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Audi Q8 50 TDi Quattro. Apoteosis Q

Más corto y bajo que el Q7, pero más ancho. El Q8 sigue siendo un SUV y sigue siendo enorme -casi cinco metros de largo y casi dos de ancho-, pero sus nuevas proporciones le convierten en un vehículo bien distinto del Q7, empezando porque sólo hay dos filas de asientos, tiene una apariencia más musculosa y carece de marcos en las ventanas, en línea con los mejores coupés. Es la forma elegida por Audi para competir en un segmento que hasta ahora se repartían BMW y Mercedes sin apenas oposición mediante sus clónicos X6 y GLE Coupé. Y en ese escenario, el Q8 llega como una bocanada de aire fresco, pues incluso revoluciona el capítulo estético en relación a los Audi existentes. Nos referimos a su frontal, que estrena una nueva versión de la parrilla 'singleframe', pero también a su zaga, presidida por una barra óptica horizontal de lado a lado. Y dentro, poco que ver con un Q7, pues toma el diseño de las nuevas generaciones de A8, A7 Sportback y A6: horizontalidad, cierto aire minimalista, instrumentación digital configurable, dos pantallas táctiles en la consola central… Y aunque el primer vistazo puede asustar por la cantidad de elementos, luego vemos que todo es intuitivo y fácil, que hay muchos botones de acceso directo a funciones esenciales y que cada cosa que queremos hacer lleva menos tiempo que en sus rivales antes citados. Y encima, con más calidad que sus dos compatriotas, aunque eso ya no extraña porque ocurre desde hace tiempo y en todos los segmentos.

Y es que el Q8 presume de una terminación excelente: materiales de primera, acabados sin tacha, soberbio tacto de mandos y 'botones' -lo entrecomillamos porque Audi emplea ahora unas eficaces superficies táctiles que generan un 'clic' al pulsarlas-, sensación general de robustez, alta tecnología y refinamiento… Por los 84.840 euros que cuesta nuestro protagonista es lo mínimo que debemos pedir. Aunque por ese precio también esperábamos una mejor dotación de serie, apartado donde el Q8 flojea. En esto habrá quién vea el vaso medio lleno -equipa navegador, climatizador bizona, Audi connect Safety & Service, faros LED, amortiguación con reglaje electrónico o portón y cubremaletero eléctricos, entre otros elementos-, pero entenderemos a los que lo vean medio vacío, pues no trae unos simples asientos de ajuste eléctrico, ni cámara trasera, ni espejo interior fotosensible, ni tapicería de piel… ¿Solución? Fácil: poner dinero. Porque la lista de opciones tiene absolutamente de todo, aunque a precios que animan a ser cautos. Y nuestra unidad de pruebas era un buen ejemplo, ya que sumaba 66.580 euros en opciones, con 'excesos' como los 8.190 del sistema de sonido Bang&Olufsen Advanced 3D, los 9.680 del paquete deportivo S line -más los 1.780 euros del paquete S line exterior-, los 4.130 de las llantas de 22 pulgadas o los 3.430 euros de los asientos deportivos. Y sucede algo parecido con la infinidad de asistentes de conducción ofrecidos, pues casi todos son opcionales, agrupados muchos en los paquetes Tour y City.

Poco más puede reprocharse al Q8, donde hay que ponerse quisquilloso para hallar pegas. Por ejemplo, que si colocamos el respaldo trasero en una posición más vertical, el maletero se ve un poco desde fuera, o que el altímetro va de cinco en cinco metros cuando el de cualquier Seat o Skoda -por citar marcas populares del mismo grupo- precisan al metro. Como decimos, anécdotas en un panorama general apabullante que ofrece, además, espacio de sobra para cinco adultos. Ahí están esos 140,5 centímetros de anchura en la segunda fila o sus 80 centímetros de hueco para las piernas con un conductor de 1,75 al volante. En ese sentido nos parece una opción interesante la banqueta trasera corredera, con 13 centímetros de recorrido y que apareja respaldo abatible en tres partes, por si queremos ampliar 'a la carta' el enorme maletero, de 605 litros.

Pero lo mejor, si cabe, está aún por llegar

Y es que todavía no nos hemos puesto en marcha. Lo hacemos tras acomodarnos en unos asientos excelentes y arrancar el motor, que en esta versión 50 TDI es un 3.0 TDI muy especial, pues el diésel V6, además de haber sido renovado a fondo, recibe un sistema Mild-Hybrid (MHEV) basado en un circuito eléctrico de 48 voltios que incorpora una batería de iones de litio y un alternador BAS. Durante la frenada se recuperan hasta 12 kW que se almacenan en la batería, y esa energía sirve -además de para lograr la etiqueta ECO- para que la función 'start-stop' apague el motor al frenar cuando la velocidad baja de 22 km/h o para que circulemos 'a vela' -entre 55 y 160 km/h, y siempre que no frenemos ni aceleremos- por periodos de hasta 40 segundos. Esa es la teoría, porque en la práctica no se circula tanto por inercia; aunque en su descargo debemos decir que el gasto medio sí es moderado. Porque hablamos de un 'aparato' de 2.220 kilos y cinco metros, con 286 CV y tracción Quattro, que se conforma con 8,7 l/100 km reales. Y como caben 85 litros en el depósito, no visitaremos mucho las estaciones de servicio al viajar.

En cuanto a prestaciones, no vemos un problema que nuestra unidad no haya cumplido la aceleración '0-100' oficial -mucho neumático, quizás-, pues los 6,96 segundos medidos están muy bien. Y porque solventa los adelantamientos en un pispás, transmitiendo una curiosa sensación de ligereza que después se extiende al comportamiento, que nos ha enamorado por capacidad de frenada, inmediatez y precisión de la dirección -2,2 vueltas de volante- y por el aplomo y ausencia de balanceos o inercias. Mérito para el Q8, sin duda, pero también para quien configurase nuestra unidad de pruebas con opciones como la dirección en las cuatro ruedas, la suspensión neumática -hasta 25,4 centímetros de distancia libre al suelo- o unas gomas 285/40 R22 -si pensamos en escapadas 'off road' mejor dejar los 265/65 R19 de serie- que le permiten ir por raíles hasta en las curvas cerradas, ayudados por una tracción Quattro muy eficaz que prioriza el envío de par al tren posterior.

LA CLAVE

Si pasamos por alto su enorme factura, lo mal equipado que viene de serie y los elevados precios de su infinidad de opciones, pocos inconvenientes más le podemos poner al Q8. Su versión 50 TDI anda que se las pela y gasta poco si tenemos en cuenta el peso del conjunto; y el comportamiento nos ha encandilado. Además, es amplio, está bien hecho, la gente lo mira y lo remira…