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Rotondas, aprende a superarlas

Son una solución relativamente moderna y, precisamente por ello, han supuesto graves problemas y muchos temores para muchos conductores cuando se aproximan a ellas y tienen que circular por ellas. Lo primero que conviene entender es que muchos conductores no están acostumbrados a circular por ellas. Hay muchos usuarios de las carreteras que no recibieron la adecuada formación para hacerlo debidamente cuando obtuvieron su carnet de conducir y tampoco están acostumbrados a circular por ellas dado que en su zona habitual de movimientos no existen. Si, parece mentira, pero hay zonas de España, especialmente en zonas rurales, donde las rotondas no son nada habituales. Y sucede que estos conductores ocasionalmente, especialmente en fines de semana y períodos vacacionales, abandonan su zona de residencia y circulan por carreteras donde sí las hay, y en gran número. Esto provoca muchas indecisiones en sus maniobras y supone un riesgo elevado para el resto de usuarios.

Circular siempre atentos a las señales de tráfico

Esta es una de las principales razones por las cuales hay que estar siempre prevenidos cuando nos acercamos a una glorieta. Otra de ellas, la más habitual, se refiere a los despistes de muchos conductores, a la que se deben sumar las numerosas maniobras incorrectas que se cometen tanto al aproximarse, como al entrar, circular por dentro de ellas y, muy especialmente, al salir.

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En un reciente estudio de la compañía aseguradora AXA sobre conducción en España, se destacaba que, a día de hoy, dos de cada tres usuarios de nuestras calles y carreteras todavía no saben conducir adecuadamente ni en una rotonda ni en una glorieta. Desconocen las prioridades de paso, las medidas previas que debemos adoptar cuando nos acercamos a una de ellas, la forma en la que debemos utilizar los intermitentes , los carriles internos tanto de la glorieta como de la rotonda por los cuales debemos circular, etc.

Y esto sucede no sólo con los conductores particulares, también con los conductores de vehículos de flotas de empresa, quienes en muchas ocasiones, llevados por la necesidad de cubrir más rápidamente las rutas planificadas o simplemente por monotonía al volante cometen tanto imprudencias como despistes que pueden llegar a provocar graves incidentes.

Planificar antes de llegar

Lo primero que debemos tomar conciencia es que nuestras maniobras en las rotondas debemos planificarlas mucho antes de llegar a ellas. Esa es la razón por la cual en las carreteras se anuncian con grandes carteles. Primero para avisar de su pronta presencia, por lo que nos conviene reducir la velocidad dado que podemos encontrarnos con retenciones a la entrada de las mismas que ralenticen la circulación hasta incluso hacerla parar por completo. Segundo, para ir colocándonos en la vía de acceso en función de la salida que queramos tomar de la rotonda. No hay excusas. Las direcciones se marcan en una y , en ocasiones dos o más veces previamente a la llegada a la rotonda.

Así, si queremos tomar las dos primeras salidas de la misma, nuestro carril de circulación deberá ser siempre el derecho. Si la vía por la que circulamos es de dos o más carriles en el sentido de la marcha, deberemos ir ganando carriles hacia la izquierda a medida que nuestra salida vaya estando más lejana (3ª, 4ª, 5ª,… salidas) en el interior de la glorieta.

Contar el número de nuestra salida dentro de la glorieta en los carteles que nos anuncian su inmediatez es siempre una buena costumbre. Debemos recordar que se marcan las salidas en función de las direcciones de destino de cada una de ellas y que por cada vía entran y salen vehículos por tantos carriles como estas tienen.

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Quienes están dentro tienen prioridad

Una vez colocados debemos ser conscientes de que la prioridad de paso en una glorieta o en una rotonda la tienen siempre los coches que ya están circulando en el interior de la misma. Eso significa que, salvo que haya un semáforo o un agente regulando el tráfico, deberemos siempre ceder el paso a los coches que nos llegan por nuestra izquierda, salvo en aquellos países donde se circula por el carril izquierdo, donde deberemos ceder el paso a los que nos por la derecha.

