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BMW i8. El coche fantástico

Pensaba titular la prueba: «3 cilindros envueltos para regalo», por aquello de captar vuestra atención ya desde el título con un dato singular y con cierto morbo. Sin embargo no creo que el i8 necesite la ayuda de un titular así para que queráis saber qué diablos es este artefacto galáctico con aspecto de concept y, sobre todo, cómo se puede explicar que un súper deportivo de 130.000 euros recurra a un motor de gasolina de 3 cilindros y 1,5 litros cuando lo normal en la competencia e incluso en la propia BMW son 6 e incluso 8 cilindros y cómo mínimo con el doble de cilindrada. Os sorprenderá.

Medidas de seguridad extraordinarias

Pero antes de entrar en detalles quiero contar las extraordinarias medidas de seguridad que BMW ha tomado con el i8 a la hora de cederlo a la prensa para las pruebas. Para la marca alemana este es uno de los coches más especiales del mundo por su avanzada tecnología y su carácter exclusivo, y por eso las normas de uso específicas para el i8 prohiben su uso en circuito, estacionar el coche en lugares públicos sin un control visual permanente del coche, meterlo en banco de potencia, abrir el capó motor, cargar el maletero con más de 28 kilos o utilizar gasolina de menos de 98 octanos. Como último apunte, esta vez en negrita y con mayúsculas, BMW avisa al probador de que el coche tiene instalado un Datalogger que registra parámetros de conducción, posición GPS, y otros muchos datos de interés para la marca. Vamos, que tienen al i8 controlado en todo momento y que tarde o temprano van a saber si nos «hemos portado bien».

En total 362 CV para un peso equiparable a un C4 Picasso

Al margen de esta curiosa anécdota, con rigurosas instrucciones que hasta ahora solo nos había impuesto Ferrari (que adicionalmente tampoco permite medir prestaciones en un coche de prueba), el i8 se nos entrega con más del 75 por ciento de carga en la batería, un detalle importante en un coche que esconde bajo una atractiva fachada una tecnología asombrosa. Y es que, por si no lo sabías, el i8 es híbrido enchufable. Eso quiere decir que tiene un motor de gasolina de 211 caballos (ese 3 cilindros del que luego te hablaré), y en este caso dos motores eléctricos, uno de ellos con 20 caballos pegado al de gasolina en la parte trasera, que hace las veces de motor de arranque, alternador y ayuda a cargar la batería sobre todo en modo «Sport».  Curiosamente, BMW atribuye la potencia de esta máquina directamente al motor de combustión al que ayuda en ciertos momentos. Pero el motor eléctrico más grande, es el que va instalado en la parte delantera del coche, que rinde 131 caballos (96 Kw). En conjunto, 362 caballos disponibles (siempre que la carga de la batería esté por encima del 10 por ciento), tracción total gracias a que cada motor mueve un eje y un imponente par de 570 Nm muy superior por ejemplo a los 440 Nm que genera el seis cilindros Boxer del Porsche 911 Carrera 4S de 400 caballos. Las baterías discurren por el piso bajo el túnel central y a pesar de este despliegue de motores y de lo que normalmente pesan esas baterías de ion litio, los ingenieros de la marca han conseguido dos logros clave que se traducen en una clara ventaja en la dinámica y en el consumo : un reparto de pesos entre ejes 50:50 y un peso total del conjunto de menos de 1.490 kg que equivale al peso de un Citroën C4 Picasso y 145 kg menos que, por ejemplo, el Audi R8 4.2 FSI Quattro.

Interior de nave espacial

El interior del i8 es atractivo y de diseño tirando a sobrio, pero a la vez las pantallas, su colorido y la forma de mostrar la información te trasladan de inmediato a un juego de la «Playstation». Se tarda entre mucho y muchísimo en asimilar la abundante información que proporciona el coche, pero lo que más cuesta y más te alegras de aprender es a aprovechar al máximo sus posibilidades y a ser eficiente a base de combinar programas sin por ello dejar de divertirse al volante.  Esto último está asegurado desde el primer segundo y el primer metro recorrido, le pisas y a correr… ¡¡¡y cómo corre!!!. Sin embargo la gracia del i8 radica en tener un deportivo que te quite el hipo y te pegue al asiento al acelerar y cuando te dé la gana y con sólo apretar un botón deslizarte en silencio sin gastar un euro en gasolina. Y tanto corre que hemos medido una aceleración de 0 a 100 km/h en tan sólo 4,2 segundos, cuando BMW anuncia dos décimas más. Además, como es norma en la casa germana, su velocidad máxima se ha limitado a 250 km/h.

