En el mundo de las dos ruedas, uno de los errores más habituales es tratar por igual a un motero y a un motorista. A simple vista, pueden parecer lo mismo: ambos van sobre una moto, llevan casco y circulan entre el tráfico. Pero no. La diferencia entre uno y otro es tan grande que hasta la Real Academia Española (RAE) se ha pronunciado al respecto.
No es solo cuestión de vocabulario, sino de alma, de actitud, de forma de ver la vida. Hay quienes ven la moto solo como una herramienta, y otros que la sienten como una prolongación de su cuerpo. De su identidad. De su manera de estar en el mundo. Ahí es donde nace la diferencia entre motorista y motero.
3No importa el frío, ni la lluvia, ni el reloj

Ser motero no va de imagen ni de moda. No basta con una chaqueta de cuero y unas gafas oscuras. Ser motero es rodar en verano a pleno sol, pero también en invierno bajo la lluvia. Porque la pasión no entiende de clima ni de calendarios. Enciende su máquina porque sí, porque lo necesita, porque lo lleva dentro.
El motorista, en cambio, suele ser más pragmático. Le gustan las motos, pero las ve con una cierta distancia emocional. No vive pendiente de ellas. No se pasa la tarde viendo vídeos de mecánica ni siente la necesidad de recorrer tropecientos kilómetros solo para ir a una concentración en mitad de la nada. Simplemente la utiliza.