Viajar por carretera siempre ha sido sinónimo de libertad. Pero cuando hablamos de hacerlo con un coche eléctrico, la historia cambia. No es que desaparezca la aventura, pero se transforma. Y lo que antes era espontáneo, de pronto exige cálculo, estrategia y hasta un poco de fe en la red de carga.
Con más de 160.000 vehículos eléctricos circulando ya por nuestras carreteras, y el verano como época reina de los desplazamientos, la pregunta es inevitable: ¿está España preparada para que los viajes en coche eléctrico sean realmente cómodos? Porque lo que debería ser un trayecto sin emisiones y con menor impacto ambiental puede convertirse, si no se planifica bien, en toda una odisea.
4Comodidad y sostenibilidad: una dupla en construcción

Uno de los aspectos más positivos del viaje eléctrico es su impacto ambiental. Muchos de los puntos de carga, como los de Powy, utilizan energía 100% renovable, lo que añade un plus ecológico al trayecto. Para quienes quieran apostar por la sostenibilidad en sus vacaciones, es un punto a tener en cuenta.
Otra ventaja es que la movilidad eléctrica obliga, en cierto modo, al ‘slow travel’: a un turismo más pausado, más consciente y más conectado con el entorno. Ya no se trata de hacer los kilómetros del tirón. Cada vez hay más cargadores en puntos estratégicos —cerca de playas, parques, monumentos, zonas gastronómicas…—, lo que permite aprovechar el tiempo de espera para disfrutar del viaje.