Para muchos, la adquisición de un automóvil de lujo como un BMW es el resultado de años de esfuerzo, planificación financiera y sacrificios. Sin embargo, existen quienes buscan atajos fraudulentos para acceder a estos bienes sin gastar un centavo legítimo. Este fue el caso de Callum Kearney, un joven irlandés de 23 años que intentó, a través de un engaño digital, hacerse con tres BMW sin pagar ni un euro. Su estrategia: manipular capturas de pantalla para simular transferencias bancarias exitosas.
El primer intento de Kearney tuvo lugar en el concesionario Ashford Motors, donde expresó su interés en comprar dos BMW con un valor combinado de aproximadamente 144.900 euros. Para convencer a los vendedores de que la transacción estaba en proceso, utilizó Photoshop para alterar capturas de pantalla y hacer parecer que había enviado el dinero. Sin embargo, el concesionario no cayó en la trampa y, al no recibir el pago, negó la entrega de los vehículos.
El joven buscó comprar otros BMW
Lejos de desistir, el joven decidió probar suerte en otro establecimiento seis días después. En esta ocasión, su objetivo fue un BMW valorado en 28.950 euros en CMC Car Sales. Con la misma estrategia, envió una imagen manipulada de un supuesto pago pendiente y logró realizar una prueba de conducción. Pero en lugar de devolver el coche, Kearney cambió las matrículas por unas falsas y desapareció con el vehículo.
El fraude no tardó en salir a la luz. Las autoridades rastrearon el automóvil hasta la vivienda de Kearney, donde lo encontraron estacionado. En un intento desesperado por eludir la captura, el joven dio un nombre falso y alegó haber sido dueño del coche durante varios años. Sin embargo, la evidencia en su contra era contundente. La policía lo arrestó y, tras un interrogatorio, confesó su crimen. También reveló que planeaba vender partes del motor por 15.000 euros y que incluso ya tenía un comprador interesado en uno de los coches que no logró robar.
¿Qué consecuencias tuvo por intentar comprar esos BMW?
El desenlace legal no tardó en llegar. A principios de este mes, un tribunal de Irlanda condenó a Kearney a tres años de prisión, aunque con 21 meses en suspenso. Durante el juicio, su equipo de defensa argumentó que el joven tenía un “gran interés por los autos” y mencionó su diagnóstico de TDAH y autismo, así como su difícil infancia marcada por la exposición a la violencia doméstica. No obstante, la sentencia dejó en claro que sus acciones no podían justificarse bajo esas circunstancias.
Este caso es un claro recordatorio de que la tecnología puede ser utilizada tanto para facilitar la vida cotidiana como para cometer fraudes sofisticados. Sin embargo, los intentos de engaño rara vez salen bien a largo plazo. La verificación rigurosa por parte de los concesionarios y la vigilancia de las autoridades aseguran que estos delitos no queden impunes. Al final, Kearney aprendió por las malas que no hay atajos legítimos para alcanzar el lujo de comprar un BMW.
