Después de un viaje de calor, atascos y maletero cargado hasta arriba, tu coche no vuelve de vacaciones igual que se fue. El verano lo castiga con sus temperaturas extremas, las largas horas de uso y carreteras en condiciones muy distintas a las del día a día. Todo ese esfuerzo se traduce en un desgaste silencioso de las piezas que, si no se atiende a tiempo, puede acabar en una visita al taller.
Por eso, nada más regresar a casa, conviene hacer una revisión rápida y efectiva a los componentes más expuestos al deterioro. Un chequeo sencillo que puedes realizar tú mismo gracias a herramientas tan útiles como un escáner OBD2. Con esas comprobaciones, no solo alargarás la vida útil de tu coche; también te asegurarás de que vuelva a la rutina en óptimas condiciones.
4Carga extra y piezas del interior

En vacaciones, solemos viajar con el coche cargado a tope. Bacas, cofres de techo, maletero a reventar… afectan tanto al consumo como a la aerodinámica del vehículo. Cuando regreses, retira todos los accesorios que ya no necesites y organiza el interior, centrando y asegurando bien el peso para evitar riesgos en frenadas. Esos pequeños ajustes también reducen el desgaste de otras piezas, como amortiguadores y suspensiones.
El habitáculo y la pintura exterior es más estético que mecánico, pero no menos importante. El sol, la arena y los insectos deterioran tapicería, plásticos y barnices si no se cuidan a tiempo. Lava el coche en profundidad, aplica protectores para el salpicadero y utiliza parasoles cuando lo dejes aparcado. Además de la estética, estarás cuidando la electrónica y los sensores escondidos bajo esas piezas.