El Mazda6 siempre ha sido un vehículo de referencia en la marca japonesa, más por lo que significa y aporta, que por las ventas que atraviesa un segmento que no termina de remontar el vuelo. Y precisamente para relanzar su presencia se ha sometido a una intensa actualización, que incluye muchas mejoras y pinceladas, aunque la base del vehículo sigue siendo la misma. Esso sí, el conjunto se remata con una mayor atención por el detalle, hasta el punto de 'tutear' ya en algunos aspectos al soñado territorio premium.
Los novedades se reparten en varios frentes, como el diseño, los acabados, los motores, la dinámica, el confort o el equipamiento. Vamos por partes. La imagen del nuevo Mazda6, tanto en su variante sedán como en el Wagon, es más elegante y dinámica, con una parrilla frontal más retrasada y con efecto tridimensional, unos faros rediseñados, lo mismo que el paragolpes, las dobles salidas de escape (más grandes), nuevas llantas de aleación de hasta 19 pulgadas…
Un interior más premium
Más horas de trabajo se han empleado en el interior, donde cambia todo menos el volante y unos cuantos interruptores. La terminación y la calidad están ahora más en la onda de los conductores europeos. El cuadro de mandos incorpora una pantalla TFT de 7 pulgadas en la esfera central, y el Head up Display proyecta la información directamente en el parabrisas. Se han desplazado las salidas de aire hasta los extremos para dar una mayor sensación de anchura, la pantalla del salpicadero pasa de 7 a 8 pulgadas y los asientos son nuevos, con banquetas más anchas, mullidos más generosos y una nueva función de ventilación en las butacas delanteras.
La habitabilidad es mágnífica, aunque con matices diferentes. Si queremos viajar plácidamente en las plazas traseras, el sedán nos ofrece un mayor espacio para las piernas debido a su mayor distancia entre ejes (también es 6,5 centímetros más largo), pero si lo que buscamos es una mayor versatilidad de uso gracias al portón trasero y a un mayor volumen del maletero (522 litros frente a 480), la variante Wagon es la que cobra más sentido.
La oferta de motorizaciones es la misma para las dos carrocerías, con cuatro propulsores que ya cumplen con la estricta normativa Euro 6d TEMP. Comenzamos por la gasolina, la que tendrá más tirón a nivel de ventas en nuestro mercado (un 65 por ciento, frente al 35 por ciento diésel). El bloque de acceso es un 2.0 SKYACTIV-G con 145 CV y 21,7 mkg, homologando un consumo medio de 6,2 litros. Se han rediseñado los inyectores, los pistones y optimizado la fricción interna, entre otras mejoras. Así se consigue que el par se entregue antes y se ha reducido el consumo. Un escalón por encima se sitúa el conocido 2.5 SKYACTIV-G de 194 CV y 26,3 mkg Nm, que mantien las mejoras antes señaladas, aunque incorpora también un sofisticado sistema de desconexión de cilindros.
Diésel con hasta 184 CV
En ciclo turbodiésel el bloque 2.0 SKYACTIV-D ofrece la posibilidad de elegir entre una versión con 150 CV, o la más potente, que gana ahora 9 CV, hasta situarse en los 184. En ambos casos se ha rediseñado la cámara de combustión, contempla un sistema de reducción catalítica, se introducen válvulas de escape rellenas de sodio y el turbocompresore más grande (porta dos funcionando en dos etapas) ahora es de geometría variable. También se ha optimizado la refrigeración, la inyección, las vibraciones y la sonoridad.
A la hora de elegir el cambio podremos hacerlo entre una caja manual o una transmisión automática con convertidor de par, en ambos casos con seis velocidades, salvo la versión más potente de gasolina, que sólo dispone de caja automática. Algo similar ocurre si queremos disfrutar de un sistema de tracción total, tecnología que sólo se asocia a la carrocería Wagon y a los motores diésel.
El renovado Mazda6 también se beneficia de mejoras en el chasis, al incorporar avances en los amortiguadores, muelles, estabilizadoras y la dirección, ahora con un funcionamiento más lineal. También monta unos frenos delanteros más generosos en las versiones diésel y se contempla el asistente Autohold, que impide que el vehículo se desplace hasta que no pisemos el acelerador. Y en su afán por resultar más premium se ha trabajado a conciencia en la insonorización del conjunto y en la aerodinámica.
Más seguro que nunca
Por último la gama se enriquece con nuevos elementos en materia de seguridad, confort y conectividad. De esta forma incorpora unos faros Full Led adaptativos que incorporan funciones de iluminación más avanzadas, sin deslumbrar a los que vehículos que circulan por delante. También monta una nueva cámara de visión 360º, un asistente de velocidad inteligente que trabaja codo con codo con el sistema de reconocimiento de señales de tráfico, así como un control de velocidad de crucero adaptativo (MRCC), ahora con función Stop & Go, muy útil en los atascos.
Tuvimos ocasión de probar el nuevo Mazda6 con el propulsor 2.5 de gasolina en carrocería sedán. El propulsor es muy agradable, goza de una respuesta inmediata, sobre todo si activamos el programa sport, y el conjunto hace gala de una dinámica muy equilibrada y un tacto general muy agradable. También rodamos con la versión de acceso en diésel de 150 CV, cambio manual y carrocería Wagon. Salvo en momentos puntuales, donde los decibelios que manan del motor sí que desvelan su procedencia, esta opción es muy agrabable, tanto por su confort general, como por la precisión del cambio y de la dirección. En cualquier caso esperaremos a tener una unidad en la redacción para hacer una valoración más a fondo en nuestra pista de pruebas.
El nuevo Mazda6 ya está a la venta y, como suele ser habitual, con el mismo precio tanto para el sedán como para el Wagon. La versión de entrada, con el motor 2.0 de gasolina de 145 CV y acabado Evolution cuesta 30.375 euros, aunque si le aplicamos todos los descuentos promocionales se queda en 24.978 euros. Por su parte, la más equipada (Zenith con el paquete White SKY) con motor diésel de 184 CV y caja automática se sitúa en 43.975 euros (38.578 con campañas). Y en cualquier caso con una dotación de serie más que generosa.