En España, estamos tan acostumbrados a dejarnos guiar por semáforos, señales verticales o marcas pintadas en el asfalto que muchas veces olvidamos que, por encima de todas ellas, existe una figura que puede cambiar de un momento a otro las reglas del tráfico: el agente de la Guardia Civil. Cuando uno de estos profesionales decide regular manualmente la circulación, su autoridad y sus gestos prevalecen por encima de cualquier otra señal que encontremos en la vía.
Sin embargo, no todos los conductores saben interpretar correctamente esas indicaciones manuales. Una de las más habituales —y también de las que más dudas genera— es cuando el agente extiende uno o ambos brazos en posición horizontal. A simple vista, puede parecer un gesto neutro, incluso poco claro, pero lo cierto es que encierra un mensaje muy concreto que todo conductor debe conocer y obedecer al instante.
2Situaciones habituales en que la Guardia Civil lo hace

No es casualidad que este gesto sea uno de los más empleados en controles de tráfico. Suele verse en circunstancias especiales en las que el flujo de vehículos necesita una regulación puntual:
- Controles rutinarios de la Guardia Civil: documentación, alcohol y drogas o ITV.
- Accidentes de tráfico en los que es necesario cortar carriles.
- Eventos masivos como fiestas patronales, partidos de fútbol o manifestaciones que obligan a desviar la circulación.
- Zonas de obras donde el tráfico se estrecha o se regula manualmente.
- Situaciones de emergencia, como permitir el paso de ambulancias, bomberos o coches oficiales.
En todas ellas, el gesto de brazos en horizontal cumple un papel clave: detener vehículos en determinadas direcciones para dar paso seguro a otros. El agente actúa como un “semáforo humano”, adaptándose a la situación en tiempo real.