Ponerse al volante es, sin duda, una de las actividades cotidianas más comunes. Sin embargo, pocas veces reflexionamos sobre los riesgos que implica conducir. Más allá de las condiciones del tráfico o del estado del vehículo, hay tres factores personales que siguen presentes en la mayoría de los siniestros viales: el consumo de alcohol, la fatiga y el uso inadecuado de ciertos medicamentos. Lo más preocupante es que, pese a ser conocidos, muchos conductores siguen subestimando sus efectos reales.
Ante esta situación, los expertos en movilidad de Alquiber, empresa líder en renting flexible, proponen una fórmula tan sencilla como efectiva para eliminar estos riesgos: conciencia plena de sus consecuencias y tolerancia cero. Ni una copa, ni una noche mal dormida, ni un medicamento sin verificar deben formar parte de la ecuación al momento de conducir. Esta combinación de prevención y responsabilidad puede salvar vidas, y está en nuestras manos aplicarla.
2La fatiga: el riesgo que todos minimizan

Dormir mal no solo afecta el humor o la productividad; también puede ser tan peligroso al volante como el alcohol. La falta de sueño reduce la capacidad de concentración, retrasa los reflejos y favorece los episodios de microsueño, esos momentos en los que, sin darnos cuenta, cerramos los ojos durante segundos… suficientes para provocar una tragedia.
Según datos de la DGT, un conductor que ha dormido solo entre cuatro y cinco horas tiene hasta cuatro veces más posibilidades de sufrir un accidente. Si el descanso es inferior a cuatro horas, ese riesgo se multiplica por once. El problema es que solemos subestimar el cansancio, forzando el cuerpo a seguir cuando lo más sensato sería parar. El consejo es claro: si tienes sueño, no conduzcas. Ni por un kilómetro.