Encontrar un control de la Guardia Civil en la carretera no es algo extraño, aunque todo el mundo siente cierto temor cuando lo ve. Tu primer instinto, casi un acto reflejo, es levantar el pie del acelerador y mirar de reojo el velocímetro. Compruebas que llevas el cinturón bien abrochado y que todo parece en orden. Respiras tranquilo.
Sin embargo, justo en ese momento podrías estar cometiendo un descuido que no solo te costará una de las multas más severas, sino que pondrá en jaque tu seguridad y la de los demás. Un gesto que muchos conductores hacen sin pensar y que la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil tiene en su punto de mira. Conocerlo y estar atento puede ahorrarte un disgusto muy grande.
1La autoridad del agente de la Guardia Civil, por encima de todas las demás normas

Cuando nos acercamos a un control, nuestra atención se centra en las infracciones más comunes: alcoholemia, drogas, velocidad o el estado del vehículo. Sin embargo, el Código de Circulación establece una jerarquía muy clara en las señales de tráfico, y en la cima de esa pirámide se encuentran las órdenes de los agentes de la autoridad.
Esto significa que cualquier señal, gesto o indicación de un Guardia Civil prevalece sobre semáforos, señales verticales y marcas viales. Ignorar, desobedecer o malinterpretar una de estas órdenes se considera una infracción grave, y es aquí donde un simple control puede convertirse en una complicación seria.