En el mundo de las dos ruedas, uno de los errores más habituales es tratar por igual a un motero y a un motorista. A simple vista, pueden parecer lo mismo: ambos van sobre una moto, llevan casco y circulan entre el tráfico. Pero no. La diferencia entre uno y otro es tan grande que hasta la Real Academia Española (RAE) se ha pronunciado al respecto.
No es solo cuestión de vocabulario, sino de alma, de actitud, de forma de ver la vida. Hay quienes ven la moto solo como una herramienta, y otros que la sienten como una prolongación de su cuerpo. De su identidad. De su manera de estar en el mundo. Ahí es donde nace la diferencia entre motorista y motero.
2El vínculo invisible sobre dos ruedas
Un motero puede montar una pequeña 125 cc con el mismo orgullo que otro en una maxitrail. No se trata de cilindradas, precios o marcas. Va de amor, de conexión, de compromiso. El motero tiene sus rituales: saluda con dos dedos en V, conoce el sonido de su motor como el de su propia respiración y puede pasar horas hablando de carburadores o viajes que aún no ha hecho.
Cuando un motero ve a otro, aunque no se conozcan, se reconocen. Hay una hermandad silenciosa, una complicidad instantánea. Y eso no se aprende ni se compra, simplemente se siente. El motero vive la moto, no solo la usa. Y el motorista puede no entenderlo… y está bien.
