Si has conducido por las ciudades y pueblos de España, seguro que te has topado con más de un badén. Esos molestos obstáculos pueden darte un buen susto si no tienes cuidado, y pueden convertirse en la peor pesadilla para tu coche.
¿Te has preguntado alguna vez si los estás cruzando de la forma correcta? ¿Sabes qué le estás haciendo a la suspensión, a los amortiguadores y al motor cada vez que los tomas a una velocidad inadecuada?
El badén, más que un simple obstáculo

Para entender cómo pasar por un badén de forma segura, primero tienes que comprender qué es lo que hace a tu coche sufrir. No son simples montículos de asfalto o plástico; están pensados para forzar a los conductores a reducir la velocidad. Y cuando no lo haces, o lo haces de forma incorrecta, empiezan los problemas.
Un badén obliga a la suspensión de tu coche a trabajar a marchas forzadas. Los amortiguadores se comprimen y se estiran de forma brusca para absorber el impacto. Y si lo haces a gran velocidad, ese movimiento se vuelve agresivo, sobrecargando las piezas y, con el tiempo, dañándolas. No es un golpe puntual lo que causa el mayor daño, sino la acumulación de todos esos pequeños malos tratos. Es como si le dieras un martillazo a tu coche cada vez que no tomas bien un badén.
Cuando pasas por un badén a toda prisa, las piezas de la suspensión son las primeras en sufrir. Los brazos de control, las rótulas, los silentblocks y, por supuesto, los propios amortiguadores se llevan la peor parte. Estos componentes están diseñados para absorber las irregularidades del camino, pero tienen un límite. Si los fuerzas una y otra vez, su vida útil se acorta, y una reparación de la suspensión no es nada barata.
Pero el daño no se queda solo en eso. El impacto puede afectar a la alineación de las ruedas, provocando un desgaste irregular de los neumáticos y un consumo de combustible mayor. Incluso el motor y el sistema de escape pueden sufrir.
El consejo de experto para pasar por un badén

La solución no es un truco mágico, sino una técnica que, según un experto mecánico, te ayudará a evitar la mayoría de los daños. La clave no es frenar justo antes del badén, sino mucho antes. Si ves un badén a 50 metros, el momento de empezar a reducir la velocidad es ahora. Desacelera poco a poco, de forma progresiva, para que tu coche no sufra una inclinación brusca y la suspensión no tenga que trabajar de forma repentina. Imagina que el badén es como una rampa de entrada a una autopista: no te detienes de golpe, sino que te incorporas con suavidad. Con los badenes es igual: no te frenes en seco, reduce la velocidad con tiempo.
Es un proceso sencillo, que apenas te robará un par de segundos, y la mejor inversión que puedes hacer para cuidar de tu coche. Y no es una exageración. Un solo mal paso puede marcar la diferencia entre unos amortiguadores sanos y una visita al taller.
Mitos y errores que cometes sin saber

La técnica de la anticipación y la suavidad es la más efectiva, pero muchos conductores cometen errores por desconocimiento o por prisas.
Seguro que has visto a algún conductor intentando pasar el badén con una rueda antes que la otra, girando un poco el volante. La idea detrás de esta maniobra es que la suspensión trabaje de forma escalonada, minimizando el impacto. Sin embargo, los expertos advierten que esto no siempre funciona y, en muchos casos, puede ser peor.
Otro error muy común es frenar justo encima del badén. Cuando haces eso, la parte delantera de tu coche se hunde, comprimiendo la suspensión al máximo. Si el badén es alto, el riesgo de golpear los bajos del coche es enorme. Además, el esfuerzo que le pides a los amortiguadores y a las pastillas de freno es innecesario.
A veces, la prisa por llegar a tu destino te hace ignorar las señales de tu coche. Pasas por un badén a 40 km/h o más, sintiendo el golpe seco y el traqueteo. Tal vez pienses que por una vez no pasa nada, pero como hemos visto, el daño es acumulativo. Cada impacto, cada mal paso, va sumando. Y un día, sin previo aviso, algo se rompe. Y el coste de la reparación es mucho mayor que los pocos segundos que hubieras perdido pasando el badén con cuidado.
Cuidar de tu coche es como cuidar de tu propia salud: las pequeñas precauciones diarias evitan los grandes problemas a largo plazo. Un simple gesto como este te ahorrará dinero, tiempo y el disgusto de una avería inesperada.