Viajar al extranjero con un coche de alquiler es, para muchos conductores, la forma más cómoda de explorar un país. Permite libertad de movimiento, independencia de horarios y llegar a rincones a los que sería difícil acceder en transporte público. Sin embargo, esa libertad también implica responsabilidades. Una multa de tráfico en el extranjero puede arruinar un viaje idílico y convertirse en un dolor de cabeza cuando ya hemos regresado a casa.
Las sanciones en carretera no entienden de idiomas ni de fronteras. Lo que antes quedaba olvidado en la distancia hoy se gestiona con sistemas de cooperación internacional entre países. Esto significa que, aunque la infracción ocurra a miles de kilómetros, el conductor identificado a través de la empresa de alquiler acabará recibiendo la sanción en su domicilio. Y no solo eso: normalmente también se suma un recargo por gestión administrativa de la compañía. Conocer este proceso y saber cómo actuar es fundamental para evitar sorpresas desagradables.
1Cómo llega la multa a ti, aunque ya hayas vuelto a casa

Una de las dudas más habituales es cómo consigue una autoridad extranjera localizar al conductor si el coche es de alquiler. La respuesta está en la legislación europea y en los acuerdos internacionales. Desde 2015, la Directiva 2015/413 de la Unión Europea permite que los Estados miembros intercambien información sobre infracciones de tráfico, incluso cuando estas se cometen con vehículos registrados en otro país.
En la práctica, el proceso es sencillo: la policía local notifica la sanción a la compañía de alquiler, que figura como titular del coche. La empresa, a su vez, identifica al cliente que lo conducía en ese momento y le facilita los datos a la administración extranjera. Finalmente, la multa viaja por correo al domicilio del conductor, en su idioma, para que pueda entenderla y pagarla. En algunos casos, la notificación puede tardar semanas o meses, lo que genera sorpresa en quienes creen haberse librado de la sanción al entregar las llaves del vehículo.