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The Beast: erase un coche pegado al motor V12 de un avión

En los años ‘70 se llegaron a fabricar en el Reino Unido extraordinarios vehículos totalmente personalizados. Criaturas realmente únicas como este automóvil conocido con el nombre de The Beast y que llegó a estar presente en el Libro Guinness de los Récords como ‘el automóvil de carretera más poderoso del planeta’ allá por el año 1977. Y es que la mecánica que esconde semejante criatura era capaz de eclipsar a las utilizadas por los Ferrari o Lamborghini más potentes de la época.

The Beast se convirtió en todo un habitual en libros especializados y en revistas de antaño. Y más aún cuando fue el foco de un caso judicial presentado por la compañía de Goodwood. Todo porque bajo el capó de The Beast se esconde precisamente un corazón de origen Rolls-Royce. Aunque no se trataba concretamente del carismático 6.75 V8 que utilizaban por aquellos entonces maravillosas criaturas como sus Silver Sadow o Corniche, sino de un motor de altos vuelos.

The Beast comenzó teniendo el motor de un tanque

Para animar a The Beast se apostó por el sensacional motor Rolls-Royce Merlin, que no es otra cosa que el motor V12 de 27 litros utilizados en aviones de combate de la talla del Superman Spitfire y Hawker Hurrane, los cuales plantaron cara a los aviones de la Luftwaffe alemana en los años ‘40.

El nacimiento de este particular The Beast comienza a mediados de la década de los años ‘60, cuando Paul Jameson colocó sobre un chasis debidamente personalizado un motor V12 proveniente del tanque Meteor. Los 760 CV de potencia y los 1.030 Nm de par motor que entregaba dicho bloque necesitaban de una transmisión acorde a las circunstancias, de manera que Jameson se puso en contacto con John Dodd, todo un especialista en la fabricación de transmisiones automáticas, que decidió hacerse cargo del proyecto, colocado incluso esta carrocería con todas las papeletas para asemejarse al Ford Capri más feo de la historia.

Tras perder un juicio contra Rolls-Royce The Beast acabó en España

1970 The Beast V12 Merlin. Imagen estática lateral.

Un incendio acaba con el proyecto, aunque el vehículo el totalmente reconstruido desde la nada. Hasta el punto de que se aprovecha la ocasión para reemplazar el motor de dicho tanque por este Rolls-Royce Merlin V12, el cual fue despojado del sistema de sobrealimentación que equipaba en los aviones de combate. Y así es como ha llegado hasta nuestros días.

El uso de un motor del fabricante de Goodwood hizo que John Dodd pensara en que era necesario equipar a The Beast con una parrilla acorde a las circunstancias, aunque Rolls-Royce pareció no estar de acuerdo con aquella decisión, abriendo dicho caso judicial. Eso dio a conocer por medio mundo a The Beast, sin contar la parafernalia que rodeó a dicho juicio en el que incluso Dodd llegó a presentarse en los tribunales del centro de Londres a lomos de un caballo blanco después de que el juez lo acusara de tener una ‘actitud caballerosa’.

Adhesivos del RACE y RACC lucen en su luna posterior

1970 The Beast V12 Merlin. Imagen estática trasera.

Dodd perdió el caso y cambió la parrilla original por una personalizada con sus propias iniciales. Pero también hizo desaparecer a The Beast, que acabó curiosamente en España. Y es realmente curioso que en su luna posterior podamos ver los adhesivos del RACE y del RACC.

John Dodd falleció el año pasado, pero The Beast aún continúa con vida y ahora está buscando un nuevo hogar. Aunque es un mal momento para hacerse con esta criatura con los precios que está alcanzando la gasolina (¿se podrá convertir a GLP?). Lo subastará Car & Classic el próximo 9 de marzo, acompañado de todos los documentos que acreditan la singularidad de esta criatura que a comienzos de la década de los años ‘70 fue cronometrado de forma oficial alcanzando 183 millas por hora (295 km/h). Y eso es mucho más de lo que podrá alcanzar el electrizante y silencioso Rolls-Royce Spectre.