Basta con entrar a unos cuantos portales de compraventa de coches o darte una vuelta por tu barrio para encontrarte con el cartel de ‘se vende’. Hay algunos viejos y destartalados, pero muchos otros están muy bien cuidados y tienen un precio ridículo, ¿a qué se debe?
La ‘culpa’ la tienen las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), pues cada vez afectan a más barrios y municipios. Lo que empezó hace unos años como una política para restringir el tráfico más contaminante en grandes capitales, como Madrid o Barcelona, hoy se extiende por casi toda la geografía española. Y ya son miles de conductores los que están pagando las consecuencias.
¿El motivo? Si tu coche no tiene etiqueta medioambiental, no te sirve para evitar restricciones y cada día lo tendrás más complicado para circular por núcleos urbanos. Para muchos, la única solución es ponerlo a la venta, pero si miles de conductores hacen lo mismo, los precios al final caen en picado.
1El efecto dominó de las ZBE en el mercado de ocasión

Madrid ha sido el ejemplo más claro y uno de los más adelantados con las ZBE. Desde 2025, los coches sin etiqueta medioambiental ya no pueden circular por la capital, salvo casos muy contados (empadronamiento y poco más, hasta final de año). Esta cuenta atrás ha hecho que muchísimos de esos coches que ya no pueden circular terminen en el mercado de segunda mano con el objetivo de encontrar una vida mejor.
El problema no es exclusivo de la capital. De las 150 ciudades obligadas a implantar sus ZBE, solo 70 lo han hecho. Y el Gobierno ya ha lanzado una advertencia, porque quien no lo cumpla, se arriesga a perder subvenciones millonarias. El resultado es un efecto dominó por toda España.
Miles de conductores están deshaciéndose de coches sin etiqueta —en muchos casos, en perfecto estado— para comprar otro que cumpla con las exigencias de las ZBE. Pero esa no es una opción viable para todos. La consecuencia es una saturación del mercado de vehículos antiguos y una depreciación que no para de crecer.
En algunos casos, está haciendo que veamos precios de auténtico derribo: coches que hace cinco años habrían tenido salida a un precio razonable, hoy se venden por 500 o 1.000 euros… o ni eso. Hay más oferta que demanda, y el comprador tampoco lo tiene fácil, porque es difícil tomar la decisión de comprar un coche que quizá en unos pocos años no puede conducir.