Después de un viaje de calor, atascos y maletero cargado hasta arriba, tu coche no vuelve de vacaciones igual que se fue. El verano lo castiga con sus temperaturas extremas, las largas horas de uso y carreteras en condiciones muy distintas a las del día a día. Todo ese esfuerzo se traduce en un desgaste silencioso de las piezas que, si no se atiende a tiempo, puede acabar en una visita al taller.
Por eso, nada más regresar a casa, conviene hacer una revisión rápida y efectiva a los componentes más expuestos al deterioro. Un chequeo sencillo que puedes realizar tú mismo gracias a herramientas tan útiles como un escáner OBD2. Con esas comprobaciones, no solo alargarás la vida útil de tu coche; también te asegurarás de que vuelva a la rutina en óptimas condiciones.
1Aceite y refrigerante

El aceite es uno de esos componentes que trabajan sin descanso. En vacaciones, los trayectos largos y las altas temperaturas obligan a las piezas del motor a funcionar en condiciones más extremas, acelerando su consumo. Comprueba el nivel, en frío y en un terreno llano. Si está cerca del mínimo, rellena con el lubricante adecuado y lleva siempre un extra en el maletero. Si notas que el consumo ha sido mayor del esperado, podría haber una fuga o un fallo de sensor.
El refrigerante o anticongelante también es vital: mantiene estable la temperatura del motor. Como con el aceite, revísalo y asegúrate de que está en el nivel correcto. Si observas que el coche se calienta más de lo normal, puede ser síntoma de radiador obstruido, bomba de agua fatigada o termostato defectuoso. Pequeños detalles que pueden derivar en costosas averías.