El invierno ha tardado en llegar este año, pero una vez que lo ha hecho, ha llegado con toda su crudeza. Ya vamos por la cuarta tormenta invernal y las cosas no parecen mejorar a corto plazo.
En estas condiciones es conveniente que aprendamos a circular en las cambiantes condiciones climatológicas que impone esta época del año. En la que podemos pasar del sol al frío más intenso en cuestión de minutos. Sin descartar episodios de violentas tormentas, con lluvia abundante y por supuesto viento, mucho viento.
Tormenta de viento y lluvia
La primera de las precauciones en estas condiciones pasa por realizar un correcto mantenimiento del coche. Por muchas veces que se diga nunca es suficiente. Es clave llevar los neumáticos en buen estado, tanto en lo referente al dibujo como a la presión.
Es importantísimo realizar una revisión en profundidad a final de verano y sustituirlos por unos nuevos si es necesario. Los neumáticos son la única parte del coche en contacto con el suelo y los grandes responsables de evacuar el agua pero para esto deben tener profundidad de dibujo suficiente.
Precisamente las canalizaciones de la goma son las encargadas de evacuar el agua que hay sobre la calzada, pero cuanto menos profundidad de dibujo menos agua evacúa.
El truco de la moneda que recomienda la DGT es muy útil para verificar si tiene la profundidad, coloca un euro en una de las nervaduras principales y si se sostiene es que la profundidad es adecuada.
Comprueba la climatización
Verifica también el correcto uso de la climatización y del sistema para desempañar los cristales y similares. Por último las luces son claves, sin ellas es muy peligroso ponerse en carretera. Tanto para ver como para ser vistos.
Una vez ya en carretera y frente a una tormenta de agua y viento las precauciones pasan siempre por la prudencia.
Inicialmente la clave es reducir la velocidad. Lógicamente así es más sencillo hacernos con el control del coche y evitar sustos inesperados. Hay que distinguir entra la lluvia y el viento.
Cuidado, lluvia
La lluvia reduce la adherencia del asfalto, por lo cual es obligado además de reducir la velocidad ser mucho más suave con la dirección y en las frenadas. En caso de maniobras bruscas lo normal es perder el control del coche, pues tanto la dirección como los frenos no van a responder igual. Además hay que tener cuidado con los charcos, Si circulamos sobre ellos a velocidad elevada puede que provoquemos aquaplaning, o lo que es lo mismo que el coche flote sobre el charco y con ello perdamos el control.
Respecto al viento conviene tener cuidado cuando sopla con fuerza. Hay que sostener el volante con firmeza pero sin violencia y cuidado al salir del abrigo de los túneles o de los camiones porque entonces en golpe de viento puede provocar que demos un volantazo y con ello tengamos un accidente.
Ante cualquiera de las dos situaciones anteriores se impone la misma solución inicial: moderar la velocidad.