En las serenas orillas del Lago Mayor, la pintoresca localidad suiza de Ascona cautiva año tras año a miles de visitantes. Su encanto natural y su historia evocadora fueron también una fuente de inspiración para los diseñadores de Opel que, en 1970, decidieron bautizar con su nombre a un modelo que marcaría un antes y un después en la historia de la marca alemana.
Así nació el Opel Ascona, una berlina pensada para cubrir el espacio entre el popular Kadett y el más sofisticado Rekord, pero que acabaría convirtiéndose en mucho más que un simple modelo intermedio.
Opel Ascona, el primero con terminación en ‘a’

El Ascona no solo aportó una solución práctica al catálogo de Opel, sino que inauguró una tradición que todavía perdura: el uso de nombres con resonancia latina y terminados en ‘a’ para sus turismos. Antes del Ascona, Opel prefería denominaciones de corte germánico, muchas veces ligadas a rangos militares o títulos profesionales, como Kapitän, Commodore, Kadett o Diplomat.
Con el tiempo, esta nueva línea de nombres latinizados se afianzaría con modelos como el Corsa y, más tarde, el Vectra, consolidando un giro de identidad que ayudó a modernizar la imagen de la marca. En paralelo, los vehículos comerciales adoptaron nombres terminados en ‘o’, como Combo o Vivaro, reforzando aún más esta estrategia de diferenciación.

Construido sobre la plataforma del icónico Opel Manta (aquí más información), el Ascona se presentó como un coche innovador, eficiente y versátil. Su éxito radicó en una combinación ganadora: diseño atractivo, múltiples opciones de carrocería, buenas prestaciones y un precio razonable. Esta fórmula conquistó no solo al público europeo, sino también al estadounidense, donde se comercializó con éxito bajo el nombre de Opel 1900.
Opel Ascona, un vehículo global
El diseño exterior del Ascona fue obra del legendario Chuck Jordan, una figura clave en la historia del automóvil, conocido por sus trabajos en modelos como el Cadillac Eldorado. Jordan imprimió al Ascona un estilo dinámico, con líneas limpias y voladizos cortos que aportaban deportividad sin renunciar a la elegancia.

Esta estética no solo definió a una generación de vehículos, sino que también anticipó elementos de diseño que la marca alemana aún utiliza. La parrilla frontal despejada con el icónico «blitz» cromado y los faros dobles a cada lado es, en esencia, el antecedente directo del actual Opel Vizor, que integra tecnología de vanguardia como faros LED matriciales y sensores para sistemas de asistencia a la conducción.
Opel Ascona y sus cuatro versiones
Pero el Ascona no era solo una cara bonita. Su gama incluía desde sedanes de cuatro puertas hasta versiones deportivas de dos, pasando por el revolucionario familiar Voyage, un modelo de dos puertas orientado a familias jóvenes y actividades al aire libre.

Este enfoque versátil y adelantado a su tiempo anticipó tendencias que hoy dominan el mercado, como los SUV y los crossover. En 1974, Opel amplió aún más la gama con el lanzamiento de la versión Caravan, una propuesta básica pero funcional.
Llegan los éxitos deportivos
La fiabilidad mecánica y el excepcional comportamiento dinámico del Ascona lo llevaron también al terreno de la competición. Con el piloto alemán Walter Röhrl al volante, el modelo firmó una etapa dorada en el mundo de los rallies.

En 1974, se impuso en el Campeonato de Europa, ganando seis de ocho pruebas. Un año más tarde, logró la primera victoria mundialista de Opel en el Rally Acrópolis. El punto culminante llegaría en 1982, cuando Röhrl y su Ascona se coronaron Campeones del Mundo de Rallies, consolidando la leyenda de un coche que lo dio todo en la pista y en la carretera.
Hoy, 55 años después de su debut, el Opel Ascona sigue siendo un modelo muy valorado por coleccionistas y aficionados. No solo por su estética y rendimiento, sino porque representa una época de cambios, de innovación y de audacia en la industria automotriz. Un coche con nombre de pueblo suizo, pero con alma global.



