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Volkswagen Think Blue Challenge. Todo esfuerzo ayuda

Think Blue Challenge es una de las iniciativas más llamativas de Volkswagen en el terreno medioambiental. Cada año, la marca alemana selecciona participantes de sus mercados principales para que compitan en busca del conductor más eficiente. Este año, esa competición se celebró por carreteras de Pamplona, donde 12 lectores de medios de comunicación especializados compitieron por un puesto en la final que se celebrará en noviembre en California.

Uno de esos medios fue Motor16, que invitó a sus lectores a participar en un concurso para elegir. Miguel Ángel Cascajo, un comercial de maquinaria industrial de Madrid fue el elegido, y junto a él, un servidor, dispuestos ambos a rebajar cada gramo de emisiones y cada litro de gasolina. El arma para conseguirlo, además de toda la finura al volante que pudiéramos conseguir era el Volkswagen Golf GTE, el híbrido enchufable de la marca que gracias a su motor eléctrico y su motor térmico de gasolina ofrecen una potencia conjunta de 204 caballos y un consumo medio homologado de 1,5 l/100 km.

Bajo consumo y mucha regularidad

Con el Golf, tras un briefing muy de mañana en el que nos dieron las normas de la competición (se trataba de una prueba de regularidad -es decir, había que cumplir recorrido y horario si no querías ser penalizado) que buscaba fundamentalmente consumir lo mínimo posible en el recorrido por carreteras navarras abiertas al tráfico, con subidas, bajadas, travesías, rotondas y controles secretos de paso intermedios que había que hacer en un determinado tiempo que no conocíamos. Con esas exigencias nos pusimos en marcha.

El primer tramo era un tramo de enlace, es decir, no puntuaba, que nos llevaría a la salida propiamente dicha de la competición. Ese primer tramo, con un servidor al volante, realizado en modo de recarga de batería, para poder acumular toda la energía que fuera posible nos llevó hasta Ibero donde comenzaba el recorrido. Desde ahí, nos esperaban 22,8 kilómetros, que teníamos que recorrer en 31 minutos y 14 segundos, hasta llegar a Muzqui, el único pueblo del mundo que tiene un frontón que lo atraviesa una carretera. En ese recorrido que tratamos de conservar al máximo la batería para dejarle a nuestro lector la mayor carga posible.

Tras recorrer esos kilómetros -nos encontramos con un grupo de ciclistas que dificultaron nuestro ritmo y también con  un camión de la basura que nos costó adelantar, llegamos al final del tramo sin penalizar por tiempo -a partir de un minuto de adelanto o retraso sobre el crono fijado había penalización- y con un consumo medio de 2,6 l/100 km; una cifra que nos pareció ajustada para las circunstancias, porque para cumplir el horario había que hacer unas medias que en absoluto eran de laboratorio, es decir, 115 km/h en autovía, 60 en ciertos tramos de carretera, además de sortear una orografía que, en absoluto era plana. Otro dato que nos parecía alentador; habíamos conseguido recorrer un 86 por ciento del tramo con 0 emisiones.

El segundo tramo, el más complicado

Segundo tramo; cambio de conductor y Miguel Ángel Cascajo se pone al volante. Es el tramo más largo (42,1 kilómetros que hay que recorrer en 39 minutos y 22 segundos) y también el más complicado, pues nos volvemos a encontrar ciclistas, camión de la basura etc. Además, la autonomía de la batería comienza en 26 kilómetros, lo que no nos da para recorrer todo un tramo que cuenta con muchas subidas y bajadas -aprovechamos estas para recargar batería de cara al último tramo-. En cualquier caso, la finura de Miguel Angel al volante (los años de experiencia se notan) se salda con un excelente 4,1 l/100 km de media y un 62 por ciento del recorrido con 0 emisiones. Eso sí, llegamos raspados al control de tiempo y penalizamos por unos pocos segundos. No conocemos datos del resto de participantes, pero tenemos la sensación de que no lo estamos haciendo muy mal.

Un nuevo tramo de enlace, aunque sólo de 5 kilómetros nos lleva hasta la factoría de Landaben. Ese tramo, de nuevo, lo hacemos en modo recarga, para poder tener el máximo de energía acumulada. En el circuito, un pequeño eslalon, una aceleración, una prueba de frenada, nos dan la dimensión exacta de la deportividad del Golf GTE; un eléctrico, sí; pero también un deportivo. Hemos acumulado poco más de 20 kilómetros de carga de batería entre el tramo de enlace y la prueba en la fábrica.

Pero hemos tenido un problema. Hemos llegado los terceros a la fábrica y el tiempo que hemos estado esperando ha sido escaso, pues hacemos la prueba e inmediatamente nos envían al último tramo. Según salimos del circuito los nueve coches restantes esperan su turno en el circuito -posiblemente más de media hora les tocará esperar- lo que aprovechan para recargar sus baterías, mientras que nosotros no lo hemos podido hacer más allá de 10 minutos. Un hándicap añadido.

Se nos acaba la batería

Nos ponemos en marcha, el úlltimo tramo son 13,1 kilómetros que debemos recorrer en 19 minutos y 39 segundos. Un tramo que trataremos de hacer totalmente en eléctrico; si  hay suerte nos anotaremos un 0 en el casillero. Pero la batería no nos da para todo el recorrido y además, nos encontramos tráfico en Pamplona lo que nos retrasa. Llegamos al final con unos 4 minutos de retraso y habiendo consumido una media de 1,3 l/100 km -excelente dato-, pero que no puede competir con los varios 0 que se anotan varios de los otros participantes, los que recargaban mientras esperaban en el circuito.

Hemos cumplido; lo hemos hecho lo mejor que hemos podido (seguro que otra ocasión no repetiríamos algunos errores) y llega la hora de la verdad. No estamos entre los 3 primeros y vemos en la clasificación final que hemos acabado octavos… Podría haber sido mejor; y seguro que también peor. Nos quedamos, en cualquier caso con la experiencia y con la propuesta que nos hizo Volkswagen. En estos casos lo importante es participar; no en la competición, sino, sobre todo, en el reto de una conducción eficiente. Algo que hemos podido vivir en directo y en lo que hemos podido disfrutar del Golf GTE, el GTI más limpio. Y no por ello menos divertido.