El verano llega a su fin y, con él, los viajes de vuelta a casa. Para muchos conductores, la ruta de regreso no se hace en solitario: perros, gatos y hasta pequeños animales de compañía forman parte de la familia y, como tal, también comparten trayectos largos por carretera. Sin embargo, la seguridad de las mascotas durante el transporte sigue siendo un tema pendiente para muchos automovilistas, lo sabe la DGT. No basta con que estén cómodas, la clave está en que viajen de forma segura tanto para ellas como para el resto de ocupantes. La Dirección General de Tráfico ha lanzado una serie de recordatorios y consejos destinados a garantizar que los animales viajen de forma adecuada.
El mensaje que lanza la DGT es claro: un animal suelto en un coche puede convertirse en un riesgo de enormes dimensiones, sobre todo en caso de frenazo brusco o accidente. Por eso, la organización insiste en el uso de dispositivos de retención apropiados, una elección que no solo marca la diferencia entre comodidad y peligro, sino entre seguridad y desastre.
2Nunca suelto, siempre retenido

Un perro suelto en el habitáculo no solo puede distraer al conductor, también puede multiplicar el riesgo en caso de accidente. La DGT pone un ejemplo claro: un perro de 20 kg, en un choque a 50 km/h, impacta con una fuerza superior a 700 kg. Este cálculo sirve para imaginar el peligro real que supone llevar al animal sin sujeción, tanto para él como para los ocupantes del coche.
El problema no se limita a los choques. Muchos conductores dejan que el perro viaje con la cabeza fuera de la ventanilla, un gesto aparentemente simpático pero que puede derivar en lesiones oculares por impactos de polvo, piedras o insectos. Además, el animal puede intentar saltar en plena marcha. Todo esto refuerza la necesidad de recordar lo obvio: dentro del coche, como las personas, las mascotas deben ir sujetas.