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Audi A1 Sportback 1.0 TFSi S Tronic. Pequeño genio

Reconozco que me gustaba tanto el 1.2 TFSI de 86 CV usado como acceso a la gama A1 de gasolina que cuando Audi, al remodelar su utilitario en 2015, anunció que lo relevaría por el 1.0 TFSI tricilíndrico la idea no me entusiasmó. Incluso al saber que la operación permitía alcanzar los 95 CV. Porque un motor de cuatro cilindros siempre tendrá un funcionamiento más suave y equilibrado que uno de tres, por bueno que éste sea, y aquí hablamos de un segmento 'premium', donde se aspira a lo mejor de lo mejor.

Pero ese 'paso atrás' aparejaba ventajas como un consumo y unas emisiones más bajas, pues el 1.0 TFSI compensa su menor cilindrada con más tecnología. Y la casa alemana, además, contiene la sonoridad y las vibraciones, de manera que sólo al acelerar con fuerza desde poca velocidad apreciaremos que bajo el capó hay un cilindro menos.

Este A1 me ha ido convenciendo día a día. En primer lugar, porque es un Audi en toda regla y sigue presumiendo de un magnífico tacto, algo que ya no tenemos tan claro en el caso de los nuevos Mini, cuyas versiones de tres cilindros… ¡parecen de tres cilindros!

Ágil y divertido

El 1.0 TFSI empuja bastante bien, pues su par máximo de 16,3 mkg es constante entre 1.500 y 3.500 rpm. Y son exactamente los mismos valores de los que presumía el 1.2 TFSI de 86 CV que tanto añoro. Además, nuestra unidad equipaba el cambio automático S tronic de doble embrague y siete relaciones, que respecto a la versión con caja manual de cinco marchas eleva el precio la friolera de 1.810 euros; pero permite disfrutar mucho más de la ciudad o de la conducción 'viva' en carretera -equipa levas en el volante-, al tiempo que sirve para sacar más provecho del motor. Y no sólo porque los cambios de marcha acaben siendo más rápidos, sino también porque al subir de marcha -hay siete en vez de cinco- cae menos de régimen el 1.0 TFSI. Resultado: unas prestaciones satisfactorias. No es una bala, como demuestran los 11,7 segundos medidos para acelerar de 0 a 100 km/h, pero en carretera es más ágil de lo esperado, y solventa los adelantamientos con la seguridad de coches más potentes. Ahí están los 8,8 segundos para recuperar de 80 a 120 km/h.

Y eso que la unidad de prueba venía 'lastrada'. Se trataba de un Sportback -más recomendable que el A1 de tres puertas por la mayor altura en la segunda fila y la posibilidad de dotarle de cinco plazas- con el exclusivo acabado Adrenaline2 -3.020 euros más caro que el Attraction-, que ya incorpora unos 215/40 R17 en lugar de los racionales 185/60 R15 del A1 básico; pero es que entre las opciones incluidas figuraban, por 922 euros, unos aún más anchos: 225/35 R18. Puede que no pasen factura a las prestaciones, pero sí lo han hecho al consumo, pues la media real se ha ido a 7,5 l/100 km. Demasiado cuando te 'bautizaron' como Ultra.

La parte amable de tanta goma es que con buen firme el coche va por raíles, y que la frenada es soberbia -49,2 metros para pararnos desde 120 km/h-, de modo que admite una conducción dinámica.

La clave

El A1 usa atractivos motores de gasolina de cuatro cilindros con 125, 150, 192 y, en el caso del S1, 231 CV. Por eso este tricilíndrico de sólo 1 litro y 95 CV puede parecerles a muchos el 'patito feo' de la gama. Pero cumple por rendimiento, y el coche es todo un Audi por tecnología, calidad y, pese a la potencia, una relativa deportividad.