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Kia Picanto 1.0 DPL 67 CV GT Line. Eres grande, pequeño

El Kia Picanto ha sido líder a nivel de ventas, en su segmento y en nuestro mercado, dentro del canal de particulares. Y no nos extraña, añadiríamos. Decimos esto porque no es fácil en un vehículo de tan sólo 3,60 metros encontrarnos con 'tanto' como nos ofrece el vehículo de acceso a la gama Kia.

Mucho han cambiado las cosas desde que en 2007 viera la luz por primera vez. Ahora va por su tercera generación, actualizada recientemente con numerosas mejoras. De hecho, es uno de los vehículos más agradables que encontramos en un formato de bolsillo y perfil evidentemente urbano.

Más en nuestro caso. Aunque ofrece una variante con 100 CV con la que ya se puede pasar un buen rato, nos decantamos por el propulsor de acceso, un 1.0 tricilíndrico de 67 CV destinado a moverse con agilidad por la jungla urbana. Ha sido revisado en esta última puesta en escena. Hereda cilindrada y potencia, y sigue siendo atmosférico, pero ahora cuenta con una inyección indirecta doble DPI. Homologa menos consumo, pero comprobaremos más tarde si es así en la práctica.

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Más allá de la incorporación de nuevos paragolpes, unos retocados grupos ópticos y una imagen más aparente, lo cierto es que el acabado GT Line de nuestra unidad de prueba se viste con un atractivo traje deportivo, pese a su modestia mecánica.

Un interior deportivo

También el interior recibe guiños más 'sport', como unas butacas delanteras más aparentes, unos pedales deportivos o un volante con pespuntes rojos y achatado en su parte inferior. Sólo se regula en altura, pero la ergonomía del conjunto es buena.

Como buena es también la rotundidad con la que se remata. Los plásticos son todos duros, vale, pero están bien ensamblados y en tan escasa 'parcela' encontramos muchos huecos, soluciones funcionales y un aforo para cinco plazas.

Acomodar tres adultos detrás sigue siendo una quimera en un largo desplazamiento, pero es una opción muy socorrida y válida para cortos trayectos en ciudad. En cualquier caso, dos personas detrás no encontrarán limitaciones de espacio para las piernas o de altura hasta el techo. Y el maletero anuncia un volumen de 255 litros, que quizás no parezca mucho, pero es más de lo que suelen ofrecer bastantes de sus rivales directos.

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Dicho esto, el conjunto formado por el motor y el cambio manual de cinco relaciones resulta agradable en ciudad y sus alrededores. Los clientes más 'señoritos' también pueden optar por una caja automatizada, que cuenta con las mismas cinco velocidades.

Se mueve bien por la ciudad

El Picanto gira en nada, se mueve como quiere con tráfico denso y en calles estrechas, y se aparca en cualquier sitio. El sonido del motor nos revela la naturaleza impar de sus cilindros al acelerar, nada molesto por decibelios, pero sí diferente.

También convence si circulamos por los alrededores de la ciudad, por vías más rápidas no muy exigentes en el tiempo, del estilo de las circunvalaciones M-30 o M-40, por citar las que se ubican en Madrid.

Parece claro que esta versión de solo 67 CV no es la ideal para realizar trayectos hasta la playa si vivimos en el centro de la Península. Y no lo es por rendimiento y por consumo. Sus prestaciones son modestas, provocadas por un motor atmosférico que por debajo de las 3.000 rpm apenas ofrece energía. Si queremos una mínima reacción hay que llevarlo alegre de vueltas, pero sin llegar al corte de inyección -se produce a 6.600 revoluciones por minuto-, pues desde las 5.500 tendremos más 'ruido que nueces'.

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Y esta circunstancia marca también el consumo. Si nos movemos tranquilos, el Picanto firma unas cifras muy atractivas, como los 4,3 litros que registra rodando plácidamente a 90 km/h.

Sin embargo, su escaso par motor provoca que ante cualquier mínima pendiente, adelantamiento o intento de recuperación tengamos que acudir al cambio para coger 'carrerilla'. Y esa circunstancia, común en bloques de poca potencia y cilindrada cuando se les fuerza, dispara el consumo por encima de lo esperado.

Dinámicamente es complicado poner en apuros un chasis más efectivo de lo que parece, aunque el tarado de la suspensión busca más complacer a los ocupantes que otra cosa. Por eso la carrocería balancea si forzamos. En cualquier caso, es ágil y agradable, como lo es el tacto del cambio y de la dirección, muy urbana por su asistencia y las 2,75 vueltas de volante entre topes. También los frenos cumplen, con distancias como los 38,8 metros que necesita para detenerse por completo desde 100 km/h. Por cierto, monta cuatro frenos de disco, algo no muy usual en su segmento.

Y nos falta por analizar su relación precio-equipamiento, y ya avanzamos que es una de las mejores que podemos encontrar. Nuestra versión, con el deportivo acabado GT Line, cuesta 14.451 euros; y solo 11.849 si aplicamos los descuentos vigentes.

Y en esa tarifa hallamos elementos como un sistema de asistencia a la frenada de emergencia, un control de velocidad de crucero, un sistema de control de presión en los neumáticos, climatizador, retrovisores calefactados y plegables eléctricamente, llantas de 15 pulgadas, sensores de luces, cristales traseros privacidad… y el colchón de los siete años de garantía.

Disfrutar del navegador UVO Connect, con pantalla táctil de 8 pulgadas y conectividad Android Auto y Apple CarPlay, novedad y no presente en nuestra unidad, cuesta 1.200 euros.

LA CLAVE

Curioso, porque cuanto más tiempo pasaba, más nos convencía el Picanto. Ideal en el día a día para aventurarse por la gran ciudad y sus alrededores, ofrece un tacto general sumamente agradable. Los 67 CV del motor de acceso se quedan algo cortos fuera de la urbe, como es lógico, pero ése no es su cometido…