El verano es sinónimo de descanso, viajes largos y rutas por carretera hacia la playa o la montaña. Pero mientras nosotros disfrutamos de esas jornadas de desconexión, nuestro coche no siempre lo pasa tan bien. Las altas temperaturas, los trayectos interminables y la exposición constante al sol ponen a prueba la resistencia de todos los componentes del vehículo, desde el motor hasta la pintura.
Y aunque la mayoría de los conductores suele revisar su coche antes de salir de vacaciones, no todos se acuerdan de que el verano deja secuelas. Con el regreso a la rutina es fundamental comprobar el estado del automóvil y darle una puesta a punto que evite sorpresas desagradables. Porque igual que nosotros necesitamos recargar energía tras las vacaciones, nuestro vehículo también exige cuidados después de un uso intensivo.
5Carrocería e interiores: el sol no perdona

El verano no solo castiga la mecánica. La carrocería y los interiores también sufren los efectos de la radiación solar, la sal del mar o incluso la arena de la playa. Los rayos ultravioleta deterioran la pintura, provocando pérdida de brillo y de color. En el interior, el calor puede agrietar plásticos, resecar tapicerías y decolorar tejidos.
Por eso, al finalizar el verano, es muy recomendable aplicar una capa de cera protectora a la carrocería y realizar una limpieza profunda del interior. Hidratar los plásticos y, si es posible, usar fundas o protectores en el salpicadero y los asientos ayuda a alargar la vida de los materiales. Unos cuidados básicos que, además de mejorar la estética, preservan el valor de reventa del vehículo.