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Ford Focus ST 2.0 TDCI Sportbreak. ¿A quién llamas familiar?

Eres joven y, además, tú te sientes aún más joven. Sin embargo, has llegado a una etapa en tu vida en la que debes aparcar tu deportivo, y si aún no lo tienes, puede que se te borre de un plumazo la idea de adquirir uno. O puede que no.

Porque lo mismo tu 'nueva' idea de deportivo no es lo que muchos imaginan. Puede que ese deportivo que quieres, porque no has perdido las ganas de disfrutar en cada curva, porque buscas un coche que ofrezca buenas prestaciones y porque tampoco te importa sacrificar el confort en busca de sensaciones, no tenga tres puertas ni un maletero testimonial. 

Puede que tu mente, que aún piensa como la de un chaval para algunas cosas, se haya fijado en un segmento muy concreto, el de los familiares deportivos.

Desconozco si sobran en tu cuenta 90.190 euros para adquirir un Audi RS4 Avant o 103.075 euros para gastarlos en un Mercedes-AMG C 63 S Estate. Si estas dos opciones se te escapan podemos ir un escalón más abajo, donde hay 'aparatos' tan amplios y tan enérgicos como el Volkswagen Golf R Variant o el Opel Insignia OPC Sports Touring.

Pero la deportividad no está reñida con los modernos motores diésel, y puede que eso cuadre mejor en tu pensamiento y en tu presupuesto.

Descuentos y equipamiento

Hablemos pues de Skoda Octavia RS Combi TDI, Seat León ST TDI 184 FR, Opel Astra Sports Touring CDTI Biturbo de 195 CV… Y ahora también podrás tener en mente el Ford Focus ST Sportbreak, pues con su actualización sumó una alternativa diésel al 2.0 EcoBoost de 250 CV, que se sigue ofreciendo por 450 euros menos que con este 2.0 TDCi de 185 CV, que tiene un precio de partida de 35.105 euros, una cantidad semejante a la de sus rivales. Aunque Ford ofrece algún descuento y presume de equipamiento, donde no faltan navegador con pantalla táctil de 8 pulgadas y sistema de conectividad SYNC2, tapicería de cuero, faros de xenón… Y podremos sumar lo último en seguridad activa, pinzas de freno rojas, acceso sin llave…

Cuesta más que el EcoBoost pero esa diferencia de precio se volatiliza a las primeras de cambio, pues el TDCi anuncia un consumo medio 2,6 l/100 km inferior, y de un combustible algo más barato.

Buen empuje

El propulsor deriva del 2.0 TDCi de 150 CV que también usa el Focus, pero que es 'apretado' por parte del equipo RS de Ford para extraer 35 CV y 3,1 mkg de par máximo adicionales. Presume así de una relación peso/potencia de 8,04 kg/CV -8,08 kg/CV tiene un Octavia Combi RS TDI-. Gracias a ello, este deportivo con traje de atípico familiar -no hay más que fijarse en los paragolpes, las rejillas en negro brillante o en la singular salida de escape-, corre como si de un buen coupé se tratase.

Acelera de 0 a 100 km/h en 8,8 segundos, algo más lento de lo homologado, pues su descomunal par motor impide que los generosos neumáticos 235/40 R18 no den abasto -se ofrecen unas llantas de 19 pulgadas con gomas Michelin Pilot Sport Cup en medida 235/35, que seguramente agarran más-. Pasados los primeros metros se recompone y empuja sin contemplación, saliendo del primer kilómetro desde parado rozando los 175 km/h.

Maletero y espacio

Sí, es rápido. Y mejor aún, no suena a diésel. Mientras hundes tu pie derecho en el acelerador, en los relojes adicionales podrás ver la temperatura y presión del aceite, además de la presión de su turbo Borg Warner de geometría variable. Ahora bien, este Focus ST Sportbreak no sólo sirve para acelerar en el circuito que usamos para medir las prestaciones.

No tiene uno de los maleteros más espaciosos del segmento, pero hay 127 litros más que en un Focus de cinco puertas -los Sportbreak son 950 euros más caros-, por lo que introducir el equipaje familiar es pan comido. Detrás hay espacio para dos adultos y un niño, pero los asientos, diseñados por Recaro, condicionan el confort de la plaza central, que además no puede equipar reposacabezas.

Asientos de Recaro

Delante es donde se disfruta de este Focus ST Sportbreak, en el que ahora encontramos menos botones repartidos por el salpicadero y donde nos acomodamos en unos fantásticos asientos Recaro tapizados en cuero y con reglaje eléctrico. Fantásticos salvo que seamos muy corpulentos, pues en ese caso nuestra espalda quedará literalmente encajada. Aunque, si es así, no te moverás ni un ápice cuando comiences a deleitarte con lo que puede hacer esta ágil 'ranchera'.

Saliendo del garaje comenzamos a ver algún detalle a mejorar, como que hay que hacer demasiadas maniobras por su diámetro de giro -12,0 metros, por los 10,6 del resto de Focus-, idéntico al de un Jaguar XJ de 5,12 metros de largo. Eso sí, la nueva dirección con asistencia eléctrica es rapidísima, con sólo 1,8 vueltas entre topes. A este elemento se le saca partido cuando enlazamos curvas, pues al más mínimo movimiento sobre el volante responde dirigiendo su morro con gran agilidad y rapidez. No acusa el peso de este motor 2.0 TDCi sobre su eje delantero, por lo que no es excesivamente subvirador cuando forzamos el ritmo en virajes cerrados.

Tres programas para el ESP

Su paso por curva es realmente rápido, y es que sus suspensiones se han optimizado con nuevos muelles, amortiguadores y estabilizadoras para buscar este comportamiento. Ahora bien, si el asfalto no está en perfectas condiciones notaremos el paso de los kilómetros, pues filtra poco -no quiero imaginar cómo será el futuro Focus RS-. También el ESP tiene tres programas de funcionamiento: On, Sport y Off.

A este Focus ST Sportbreak no le vendría mal un selector de modos para regular la gestión del motor o la suspensión, como ofrecen algunos rivales, pero Ford no se planteó esa opción y se nota su marcado carácter deportivo desde el minuto 1. Esa personalidad hace de este Focus un coche muy particular, y quizás no recomendable para todo el mundo.

El equipo RS revisó el 'Electronic Torque Vectoring Control', o lo que es lo mismo, un control electrónico para repartir el par motor en aceleración sobre sus ruedas delanteras. Si bien debería trabajar algo mejor, pues con semejante par las pérdidas de tracción son, en ocasiones, muy acusadas. Y este 2.0 TDCi se combina exclusivamente con un rapidísmo cambio manual -nos morimos por saber cómo iría con el Powershift-, que para minimizar el gasto suma Auto-Start-Stop. Aunque es una quimera pensar que vamos a consumir los 4,2 l/100 km que homologa. Y aunque no ha gastado en exceso, tenemos que tener presente que un deportivo ha de tener algún inconveniente… El del Focus son 6,0 l/100 km, pero consuela saber que el 2.0 EcoBoost rondaría los 9,0 l/100 km.