Comprar un coche nuevo debería ser sinónimo de tranquilidad, ilusión y seguridad. Después de todo, hablamos de una de las mayores inversiones que hace un ciudadano a lo largo de su vida. Estrenar vehículo significa empezar de cero: ningún kilometraje previo, ningún desgaste oculto y la confianza de que la marca y el concesionario entregan un producto en perfecto estado. Sin embargo, la realidad no siempre coincide con las expectativas. En ocasiones, el “coche nuevo” empieza a mostrar defectos antes de lo esperado: desde ruidos en el motor hasta sistemas electrónicos que fallan, pasando por problemas en la transmisión o un consumo anómalo de aceite.
En esos casos, la decepción es inevitable. Lo que debía ser un símbolo de fiabilidad se convierte en una fuente de preocupación y de dudas. Y ahí surge la gran pregunta: ¿qué hacer cuando el vehículo recién matriculado presenta fallos? ¿Quién responde? ¿El concesionario, el fabricante, el seguro? La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) ofrece herramientas muy claras para reclamar y recordar a los conductores que no están indefensos. Porque sí: incluso con un coche recién salido del concesionario, tienes derecho a que te lo reparen, lo cambien o te devuelvan el dinero si el problema lo justifica.
1Qué dice la garantía legal sobre un coche defectuoso

La garantía es el primer escudo de protección del consumidor. Según la normativa vigente, todos los coches nuevos adquiridos a partir del 1 de enero de 2022 cuentan con una garantía legal mínima de tres años. Para los comprados antes de esa fecha, el plazo es de dos años. Dentro de ese periodo, cualquier defecto de origen debe ser subsanado sin coste para el propietario: piezas, mano de obra y, si fuese necesario, vehículo de sustitución.
La OCU recuerda que la garantía cubre no solo averías graves, sino también defectos de acabado, fallos electrónicos o ruidos anómalos que afectan al confort o seguridad. Además, si el problema es tan grave que no puede solucionarse de forma razonable, la ley faculta al consumidor para exigir un cambio de coche o incluso la resolución del contrato de compraventa, con devolución íntegra del dinero.