Con el paso del tiempo, los faros de un coche pierden su brillo y lucen un antiestético tono amarillento que envejece todo el conjunto del vehículo. No solo es un problema estético que le resta valor, sino que puede afectar a la seguridad cuando cae la noche. Pero Mercadona tiene un producto que se ha convertido en viral después de que varios usuarios hayan mostrado en sus redes sociales que funciona de maravilla para recuperar el buen estado de los faros.
Muchos piensan que la única solución pasa por un caro pulido en un taller profesional o por la sustitución completa de los faros, una operación que puede costar cientos de euros. Pero este producto, que casi seguro que has visto cientos de veces en el pasillo de limpieza de Mercadona, puede hacer un auténtico milagro en tu coche. Y por una mínima parte de lo que te costaría recurrir a otros métodos.
¿Por qué se vuelven opacos y amarillos los faros del coche?

Antes de lanzarnos a la solución, es fundamental entender el origen del problema. Hace años, los faros de los coches se fabricaban en cristal. Eran resistentes a los arañazos y no se degradaban con el sol, pero en caso de impacto o atropello, podían ser muy peligrosos. Por normativa de seguridad, desde hace décadas los fabricantes sustituyeron el cristal por el policarbonato, un tipo de plástico mucho más ligero, moldeable y, sobre todo, seguro en caso de accidente.
Sin embargo, este material tiene un talón de Aquiles: el sol. Para protegerlo de la degradación por los rayos ultravioleta, los faros salen de fábrica con una fina capa de barniz o laca protectora. Con el paso del tiempo, la exposición constante al sol, la lluvia ácida, los cambios de temperatura, los pequeños impactos de gravilla en la carretera y los productos de limpieza agresivos van erosionando y destruyendo esta capa protectora.
Cuando el barniz desaparece, el policarbonato queda expuesto a los elementos. Los rayos UV son los principales culpables de que la capa externa del plástico sufra un proceso químico de oxidación que le confiere ese aspecto turbio, nublado y amarillento tan característico. Es, en esencia, la misma razón por la que un plástico transparente dejado a la intemperie acaba perdiendo su claridad.
Pero el problema no es solo estético. Un faro opaco puede reducir la eficacia de la iluminación hasta en un 50%, lo que compromete la visibilidad nocturna y la capacidad de ser visto por otros conductores.
El remedio que triunfa en Mercadona

Aquí es donde entra en juego el algodón mágico Aladdin, un producto que Mercadona comercializa por un precio que rara vez supera los 3 euros.
Este producto fue concebido para limpiar y abrillantar metales: plata, cobre, latón, cromo, aluminio… Es el típico producto que nuestras abuelas usaban para dejar como nuevos los pomos de las puertas o las cuberterías de plata.
Se trata de un algodón impregnado en una mezcla de disolventes suaves, jabones y un agente de pulido microabrasivo. Esta composición es lo suficientemente potente como para eliminar la capa superficial de óxido y suciedad de un metal sin dañarlo, pero también resulta ser igual de eficaz para retirar esa fina capa de policarbonato quemado y oxidado de los faros de nuestro coche. No es un limpiador, es un restaurador. Actúa eliminando físicamente la capa dañada para dejar al descubierto el plástico sano que se encuentra justo debajo.
Cómo utilizar el algodón mágico de Mercadona

Una buena preparación es clave para obtener un resultado profesional y no causar daños. Lo más importante es la limpieza. Lava los faros con agua y jabón, asegurándote de eliminar cualquier resto de barro, insectos o suciedad superficial. Una vez limpios, sécalos por completo con una bayeta de microfibra limpia.
Toma cinta de carrocero y cubre con cuidado todo el contorno del faro para proteger la pintura del capó, el parachoques y las aletas que tocan con el plástico. El compuesto del algodón es un poco abrasivo y, aunque no es agresivo, podría matizar el brillo de la carrocería si frotamos sobre ella.
Abre la lata de algodón mágico de Mercadona. Verás que es una especie de rollo de fibras de algodón de aspecto peculiar. Coge un pequeño trozo, del tamaño de una nuez será más que suficiente para un faro.
Con firmeza pero sin una presión desmedida, empieza a frotar la superficie del faro con el trozo de algodón. Utiliza movimientos circulares y pequeños, como si estuvieras puliendo la pantalla de un reloj. Al cabo de unos segundos, notarás que el algodón empieza a ponerse negro o marrón oscuro. No te asustes, es toda la suciedad y el policarbonato oxidado que estás retirando. Significa que el producto está funcionando a la perfección.
Insiste en toda la superficie del faro, aplicando una presión uniforme y prestando especial atención a las zonas más amarillentas o blanquecinas. Una vez que hayas cubierto todo el faro y veas que la superficie tiene una capa mate y blanquecina (es el residuo del producto al secarse), deja que actúe durante uno o dos minutos.
Coge una bayeta de microfibra limpia y seca y empieza a retirar el residuo blanquecino del faro. Frota con energía, de nuevo con movimientos circulares, como si estuvieras sacando brillo a un trofeo. Poco a poco, la opacidad desaparecerá y verás un brillo que pensabas que habías perdido para siempre.
Si quieres un acabado de diez y prolongar la duración del resultado, puedes aplicar un sellador con protección UV específico para faros después de este proceso. Esto creará una nueva capa protectora que ralentizará la reaparición del problema. Pero incluso sin este último paso, el resultado del algodón mágico durará varios meses, devolviéndole a tu coche la estética y la seguridad que merece por menos de lo que cuesta un desayuno sencillo en la cafetería.