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Citroën C4 1.5 BlueHDi 130 CV EAT8 frente a Citroën C4 1.2 PureTech 130 CV EAT8. El duelo eterno

Con tanta electrificación por medio y con los modelos de gasolina disparados a nivel de ventas frente a unos diésel injustamente tratados durante los últimos años, hemos decidido enfrentar ambas tecnologías térmicas del C4 asociadas a sus respectivos motores de 130 CV y con cambio automático de ocho relaciones.

Y es que este duelo eterno vive sus horas más bajas. Sin embargo, para los que hagan muchos kilómetros al año -alrededor de 17.000- la opción del gasóleo, limpio tras la introdución del AdBlue, sigue siendo más que atractiva.

No hay diferencias entre ellos, como es lógico, en aspectos de habitabilidad, maletero, calidad o equipamiento, muy generoso en ambos con el acabado Shine analizado.

Pero bajo el capó sí comienza el pulso

El motor tricilíndrico 1.2 PureTech de gasolina vibra algo más por su naturaleza impar, pero resulta más silencioso hasta 90 km/h que el 'refinado traqueteo' del diésel. Luego la cosa ya se iguala por el viento y el ruido de rodadura, aunque los cuatro cilindros del 1.5 BlueHDi giran siempre más redondos.

Diferenciar aspectos dinámicos tampoco tiene demasiado sentido, salvo que tengas la licencia de superpiloto. En ese caso quizás podrás detectar que el diésel pesa 46 kilos sobre el eje delantero por su motorización menos ligera.

El cambio automático de ocho relaciones con convertidor de par es el mismo en ambos, aunque la relación en sus desarrollos es bastante más cerrada en la versión de gasolina. Y eso le obliga a 'trabajar' algo más a similar velocidad.

Los dos comparten potencia, 130 CV, pero hay gran diferencia en el valor de par máximo: 23,5 mkg en el PureTech frente a los 30,6 del BlueHDi. Curiosamente, ambos entregan ese valor al mismo régimen de giro, pero la variante de gasolina ofrece un abanico de utilización del motor más amplio.

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Con estos datos iniciamos el pulso en cuanto a rendimiento. Hubiéramos apostado a que el diésel tendría más tirón, sobre todo a la hora de recuperar. Sorpresa. El 1.2 PureTech es más rápido en todas las mediciones, realizadas en nuestro circuito.

Al acelerar desde parado, el diésel sólo aguanta el tirón hasta los 50 km/h. A partir de ahí se mantiene una diferencia entre tres y cinco décimas de segundo al medir el paso de 0 a 100 km/h, o los 400 y 1.000 metros desde parado.

Algo similar ocurre a la hora de analizar las recuperaciones, con diferencias que rondan las dos décimas de segundo a favor del gasolina. Eso no es crítico al adelantar, pero al César lo que es del César… Está claro que el desarrollo del cambio juega a su favor.

Y sí, todo esto repercute en la tabla de consumo, como es lógico. El PureTech homologa un gasto medio WLTP de 5,8 l/100 km, mientras que en el BlueHDi son 4,6 litros. Durante nuestra prueba las cifras han sido de 6,4 y 5,1 litros, respectivamente.

En este caso el diésel saca pecho, y más cuanto más circulemos en ciudad. Las cuentas son claras: cada 100 kilómetros, con el 1.5 BlueHDi nos ahorraremos 2,43 euros porque gasta menos y de un carburante algo más barato.

Sus precios

El precio con la campaña de descuentos es de 26.070 euros en el 1.2 PureTech; y su rival diésel cuesta 26.620 euros. Son sólo 550 euros de diferencia. Y eso se traduce en que amortizaremos esa diferencia de precio con sólo 22.633 kilómetros. Muchos conductores cubrirán ese kilometraje en apenas un año.

La diferencia de precio entre ambas versiones es escasa porque el diésel no tributa en el impuesto de matriculación -120 g/km de CO2-, mientras que su 'rival' lo hace al 4,75 por ciento -130 gramos-.

Si al menor consumo y mayor autonomía añadimos una dotación de serie que es un calco, volvemos a la casilla de salida: ¿se está tratando injustamente al diésel?