Entre los incidentes más habituales provocados a la entrada de las glorietas el más común es el que generan los conductores indecisos o excesivamente precavidos. Cuando estamos esperando para acceder a la misma, tendemos a mirar a nuestra izquierda para analizar la fluidez de la circulación que llega a nuestra posición en busca de espacios que nos permitan acceder al interior de la rotonda. Por lo general, justo en ese momento dejamos de visualizar y de fijarnos en las maniobras del coche que tenemos inmediatamente delante nuestra. Esto provoca que, en muchas ocasiones no nos percatemos que el vehículo que nos precede se «arrepintió» a última hora de sus intenciones y no finalizó su acceso a la rotonda. Y como apenas lo teníamos vigilado «de reojo» avanzamos pensando que teníamos hueco. Es entonces cuando se produce un alcance entre nuestros coches, del que nosotros habremos sido los únicos culpables. El error fue nuestro, no suyo. Avanzamos sin mirar y sin constatar que el coche precedente ya había accedido a la rotonda. Y muy probablemente no sólo seremos los culpables del alcance, sino que además será nuestro vehículo el que, por lo general sufra más daños.

Entra siempre al carril que te corresponde

Seguimos. Cuando nos toca realmente el turno de acceder a la glorieta debemos esperar siempre a disponer del espacio necesario para encontrar nuestro hueco sin por ello forzar a los coches que vienen a reducir su marcha o a detenerse. Cuando tengamos nuestro espacio, nos incorporaremos SIEMPRE en el carril de la glorieta que nos corresponde, sin cruzarnos a los carriles interiores de la misma. De hacerlo estaríamos «cortando» la rotonda e interfiriendo la marcha de los vehículos que circulaban en los carriles situados a nuestra izquierda, quienes seguramente habrán aprovechado el mismo «hueco» que nosotros para acceder a la rotonda.

Una vez dentro, lo más recomendable es circular por nuestro carril hasta alcanzar nuestra salida. Por lo general, cuanto menos cambiemos de carril, más segura será la circulación. Recordemos que nos hemos «colocado» previamente en determinados carriles para llegar más cómodamente a la salida que nos interesa. Cuanto más lejos esté dentro de la rotonda, más deberemos utilizar los carriles interiores (izquierdo). Cuanto más cerca, mejor permanecer en el carril exterior (derecho).

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Señaliza siempre tus cambios de carril

En todo caso, tanto al aproximarnos a las rotondas como en el interior de las mismas la señalización de nuestras intenciones exige una mayor antelación en el uso de los mismos. Todos nuestros cambios de carril deben estár precedidos del correspondiente uso del intermitente adecuado. Y conviene recordar que el uso del intermitente no nos concede derecho alguno si hay otro coche ocupando el carril al que queremos acceder. Si no podemos hacerlo, deberemos dar otra vuelta a la rotonda hasta encontrar el hueco que nos permita hacerlo. De ahí el interés de circular prioritariamente por el carril derecho, porque lo mismo sucede a la hora de querer abandonar la rotonda.

Nunca te cruces de carril para salir de la rotonda

Si el coche que circula por el carril derecho o exterior no quiere tomar la salida que a nosotros ?que circulamos por el carril interior o izquierdo?nos interesa, no podemos cruzarnos por delante suya para salir de la rotonda. Deberemos seguir circulando y dar otra vuelta a la rotonda hasta que tengamos paso libre para poder salir de la misma con seguridad.

Por otra parte, si al circular por la rotonda pierdes las referencias o no estás seguro de qué salida es la tuya, lo mejor es circular por el carril interior (izquierdo) de la misma hasta verificar cual es la que debemos tomar. En todo caso, recuerda siempre que, en carretera, la regla de las «Pés» es siempre la más adecuada: Paciencia, prudencia, precaución, prevención..ayudan a evitar los peligros. Recuerda que, además, el uso del claxon en el interior de las rotondas está prohibido para mostrar enfado o recriminar maniobras de otros conductores. Únicamente puede utilizarse para alertar sobre un posible accidente.