La clave son sus cinco modos reales de funcionamiento para adaptarse en segundos a cada situación o a los gustos puntuales de su propietario. El modo «Comfort», por ejemplo, se activa por defecto al arrancar el coche y  mezcla deportividad y eficiencia entre los motores. A 120 km/h mantenidos en ese programa el i8 nos ha gastado 7,5 l/100 km. Una cifra que conseguimos rebajar a 6,7 l/100 km en modo «Eco Pro», un programa que favorece la eficiencia. Normalmente la media de esas dos cifras es el consumo que vamos a ver en el ordenador habitualmente, lo que, con el depósito de 30 litros de serie, equivale a una autonomía de 425 km más los 30 km del modo eléctrico.

Y es que pulsando la tecla «eDrive» y con la batería cargada al cien por cien el i8 pasa a modo exclusivamente eléctrico (y tracción delantera). En ese programa,  el i8 utiliza un cambio específico de una sola marcha hacia delante y se mueve con una inusitada soltura entre el tráfico, la respuesta instantánea a la presión sobre el acelerador permite adelantamientos holgados y una velocidad máxima de 120 km/h. Pero se trata de un modo que normalmente se seleccionará en ciudad y alrededores buscando la máxima autonomía.  Buscándola, he conseguido recorrer 34 km con una sola carga (la marca anuncia un máximo de 35). Eso sí, respeté escrupulosamente los límites de velocidad y más que pisar, acaricié el acelerador. Esa gran autonomía que permite desplazarse desde las afueras de una gran ciudad al centro y volver a casa sin haber gastado una sola gota de combustible, es una de las grandes ventajas de este deportivo en lo referente al respeto por el medio ambiente y al cuidado del bolsillo. Pero lo mejor está por venir ya que en modo «Sport» el i8 se convierte en un deportivo de pura raza y las sorpresas van llegando una tras otra.

Tres llegan al mismo tiempo: el empuje de un motor tan pequeño, el sonido que llega a nuestros oídos y la rapidez del cambio. El motor, con tecnología TwinPower Turbo, inyección directa, sistema Valvetronic y árbol de compensación ofrece la potencia específica más alta en un motor de BMW, sube hasta las 6.500 rpm en un suspiro y no da ni una sola pista que haga pensar que en la parte trasera va casi encapsulado un motorcito de modelo compacto.  Y apoyado por el motor eléctrico empuja y consigue que el i8 acelere con un genio y una rapidez inesperada.

No suena como un Porsche ni un Ferrari, pero…

Respecto al sonido, es simulado, y sobre el papel puede decepcionar… hasta que lo escuchas. Y es que se trata de la simulación mejor conseguida que hemos oído hasta el momento.  No suena como un Porsche o un Ferrari, pero sí se parece al sonido de un Aston Martin, en cualquier caso a un deportivo con motor «gordo» en una combinación increíble con el silbido del motor eléctrico. Lo mejor es que ese sonido sintetizado que sale por altavoces y que te pone la carne de gallina también se escucha fuera del coche.  

Por su parte, la rapidez y suavidad del sencillo cambio automático de 6 marchas y convertidor de par recuerda la eficacia de una caja de doble embrague y es que el sistema compensa los cortes de carga necesarios para el cambio de marchas mediante el funcionamiento coordinado de los dos motores, de forma que al volante la aceleración es casi continua aunque el cambio esté subiendo marchas de forma automática o  el conductor con las levas del volante. 

En modo Sport el acelerador es más sensible, los cambios se suceden de forma más rápida y la suspensión regulable se endurece. Y parece mentira, pero incluso con unos neumáticos de 20 pulgadas pero con muy poca goma tocando el asfalto (195/50 R20 delante y 215/45 R20 detrás) para favorecer el consumo, el i8 ofrece un agarre y un tacto deportivo realmente adecuados para el perfil del comprador de este BMW. La suspensión, incluso en modo «Comfort» tiene poco recorrido y se nota cierta sequedad en asfalto deteriorado, pero el i8 es mucho más cómodo de lo que se intuye contemplando su deportiva carrocería. Los frenos ofrecen buen tacto y mordiente, sin embargo las distancias de frenado no han sido buenas lo que nos hace pensar en un rodaje no muy adecuado. 

A 160 km/h mantenidos o realizando una conducción deportiva abusando de marchas cortas el i8 gasta alrededor de 10 l/100 km. Otro dato increíble para el deportivo más sorprendente.