son ruidosos, y a poco que forzamos el ritmo en curva chirrían como si fuésemos de carreras. Lástima, porque la dirección es precisa, y tanto la suspensión como el equipo de frenos están preparados para dar mucho más de sí… con el calzado apropiado.

La clave

Otro Insignia que debe entrar en las 'quinielas' del público que busque berlinas cómodas de gran tamaño y con altos niveles de calidad y tecnología. Porque esta nueva generación no puede ser calificada de 'premium', pero ofrece equipamientos dignos de ese afamado 'club'. Lástima que haya perdido tanto maletero o que equipe unos neumáticos tan enfocados al ahorro de combustible, aunque en lo importante -precio, confort, amplitud, consumo…- cumple de cine.