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Probamos el nuevo Fiat Fullback Cross

Dicen que con las nuevas necesidades surgen nuevo vehículos. Y es cierto, aunque los pick-up llevan décadas entre nosotros. Sin embargo, este tipo de autos sí que han ido evolucionando en los últimos años, pasando de un uso casi exclusivamente laboral a un aspecto más lúdico, prestacional y pasional. Se trata de las versiones tope de gama, con sello lifesyle, equipadas hasta el techo y rematadas con mayor esmero a nivel de calidad, vehículos sumamente polivalentes que sirven para todo, como nuestro protagonista, el Fiat Fullback Cross.

No reniega de la genética del resto de la gama, es decir, un poderoso bastidor de largueros, suspensión independiente delante y el clásico eje rígido con ballestas detrás, un propulsor diésel de 180 CV o el completísimo sistema de tracción que porta. Sin embargo, nuestro protagonista saca pecho a la hora de valorar, por ejemplo, la dotación de serie de la que hace gala.

Equipamiento a tener en cuenta

En este sentido presume de faros bixenón, climatizador bizona, asientos rematados en piel (los delanteros calefactados y el del conductor con regulación eléctrica), luces diurnas led, control de velocidad de crucero, sistema de navegación con pantalla táctil de 7 pulgadas, cámara de visión trasera, equipo de sonido, Bluetooth, sensores de luces y lluvia, siete airbags (incluido el de rodilla para el conductor), control de estabilidad del remolque, alerta de cambio involuntario de carril o un asistente de arranque en rampa, entre otros elementos. Tanto alarde también repercute en un considerable incremento de precio, en este caso de 44.903 euros.

Mención especial para la rica oferta en materia de personalización que le llega desde Mopar, un socio oficial dentro del grupo FCA. Quizás lo más destacado sea una cubierta retráctil de aluminio que cubre el espacio destinado para la carga y que, además de proteger de la climatología, permite guardar con llave lo que transportemos. No es su única aportación, ya que también presenta cofres, llantas, vinilos… para dar un toque individual a nuestro vehículo.

El propulsor diésel de 2,4 litros y cuatro cilindros en línea, dotado de inyección directa y turbo, es un viejo conocido que llega, como el resto del conjunto, desde Mitsubishi. De hecho el Fullback es el alma gemela del L200, compartiendo ambos línea de montaje para convertirse en dos gotas de agua. Sólo los rasgos estéticos los diferencian. El propulsor arroja 180 CV de potencia, 43,9 mkg de par máximo y se asocia tanto a una caja manua de seis relaciones como a otra automática con convertidor de par de cinco.

El Fullback Cross prefiere los espacios abiertos a la selva urbanita, entre otras cosas porque mide 5,28 metros de longitud. En su configuración Doble Cabina ofrece cinco plazas de verdad y la 'bañera', de hasta 1,52 metros de largo por 1,47 de ancho, permite transportar hasta 1,1 toneladas de carga. Además, presenta una capacidad de remolque de hasta 3.100 kilos.

Sistema de tracción completo como pocos

Tuvimos ocasión de probar este modelo en un recorrido que contemplaba autopista, carreteras sinuosas y una pequeña excursión off road. De esta manera experimentamos su comportamiento y comprobamos la eficacia de su sistema de tracción Super Select 4×4. Este consta de un selector giratorio que el conductor configura en función de las necesidades. En autopista o asfalto en buenas condiciones el modo 2H pasa la potencia a las ruedas traseras exclusivamente, con el fin de beneficiar las cifras de consumo. En zonas viradas y con el firme algo húmedo apostamos ya por el modo 4H, que reparte la tracción de manera inteligente entre ambos ejes gracias al trabajo de un diferencial central de tipo Torsen.

El modo 4HLC bloquea el mencionado diferencial para repartir la motricidad al 50 por ciento entre las ruedas delanteras y traseras, mejorando la efectividad sobre nieve, barro, arena o tierra. Por último, el modo 4LLC activa la caja reductora para convertirse en un auténtico todoterreno. Y si todavía hay algún obstáculo off road que se le resista, en el salpicadero el conductor tiene la opción de bloquear el diferencial trasero para convertirse en un 'tanque'.

Lo cierto es que sus cualidades off road abruman, lo mismo que su capacidad de carga. El confort en este tipo de vehículos ha ganado muchos puntos en los últimos años, aunque en nuestro vehículo los decibelios del motor se hacían demasiado evidentes en el habitáculo. Nuestra unidad portaba la caja automática (en la marca creen que sólo un 30 por ciento de las ventas serán con caja manual), una transmisión de cinco velocidades agradable pero menos sofisticada que otras de última generación. Unas generosas levas nos permiten cambiar de manera secuencial. Desde bajo régimen ya empuja con ganas, pero es en el abánico 2.500-3.500 rpm donde más a gusto se encuentra.

Dinámicamente si activamos el modo 4×4 automático podemos incrementar el ritmo con mayor seguridad, aunque una dirección más progresiva que directa y una inercias considerables (el conjunto en vacío pesa 1.875 kilos) no invitan precisamente a correr cuando aparecen las curvas. Lógicamente ésa no es su guerra.

En definitiva, un vehículo versátil, ideal para combinar el trabajo con nuestra actividad de ocio o deporte favoritas, con un interior amplio agradable, un generoso equipamiento y una capacidad de carga y unas aptitudes off road sobresalientes. Todo en uno.