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Mercedes-Benz EQC. Es sólo el comienzo

Desde que el Mercedes EQC fuera presentado como un prototipo en el Salón de París de 2016, mucho se ha hablado sobre cuándo la firma de la estrella se animaría a dar el salto a la electromovilidad. Pues ya ha sido desvelado en sociedad, pero su producción en la factoría de Bremen comienza a principios de 2019 y no se espera en los concesionarios hasta mediados de ese año.

Mercedes ha combinado electricidad y una carrocería SUV para crear su primer EQ, dos conceptos que causan furor hoy día. Bien es cierto que, quitando algunos toques de diseño, no se la han jugado con la estética, semejante a la de un GLC, al que este EQC le saca 12 centímetros de longitud -mide 4,76 metros de largo-. El toque transgresor lo ponen detalles como las luces diurnas delanteras y traseras, ambas unidas por diferentes tiras LED. Y es que no ofrece detalles como los retrovisores digitales, algo que estrenará el Audi e-tron, uno de sus rivales directos.

Ahora bien, Mercedes ofrecerá los acabados AMG Line y Electric ART para personalizar su exterior, además de diferentes llantas de entre 19 y 21 pulgadas. Personalización al poder.

Combina presente y futuro en el interior

El interior del EQC combina presente y futuro, pues su salpicadero presenta dos pantallas de información de 10,25 pulgadas asociadas al sistema MBUX estrenado por el Clase A. Los diseñadores se han tomado la licencia de usar salidas de ventilación específicas y con acentos en oro rosado, y más abajo aparecen mandos compartidos con el GLC, como los del climatizador, los de la consola central e incluso los paneles de las puertas.

Se sustenta sobre la plataforma del mencionado GLC -comparten la distancia entre ejes de 2.873 milímetros-, aunque debidamente modificada para poder instalar sus baterías de iones de litio. Eso permite ofrecer un buen espacio interior a pesar de una marcada caída del techo en su parte final. Eso sí, el maletero, que anuncia 500 litros, no transmite esa sensación.

Las baterías son fabricadas por Accumotive en Alemania, están formadas por seis módulos -podrán adaptarse así a coches más grandes o pequeños que este EQC- y 384 celdas capaces de almacenar 80 kWh, que según Mercedes se traducen en autonomías superiores a los 450 kilómetros. Su único pero es que arrojan un peso de 650 kilos, detalle que hace que este EQC se vaya hasta unos sorprendentes 2.500 kilos; no precisamente pocos. Y, curiosamente, remolca hasta 1.800 kilos, por lo que al tirar de mucha carga podría hacernos falta un carnet especial.

Semejante lastre no se convertirá en un problema para sus dos motores eléctricos -uno por eje para convertirlo en un modelo con tracción 4Matic- capaces de proporcionar 300 kW, el equivalente a 408 CV de potencia. También presumen de sus 765 Nm de par motor y pueden girar a 13.000 rpm. Y es que todo ello se traduce en una aceleración de 0 a 100 km/h en sólo 5,1 segundos -4,9 necesita un Mercedes-AMG GLC 43-, mientras que su velocidad máxima se ha limitado a 180 km/h.

Cinco programas de conducción

Comfort, ECO, Max Range, Sport e Individual son los programas de conducción que ofrecerá, y a todo ello hay que sumar cinco modos de recuperación de energía, entre los que destaca el D, capaz de regenerar hasta 120 kW al levantar el pie del acelerador, para así poder conducir este EQC sin tener que recurrir al pedal de freno.

Esa potencia supera a la de su carga rápida, que es de 110 kWh y permite cargar su batería del 10 al 80 por ciento en apenas 40 minutos. Ahora, que lo habitual será recargarlo de forma convencional con su cargador de 7,2 kWh, lo que supone tener que dejarlo aparcado durante más de 11 horas si queremos verlo al cien por cien de carga.

Todos los asistentes de ayuda a la conducción ya empleados por la Clase S, los conocidos como Intelligent Drive, se trasladan al EQC, que contará a su vez con conducción semiautónoma, visión nocturna, aparcamiento asistido… En definitiva, todo lo que se espera de un eléctrico que inaugura una nueva era.