La imagen de un agente de la Guardia Civil de Tráfico sobre su moto es un icono de nuestras carreteras. Son los primeros en llegar a cualquier accidente, los que velan por la seguridad y los que te dan el alto cuando te despistas un poco con el acelerador. Pero un cambio en sus vehículos está generando una gran polémica entre los agentes.
Hace poco, la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil empezó a recibir un nuevo lote de motos para renovar su envejecida flota. A primera vista, la moto puede parecer una opción lógica: es una moto trail, versátil, cómoda y con un motor más que probado. Es un modelo que goza de buena reputación entre los motoristas de calle. Sin embargo, las quejas y el rechazo han puesto a los agentes en pie de guerra.
2Fallos en carretera y deficiencias de diseño

A primera vista, las nuevas motos parecen cumplir con todos los requisitos. Sin embargo, la experiencia de los agentes de la Guardia Civil de Tráfico sobre ellas es muy distinta. Tras subirse a sus nuevas Honda, el malestar ha sido inmediato y las críticas no han tardado en llegar. Uno de los puntos más críticos es la estabilidad a gran velocidad. Los agentes han reportado vibraciones y una notable falta de firmeza en las curvas, una situación muy peligrosa durante persecuciones o maniobras que exigen una respuesta rápida. Esta inestabilidad genera gran inseguridad, ya que no se comportan con la solidez a la que estaban acostumbrados.
La ergonomía también es un problema importante. Al no ser motos diseñadas para uso policial, la postura de conducción no es óptima, lo que causa incomodidad en trayectos largos. Los agentes sufren dolores de espalda y cansancio extremo, un factor que afecta a su rendimiento y a la seguridad en sus jornadas de trabajo.
El equipamiento de estas motos también deja mucho que desear. Las maletas laterales y el sistema de iluminación no están bien integrados, lo que complica la conducción y afecta a la visibilidad. Estos fallos en los accesorios se suman a la lista de inconvenientes que enfrentan los agentes en su día a día.
La frustración es evidente. Los agentes ya han expresado su preferencia por las motos anteriores, con las que se sentían mucho más cómodos y seguros. Curiosamente, este no es un problema nuevo. Hace años, Honda ya intentó entrar en la flota de la Guardia Civil, pero los mismos problemas reportados por los agentes hicieron que la propuesta se descartara.