Tomar la decisión de llenar el depósito con gasolina de 95 en lugar de la recomendada 98 —o mezclarlas— puede parecer algo sin importancia. Pero si tienes un coche diseñado para alto rendimiento o con una alta relación de compresión, el efecto inmediato es una ligera pérdida de potencia, un aumento de consumo… y a largo plazo un posible daño grave en el motor. Conocer los riesgos es clave para no llevarte una factura inesperada.
Aunque tu coche funcione sin chirridos extra, lo que está ocurriendo dentro del motor puede estar lejos de ser benigno. La mezcla de distintos octanajes altera la combustión, provocando detonaciones prematuras o “golpeteo” —conocido también como picado de bielas— que, si no se corrige, puede convertir en un invierno de motor lo que parecía una buena oferta en gasolina.
3Coches modernos: sensores que corrigen, pero no siempre

Los vehículos actuales cuentan con sensores que detectan el octanaje más bajo y adaptan automáticamente el encendido y mezcla para evitar detonaciones graves. Eso sí, esa adaptación limita el rendimiento, sube el consumo, pero no evita por completo los efectos acumulativos del picado discreto, que a largo plazo desgastan válvulas, cilindros y pistones.
En estos coches, puede que no notes nada durante meses, pero el desgaste estará ahí. A medida que el motor trabaja con menor eficiencia, es más probable que necesites reparaciones más caras o, en casos graves, una reconstrucción parcial del motor. Nada agradable, considerando que una simple garrafa mezclada con buena intención pudo sembrar el problema.