Hace dos décadas, la Dirección General de Tráfico (DGT) tomó una decisión que cambiaría para siempre la seguridad vial en España. Un plan ambicioso, con detractores y admiradores por igual, que buscaba reducir las cifras escalofriantes de accidentes de tráfico. El panorama de entonces era desolador: más de 5.500 personas perdían la vida cada año en las carreteras, y la sociedad clamaba por medidas efectivas.
Hoy, veinte años después, repasamos cómo nació, cómo se ha desarrollado y cuáles han sido los resultados de un plan que no solo cambió la forma de conducir, sino que también sentó las bases de una nueva cultura vial.
2Los radares: ¿enemigos públicos, o aliados invisibles?
Uno de los pilares del plan de la DGT fue la instalación de radares fijos y móviles. Al principio, dispositivos que generaron un rechazo masivo entre los conductores, que los percibían como ‘trampas’ colocadas en puntos estratégicos para recaudar dinero, y no tanto para evitar accidentes.
Con el paso de los años, sin embargo, los datos hablaron por sí solos. En las áreas vigiladas por radares, la siniestralidad disminuyó hasta un 40%, lo que obligó a muchos críticos a reconsiderar su postura. Hoy, los radares no solo controlan la velocidad, sino que también se han convertido en herramientas para detectar otras infracciones, como el uso del móvil al volante.